lunes, 16 de agosto de 2010

Un día en la vida

A las doce del medio día se encendio la radio, como siempre se escuchaba el noticiero; habían encontrado tres cabezas en la carretera a Chapala. 1,600 000 Pakistanís habían muerto en las inundaciones y en esos momentos había un bloqueo de gran parte del centro de la ciudad por campesinos inconformes. Las cosas allá afuera seguían normales, pensaba Mateo Riva que apenas se despabilaba. Se había acostado muy tarde la noche anterior, viendo un especial sobre póker en ESPN. Necesitaba alguna forma de multiplicar los 500 pesos que le quedaban y no tenía intención de regresar a la vida laboral. Mateo era escritor. Vivía como escritor; en un piso pequeño, de un barrio a donde solo se iban a vivir putas, Pachecos, traficantes, güeros mochileros, y por supuesto, escritores. Cada febrero recibía los cheques de regalías de sus 22 libros escritos. Aunque todavñia no era un autor reconocido, tenía algunos seguidores, lástima que escribiera para los jodidos, como él. Era  seguro,  de los autores contemporáneos más fotocopiados del momento. Cada que le llegaba algún dinero iba a la licorería a pagar lo atrasado, no tanto por que las deudas significaran mucho, más bien no quería peredr su crédito. Tenía más de 5 años sin escribir una sola página, había dejado su última novela inconclusa, se le había ocurrido “la gran idea” de hacer una novela autobiográfica y después de describir su juventud y sus primero logros en el primer capitulo, se había quedado en seco. Quizás fuera el hecho de que se viera desde afuera y su vida le pareciera ridícula, sosa, sin emoción y temiera exponerse.

Faltaban todavía 2 semanas para Febrero y ya no tenía más que -un six de corona y una botella de oso negro, una lata de cacahuates y un bolzonón de churros agrios, Todo por no haber querido estrechar la mano del Gobernador y no es que su orgullo o alguna filiación política se lo hubiera impedido, es solo que andaba borracho y lo confundió con un gran capo de la mafia... -hoy tendría una beca, lo invitarían a dar cátedras y quizás hasta le hubieran podido poner su nombre a algún callejón del centro, se lamentó frente al espejo.

Calentó su café y sintió el calor en sus entrañas, fue al baño a evacuar lo poco que había comido. Alguien toco a la puerta y Mateo con los pantalones abajo se acerco  molesto. Últimamente le disgustaba toda la gente, si eran de nuevo los testigos de Jehová saldría en pelotas con su génesis en la mano, para mostrarles la gloria.  pero solo era el viejo cartero que antes le traía montones de cartas y hoy solo puras deudas. El cartero introdujo una carta bajo la puerta y se alejo por el pasillo. Mateo miro la carta y decidió no abrirla, era de Nena.

Su departamento, era un solo cuarto atiborrada de libros, tenía un escritorio con una computadora vieja, un tocadiscos y un ropero donde guardaba hecha bola toda su ropa sucia. Dormía en un sofá cama muy pequeño , su gran pretexto para que ninguna mujer se le pudiera asentar permanentemente. Y lo había conseguido, ya ninguna de sus admiradoras lo frecuentaba, ni siquiera las más feas. Antes le ayudaban a hacer el aseo, le llevaban la ropa a la lavandería, trapeaban sus pisos y le traían vino, pero Mateo las corría casi insofacto de extirpar su ponzoña evolutiva, argumentando que le habían inspirado un poema y que tendría que trabajar toda la noche en él.

Después de prepararse un coctel de vodka se acostó de nuevo, no por levantarse tarde iba a renunciar a la siesta de la tarde. A las 4:00, Su teléfono celular sonó, Mateo miró el número de su madre y dejo sonar la quinta sinfonía de Beethoven, adoraba a la anciana pero si le contestaba perdería por lo menos 2 horas de su valioso tiempo escuchando los mismos chismes y las mismas anécdotas que había escuchado desde que tenía uso de razón (muchas de las cuales había usado para sus historias). Además, su madre estaba muy bien cuidada por sus hermanos, -un día de estos la visitaré, sirve que me traigo un topper de frijoles- se prometió.

El resto de la tarde se la pasó dormitando ante el televisor, su inconsciente se tuvo que fumar una película de Mauricio Garcés y dos programas de concursos. Cuando por fin llego la noche se sintió autorizada para beber alguna de las cervezas. Trato de leer aquel libro de San Agustín, pero ya no tenía el hábito. Sintonizó de nuevo el radio se acercó a su ventana y miró el mundo erosionarse de a poco una noche más. Se sintió solo, pero él lo había querido así, recordó un poco a Nena pero desecho la imagen justo antes de que el recuerdo lo empezara a quemar, hecho un gran trago de oso negro. El timbre de la puerta de abajo sonó. Mateo apago la luz y se asomo por entre las cortinas, vio a Everardo; cantante, compositor y la garganta más voraz para el vino ajeno. Mateo trato de no moverse, Everardo se asomó desde abajo y al ver que nadie le abría se alejo enfadado. Mateo se quedo en la oscuridad mirando los coches que pasaban por el puente de la avenida Hidalgo.

A las 12:00 Pm se encendía automáticamente el radio. Mateo abría un ojo y por su oído se filtraban las últimas noticias; habían encontrado tres cabezas en la carretera a Chapala. 1,600 000 Pakistanís habían muerto en las inundaciones y en esos momentos había un bloqueo de gran parte del centro de la ciudad por campesinos inconformes. El mundo estaba jodidamente igual, ni se acababa ni mejoraba, como él mismo pensó. Preparo un café y lo bebió, inmediatamente tuvo que ir al baño y mientras contaba los azulejos llenos de sarro. Alguien tocó a la puerta. Mateo decidió quedarse sentado en la taza,  cualquier urgencia podría esperar un rato más, no hay cosa más importante en el mundo que zurrar a gusto pensó. Al salir del baño miró la puerta, había una carta en el suelo, la tomó,  otra vez de Nena, decidió guardarla junto a la que le había llegado el día anterior, pero no la encontró, la leería más tarde aunque intuía que contenía. Miró el calendario, había creído que era miércoles y apenas era martes, faltaban dos semanas para recibir su cheque todavía, tendría que pedir prestado a alguien ó mejor empeñar alguna cadena o su computadora.

A las 4:00 en punto  su celular sonó con la quinta Sinfonía, de nuevo era su madre, por lo general lo llamaba una vez por semana, ojala y no estuviera pasando una desgracia, últimamente las llamadas se habían vuelto un largo obituario de viejos conocidos. La quinta sinfonía siguió un rato hasta que se apago súbitamente.

Mateo abrió el refrigerador y para su fortuna miró, que no le había bajado casi nada a la botella el día anterior y  todavía le quedaba un six, estaba casi seguro que un día antes había bebido un par de cervezas pero se asomó en el cesto de basura y no había ninguna ¡Que afortunado! Podría sobrevivir quizás unos 3 o 4 días antes de pedir prestado. Bebió un par de cervezas y prendió la tele -¡Puto cable! Siempre pasan las mismas  películas-. Le dio un poco de sueño y unos timbrídos lo despertaron más tarde, cuando la oscuridad se había llevado el color de sus paredes. Separó un poco las cortinas y miró de nuevo A Everardo, de seguro andaría sin un cinco ¿O que acaso ya no tenía más amigos? Mateo fue a su refrigerador y sacó la botella de oso negro. Recordó la carta de Nena y la abrió mientras daba un buen trago de vodka. Lo de siempre Nena quería que Mateo conociera a su hija, tendría ya unos 5 años. Nena había sido su única pareja estable aunque nunca habían vivido juntos, al embarazarse y Mateo sugerir que abortara Nena le había dejado, Cada año le había mandado una carta como esta con fotos de la niña, no estaba mal tenía las cejas pobladas como él. Pero fuera de eso no quería saber nada de ella. El instinto paternal no se había desarrollado en él. Tomó la carta e hizo un avioncito de papel con ella, la aventó y lo miro descender hasta estrellarse contra el concreto.

12:00 Pm el radio se encendía el locutor daba las noticias del día habían encontrado tres cabezas en la carretera a Chapala. 1,600 000 Pakistanís habían muerto en las inundaciones y en esos momentos había un bloqueo de gran parte del centro de la ciudad por campesinos inconformes. Mateo se extraño un poco creía haber oído lo mismo un día antes, aunque realmente no había puesto atención, quizás un error técnico hizo que repitieran las noticias del día anterior. Calentó el café y se sintió un poco debil, según recordaba el día anterior no se había desvelado. Será la edad pensó. Le dio unos sorbos a su café y como siempre se le soltó la tripa. Alguién tocó a la puerta y Mateo se admiro de que diario lo agarraran cagando, jalo la palanca del retrete y fue a la puerta, ahí estaba de nuevo otra carta de Nena, de seguro esta desesperada –pensó- y dejo la carta arriba del refrigerador, se sorprendió de le quedara tanto vodka, bien le había recomendado Ever, "El oso negro rinde y rinde mucho". Volvió a ver el six pack lleno, estaba seguro que ayer se había tomado unas cuantas, por lo general le pasaba a la inversa, de repente las botellas amanecían a la mitad o el refrigerador sin cerveza pero esto era nuevo, quizás los duendes de la cebada le estaban retribuyendo orinando en sus botellas.

Destapó una cerveza y se sentó frente a su escritorio, ojalá pudiera escribir algo, ¿pero sobre qué? ¿Sobre soledad, vino y fracaso? No era ni siquiera tan buen bebedor, ni se sentía fracasado y su soledad no le incomodaba, así que no le inspiraba en lo más mínimo. Sonó el celular con la quinta sinfonía, Mateo pensó que de verdad sería urgente y decidió contestarle a su madre. No era urgente solo era su madre que quería saber de él y contarle que a su tía mica le habían diagnosticado influenza, que la fuera a visitar algún día, que Robertito su sobrino ya se había titulado y que Casandra su sobrina más pequeña, ya estaba por casarse  porque estaba embarazada. Su madre hablaba y hablaba y hablaba y Mateo solo miraba la calle, se paró al refrí y destapó otra cerveza. Una a una hasta que acabo con el six, su madre tenía su número gratis en su celular y le podía hablar el tiempo que quisiera, Mateo se arrepintió de haberle sugerido que agarrara esa promoción. A las 6 de la tarde su madre por fin le dejó. Mateo ya estaba mareado y siguió con el vodka, encendió la televisión y dio con la película de Mauricio Garcés que ya había visto los dos días anteriores, esa si era vida, chicas con bikini y buen vino que lástima que no nació con la trompa y el porte de Garcés. Llegó la noche y Mateo miró como su botella se iba extinguiendo, tendría que rogarle al de la licorería,  nunca había dejado de pagarle, se compraría unas botellas de ese tequila que acababa de salir, o quizás podría ir a alguna exposición y gorrear algunas copas, pero tendría que ver a la flota de mamones que se movían en esos ambientes, recordó como Ever y el un día se metieron a una galería con un plumón y le dibujaron un gran pene en el retrato de la solemne madre de un artista, eran buenos tiempos. Sonó el timbre y Mateo fue a la ventana ahí estaba de nuevo Ever, con las manos vacías, sin una botella de vino ó un six de cervezas, lo miro alejarse, escondido entre las cortinas.

Mediodía el radio se encendía y se escuchaban las noticias; habían encontrado tres cabezas en la carretera a Chapala. 1,600 000 Pakistanís habían muerto en las inundaciones y en esos momentos había un bloqueo de gran parte del centro de la ciudad por campesinos inconformes. Mateo sorprendido no solo por las noticias sino porque no se sentía crudo, solo algo desvelado, Inmediatamente fue al refrigerador y se aterro. Ahí dentro seguía la botella de oso negro medio llena y el six de cervezas completo. La puerta sonó y Mateo fue hacía ella, vio al viejo cartero sacar de su bolsa una carta y aventarla por abajo. Era la carta de Nena, igual que la del día anterior que había dejado arriba del refri y que hoy no estaba. Mateo la abrió y miro las fotos y la carta que ya había leído. Se paso el día de arriba abajo, buscando similitudes con el día anterior, ó el alcohol le empezaba a caer mal o había caído en un bucle como en aquella película que pasaron un día en el cable. Llegaron las 4 de la tarde y Mateo miraba su celular, es espera del primer compas de Beethoven, al oírlo a la hora en punto, sintió un miedo espantoso, contesto a su madre quién el empezó a contar lo mismo del día anterior y si bien es cierto que su mamá tenía un poco de alzheimer, pronunció exactamente las mismas palabras.  Mateo dejo el teléfono y se sirvió un vino, fue al calendario y miro que de nuevo era martes, ¿y qué tal si estuviera enfermo? ¿Si su percepción del tiempo se hubiera estropeado? -alguna enfermedad nueva- pensó. Tendría que haber una explicación lógica, ¿pero si no? Los locos no saben que están locos, quizás un instante antes se den cuenta pero después no hay marcha atrás- pensó. A las 6 en punto oyó a su madre colgar, tomó la botella ¿porqué le podría estar pasando esto a él?  el vino lo iba calmando y que tomara la situación con más calma. Cuando calló la noche miro por la ventana venir a Ever y le abrió antes de que tocara. Ever subió se le veía demacrado, con las ojeras muy marcadas, lo invito a tomarse una copa en la fuente pero Mateo desistió, estaba demasiado frikeado como para salir, le dijo que se sentía enfermo y  Ever que lo vió tan pálido se retiro. . Mateo cerró su puerta, Mateo de quedarse en vela hasta que saliera de nuevo el sol, ó hasta que viera al ente que le atrazaba el relój,  pero el sueño lo venció.

A las 12 de día el radio se encendía con las mismas noticias, Mateo se levanto y fue a hacer su café, esto no era un sueño, cagaba y muy apestoso. Oyó que aventaban la carta, su madre le hablo a las 4 en punto y Everardo fue a buscarlo al caer la noche Mateo lejos de asustarse imagino las posibilidades que tenía, podría asaltar un banco e irse a cualquier cantina o mejor aún pegarle unos plomazos al gobernado y al otro día amanecer en su cama etc. Mateo no trato de ver llegar el sol, y se durmió plácidamente.

Mateo se levanto con las noticias de la mañana, se preparo su café y fue hasta la puerta al mismo instante que le pasaban su carta, a las 4 contestó el teléfono antes de que timbrara y aventó un gargajo con exactitud cuando pasaba un policía abajo en la calle. Podría llevar las posibilidades al límite, podría desmenuzar la vida, hacer algo diferente cada día, saber la vida de todo el mundo tan siquiera por un día pero Mateo se sentía más vacío, como si al vencer la muerte, la vida completamente careciera de sentido.

Aquél día Mateo recibió en la mano la carta y saludo al cartero, decidió visitar a su hija, timbró y Elisa le abrió la puerta, Nena le invito a pasar a su casa, se disculpo por no tener vino y se ofreció a traerle un poco, pero Mateo le dijo que un café estaría muy bien. Pasaron toda la tarde conversando y aunque ya no sentía mucho por Nena, se sintió enamorado de su hija y se la paso mirándola toda la tarde hasta que llego a la noche.

Al siguiente día (aunque el mismo) decidió visitar a su madre, tenía todo el tiempo para oírla, y se acordó de su niñez, de seguro su madre había tenido que ver para que él se convirtiera en escritor, al relatarle los cientos de historias que ella a su vez había oído de alguién. Comió frijoles refritos y saludó a sus hermanos, había olvidado lo que era estar en familia, le echo una ojeada al cuarto donde dormían él y sus hermanos y se despido con un beso de su madre.

Al día siguiente esperó que llegara Ever, lo invito a pasar, le ofreció del oso negro y pusieron discos de Led Zepellin y de jazz como en los viejos,  platicaron y se rieron un poco,  como antes, cuando tenían 15. la noche les llego entre la plática y el alcohol.

Al otro día entre los 1600 00 millones de muertos los pobres tres hombres sin cabeza y el bloqueo de campesinos, Mateo se sintió inspirado, encendió su computadora y abrió el archivo de su novela inconclusa, le daría un final feliz, escribiría las cosas no como pasaron los últimos años sino como debieron haber pasado, a Mateo no le preocupaba que al otro día se borrara lo que pudiera escribir, solo el hecho de escribir, se puso a trabajar duro y para la noche ya tenía un borrador del final. Lo imprimió y se lo leyo a Ever, quién quedo encantado y le dijo que por mucho sería su mejor relato. Ever se despidió y dejó a Mateo solo, con su manuscrito en la mano.

Eran las 12 de la mañana y el radio se prendía con las noticias; el gobierno de estados unidos se quejaba de la inútil lucha del gobierno de calderón frente al narco. La ONU pedía apoyo para los damnificados de Pakistán y se celebraba el funeral del escritor tapatío Mateo Riva con un emotivo discurso de su amigo Everardo Rojo quién leía parte de su novela póstuma .

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