martes, 17 de agosto de 2010

El espacio



Charles Amstrong maniobraba ágilmente los controles del Apolo 15 que regresa de su misión en Júpiter, ahora por primera vez desde la primera vez, volvió a disfrutar de el paisaje sórdido de estrellas que luchaban por que no se las tragara la nada, su nave flotaba por en medio de la galaxia a paso lento, habían sido seis largos años, desde que Amstrog trasgredio la atmosfrea del planeta tierra, en ese lapso se habían desatado dos guerras, el sida había sido aniquilado, y el Atlas había ganado un campeonato, pero a él lo único que el importaba era volver a ver a Stelle a quien había dejado con una lagrima en el rostro aquel 16 de agosto en el desierto de Texas, le diría cuanto la extraño. Le diría lo bien que se veía su estrella desde el espacio, la estrella que ella descubrió una noche en que hacían el amor en la arena y que brillo en el momento en que ella sonrió, fuero 6 largos años de penurias, 6 largos años preguntándose que hacia fuera de su hogar, fuera del pequeño lugar que dios le había destinado para vivir, le traía dos regalos un pequeño granito rojo que había recolectado en el mar alfa de Júpiter y una planta, también roja que había crecido sobre el casco de la nave, cuantas ganas tenia de tomarla otra vez por el talle, de ver su sonrisa, de recordar su rostro que ahora era solo una sensación espiritual más que una imagen fisica, le diría las cosas que estuvo pesando en la cabina sin gravedad... le diría cuanto le lloro, cuan fiel le fue....porque no sucumbió ante los deseos de las extraterrestres de 6 senos. le diría todo lo que se dice en un susurro y esperaba oír de ella un te amo, como siempre... como nunca.
Menos de 10 mil kilómetros para entrar en la atmósfera decía la torre de control, y su corazón se hundía en el pecho, un festival de gases multicolores le alegraban la sonrisa, y después azul, azul como el vestido que ella llevaba ella la primera vez que se la cruzo en la avenida. Un zumbido inundaba sus oídos acostumbrados a no oír nada, era como entrar al cine por primera vez, la tierra lo llamaba de alguna forma, sabia que ella iba a estar ahí, a menos de 200 mts su cabina salia disparada y caía al mar, un helicóptero bajaba por el y los oficiales lo abrazaban y le colgaba medallas, pero el solo quería verle a ella, busco en la torre de control pero no vio su pálido rostro, tampoco en la ceremonia de bienvenida y temió lo peor.

Aquella noche durmió por primera vez en seis años pegado a la superficie pero sus sueños siguieron en el espacio, soñó un gran agujero negro que se tragaba a Stelle, la llamó a su casa pero el teléfono no servia, a la mañana siguiente a primera hora caminando a paso veloz y después corriendo se dirigió a su casa, como habían cambiado las cosas la gente le parecía rara, irreal tan simple con tan solo dos piernas. Doblo por la primera avenida en donde antes había una casa elegante de tres pisos y ahora había un restaurante de una cadena famosa y casi cae de bruces cuando vio la casa a la que muchas veces acudió de noche, a dejar recados por la ventana. Al parecer se había incendiado y no encontró a nadie que le pudiera decir si Stelle sobrevivió. Desvalido y fuera de si corrió y corrió cuesta abajo llorando, la gente lo tomaba como un loco, cosa muy común en aquellos días, sus ojos con estrellas todavía en sus pupilas derramaban cristales que quemaban el piso, nunca hubiera ido, no le hubiera dejado, cansado de tanto correr se sentó en un café del centro. El café donde por primera vez y por error, ella se había embriagado, el mesero al verlo tan ofuscado ni siquiera le pregunto que quería. Le sirvió una botella de su tequila más radioactivo. Amstrong empinaba el codo y la rodilla. había hecho lo que ningún hombre en el mundo y ahora era el más miserable de todos, quiso volver, otra vez a las estrellas, lanzarse como la chatarra de los satelites y por siempre flotar en el espacio.  Una mujer de cabello negro se sentó sola en la mesa de enfrente. Tenia los ojos cual lunas, y la sonrisa de aurora. Amstrong parado en el barandal del bar a 5 pisos del espacio veía en ella algo familiar, pero, ¿acaso cualquier rostro humano no lo seria después de tanto tiempo?  Después de darle algo de propina al mesero, Amstrong se dejo caer flotando hacía el espacio para vivir por siempre en su nave y regresar  al planeta de donde dejo a Stelle.

La mujer pago su cuenta y llorando por la acera recordó vagamente a un tipo que algún día la enamoro y que enloquecio con botones de peyote, se pregunto si todavia estaría en el hospital o si ya se habría bajado del avión.

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