miércoles, 18 de agosto de 2010

El vacio infinito


El vacío infinito es una hoja en blanco en la máquina de escribir de Borges.

Es un joven graduado de prepa que mira la lista de licenciaturas.

Es el ruido de la corriente eléctrica cuando Hendrix enchufa  su guitarra.

Es un balón que viaja hacía la portería cargando la gloria y la decepción en su vuelo.

Es el instante en que se fuga el semen y se ven las cosas sin brillos ni sombras.

El vacío infinito no es la nada y puede ser el todo, uno puede ser todo siendo nada.

El problema surge cuando uno cae de arriba y decide llamarse Juan y deja de ser Pedro, Pablo ó Rodrigo.

El vacío se esfuma cuando conoces a tu mujer y miras con una mirada discreta los millones de nalgas firmes que nunca tocaras.

En el vacío infinito navegan los locos, los artistas, los colores que no tienen nombre, las calles por donde nadie pasa y las teorías antes de ser escritas.

No me digas que no soy nada, cuando lo he dejado todo por llegar hasta aquí.

twins

 Nacidos y fallecidos al mismo tiempo. Físicamente 100% idénticos. Pero por dentro, las almas más disimiles que hayan existido.


Al risueño se le llamó Carlos y Oscar al Iracundo.

Habían comido lo mismo, habían vestido lo mismo y recibido los mismos derechos y obligaciones en casa. Oscar estudió Ingeniería. Carlos Arquitectura. Y en contra de la costumbre ninguno de sus amigos los confundió una sola vez.

A los 30 dejaron de hablarse y no fue hasta que sus padres celebraron sus bodas de oro que volvieron a estar cerca.



Aquella noche Oscar llego al templo a la hora acordada, mientras Carlos lo hizo cuando el sacerdote repartía las hostias y un poco borracho recibió el cuerpo de Cristo, a diferencia de Oscar que enojado, al descubrir que portaban un smoking idéntico, prefirió quedarse sentado atrás; lejos de todos evitando así el saludar a familiares que ya ni conocía, ni quería conocer. Carlos se sentó junto a sus padres y se alegró de ver a sus primos y a sus tíos con vida y los saludó a todos de uno en uno.



Acabada la misa, Oscar salió de prisa antes que todos; se le hacía un absurdo esa costumbre de tomarse fotos afuera del templo, formados como un equipo de fútbol. Carlos por su parte estuvo en casi todas las fotos y le pidió copias de todas las tomas al fotógrafo.

Carlos llevó a sus padres en su automóvil, mientras Oscar se fue caminando al salón de eventos, aliviado porque no batallaría por tener que encontrar un lugar para su inexistente carro y no tener que pagar un ballet parking.



Al llegar al salón, Carlos escogió el lugar más cercano a la pista e invito a sus primos una botella del mejor whisky. Oscar estuvo sentado en la barra donde servían las cervezas esperando que la noche pasara rápido para estar de nuevo en su casa aunque no tenía nada mejor que hacer.



Carlos estuvo encantado de conocer a las hijas de una prima que venía de Estados Unidos y que nunca había conocido. Oscar se escurrió discretamente al baño cuando la prima se iba acercando a él.



Llego la hora del vals y Carlos como siempre se hizo el payaso frente a todos, arremedando a sus tíos y carcajeando a su familia estaba orgulloso de ellos y su familia estaba orgullosa de él. Oscar distante rogaba a dios porque no lo nombraran por el micrófono, pero así fue. Oscar tuvo que acercarse a bailar con su madre a quién veía muy pocas veces al año y se sintió avergonzado; La gente se reía de él, porque no sabía bailar. José los odiaba a todos, siempre se había sentido avergonzado de su familia. No quería ver a ninguno a excepción de sus padres.



El vals continuó y Oscar miró como Carlos quitado de la pena, sacó a bailar a la más guapa de las muchachas invitadas. Oscar nunca se había casado. Carlos se había divorciado 2 veces y tenía más de 7 hijos regados.



Llego la hora del brindis; Oscar dijo las palabras tantas veces oídas en aquel casino. Carlos Improvisó un discurso cargado de humor que hizo sonrojar a sus padres, quién, como un regalo de bodas, les pidieron en secreto a los dos hermanos que se dieran la mano antes de irse. Carlos sin ningún problema se acerco a Oscar, que sin ánimo y para satisfacer a sus padres estrecho su mano. La cúspide de una vida de Alegrías, aventuras y sorpresas y el fondo de una existencia de soledad, amargura y tedio llegaron a su fin cuando los tornillos que habían sostenido por medio siglo a un gran candelabro decidieron jubilarse dejándolo caer precisamente antes de que los gemelos separaran sus manos. Su muerte fue instantánea.

Al llegar los rescatistas y remover los escombros, su madre desconsolada lloró por sus dos hijos, concebidos exactamente hacía 50 años. Uno con cara de dolor y otro con una gran sonrisa.

A la hora de enterrarlos El padre se apeno por la desdicha vida de Oscar y se sintió un poco reconfortada con la sonrisa de Carlos, sin imaginar que habían colocado los cuerpos en las tumbas equivocadas.

martes, 17 de agosto de 2010

El espacio



Charles Amstrong maniobraba ágilmente los controles del Apolo 15 que regresa de su misión en Júpiter, ahora por primera vez desde la primera vez, volvió a disfrutar de el paisaje sórdido de estrellas que luchaban por que no se las tragara la nada, su nave flotaba por en medio de la galaxia a paso lento, habían sido seis largos años, desde que Amstrog trasgredio la atmosfrea del planeta tierra, en ese lapso se habían desatado dos guerras, el sida había sido aniquilado, y el Atlas había ganado un campeonato, pero a él lo único que el importaba era volver a ver a Stelle a quien había dejado con una lagrima en el rostro aquel 16 de agosto en el desierto de Texas, le diría cuanto la extraño. Le diría lo bien que se veía su estrella desde el espacio, la estrella que ella descubrió una noche en que hacían el amor en la arena y que brillo en el momento en que ella sonrió, fuero 6 largos años de penurias, 6 largos años preguntándose que hacia fuera de su hogar, fuera del pequeño lugar que dios le había destinado para vivir, le traía dos regalos un pequeño granito rojo que había recolectado en el mar alfa de Júpiter y una planta, también roja que había crecido sobre el casco de la nave, cuantas ganas tenia de tomarla otra vez por el talle, de ver su sonrisa, de recordar su rostro que ahora era solo una sensación espiritual más que una imagen fisica, le diría las cosas que estuvo pesando en la cabina sin gravedad... le diría cuanto le lloro, cuan fiel le fue....porque no sucumbió ante los deseos de las extraterrestres de 6 senos. le diría todo lo que se dice en un susurro y esperaba oír de ella un te amo, como siempre... como nunca.
Menos de 10 mil kilómetros para entrar en la atmósfera decía la torre de control, y su corazón se hundía en el pecho, un festival de gases multicolores le alegraban la sonrisa, y después azul, azul como el vestido que ella llevaba ella la primera vez que se la cruzo en la avenida. Un zumbido inundaba sus oídos acostumbrados a no oír nada, era como entrar al cine por primera vez, la tierra lo llamaba de alguna forma, sabia que ella iba a estar ahí, a menos de 200 mts su cabina salia disparada y caía al mar, un helicóptero bajaba por el y los oficiales lo abrazaban y le colgaba medallas, pero el solo quería verle a ella, busco en la torre de control pero no vio su pálido rostro, tampoco en la ceremonia de bienvenida y temió lo peor.

Aquella noche durmió por primera vez en seis años pegado a la superficie pero sus sueños siguieron en el espacio, soñó un gran agujero negro que se tragaba a Stelle, la llamó a su casa pero el teléfono no servia, a la mañana siguiente a primera hora caminando a paso veloz y después corriendo se dirigió a su casa, como habían cambiado las cosas la gente le parecía rara, irreal tan simple con tan solo dos piernas. Doblo por la primera avenida en donde antes había una casa elegante de tres pisos y ahora había un restaurante de una cadena famosa y casi cae de bruces cuando vio la casa a la que muchas veces acudió de noche, a dejar recados por la ventana. Al parecer se había incendiado y no encontró a nadie que le pudiera decir si Stelle sobrevivió. Desvalido y fuera de si corrió y corrió cuesta abajo llorando, la gente lo tomaba como un loco, cosa muy común en aquellos días, sus ojos con estrellas todavía en sus pupilas derramaban cristales que quemaban el piso, nunca hubiera ido, no le hubiera dejado, cansado de tanto correr se sentó en un café del centro. El café donde por primera vez y por error, ella se había embriagado, el mesero al verlo tan ofuscado ni siquiera le pregunto que quería. Le sirvió una botella de su tequila más radioactivo. Amstrong empinaba el codo y la rodilla. había hecho lo que ningún hombre en el mundo y ahora era el más miserable de todos, quiso volver, otra vez a las estrellas, lanzarse como la chatarra de los satelites y por siempre flotar en el espacio.  Una mujer de cabello negro se sentó sola en la mesa de enfrente. Tenia los ojos cual lunas, y la sonrisa de aurora. Amstrong parado en el barandal del bar a 5 pisos del espacio veía en ella algo familiar, pero, ¿acaso cualquier rostro humano no lo seria después de tanto tiempo?  Después de darle algo de propina al mesero, Amstrong se dejo caer flotando hacía el espacio para vivir por siempre en su nave y regresar  al planeta de donde dejo a Stelle.

La mujer pago su cuenta y llorando por la acera recordó vagamente a un tipo que algún día la enamoro y que enloquecio con botones de peyote, se pregunto si todavia estaría en el hospital o si ya se habría bajado del avión.

lunes, 16 de agosto de 2010

Un día en la vida

A las doce del medio día se encendio la radio, como siempre se escuchaba el noticiero; habían encontrado tres cabezas en la carretera a Chapala. 1,600 000 Pakistanís habían muerto en las inundaciones y en esos momentos había un bloqueo de gran parte del centro de la ciudad por campesinos inconformes. Las cosas allá afuera seguían normales, pensaba Mateo Riva que apenas se despabilaba. Se había acostado muy tarde la noche anterior, viendo un especial sobre póker en ESPN. Necesitaba alguna forma de multiplicar los 500 pesos que le quedaban y no tenía intención de regresar a la vida laboral. Mateo era escritor. Vivía como escritor; en un piso pequeño, de un barrio a donde solo se iban a vivir putas, Pachecos, traficantes, güeros mochileros, y por supuesto, escritores. Cada febrero recibía los cheques de regalías de sus 22 libros escritos. Aunque todavñia no era un autor reconocido, tenía algunos seguidores, lástima que escribiera para los jodidos, como él. Era  seguro,  de los autores contemporáneos más fotocopiados del momento. Cada que le llegaba algún dinero iba a la licorería a pagar lo atrasado, no tanto por que las deudas significaran mucho, más bien no quería peredr su crédito. Tenía más de 5 años sin escribir una sola página, había dejado su última novela inconclusa, se le había ocurrido “la gran idea” de hacer una novela autobiográfica y después de describir su juventud y sus primero logros en el primer capitulo, se había quedado en seco. Quizás fuera el hecho de que se viera desde afuera y su vida le pareciera ridícula, sosa, sin emoción y temiera exponerse.

Faltaban todavía 2 semanas para Febrero y ya no tenía más que -un six de corona y una botella de oso negro, una lata de cacahuates y un bolzonón de churros agrios, Todo por no haber querido estrechar la mano del Gobernador y no es que su orgullo o alguna filiación política se lo hubiera impedido, es solo que andaba borracho y lo confundió con un gran capo de la mafia... -hoy tendría una beca, lo invitarían a dar cátedras y quizás hasta le hubieran podido poner su nombre a algún callejón del centro, se lamentó frente al espejo.

Calentó su café y sintió el calor en sus entrañas, fue al baño a evacuar lo poco que había comido. Alguien toco a la puerta y Mateo con los pantalones abajo se acerco  molesto. Últimamente le disgustaba toda la gente, si eran de nuevo los testigos de Jehová saldría en pelotas con su génesis en la mano, para mostrarles la gloria.  pero solo era el viejo cartero que antes le traía montones de cartas y hoy solo puras deudas. El cartero introdujo una carta bajo la puerta y se alejo por el pasillo. Mateo miro la carta y decidió no abrirla, era de Nena.

Su departamento, era un solo cuarto atiborrada de libros, tenía un escritorio con una computadora vieja, un tocadiscos y un ropero donde guardaba hecha bola toda su ropa sucia. Dormía en un sofá cama muy pequeño , su gran pretexto para que ninguna mujer se le pudiera asentar permanentemente. Y lo había conseguido, ya ninguna de sus admiradoras lo frecuentaba, ni siquiera las más feas. Antes le ayudaban a hacer el aseo, le llevaban la ropa a la lavandería, trapeaban sus pisos y le traían vino, pero Mateo las corría casi insofacto de extirpar su ponzoña evolutiva, argumentando que le habían inspirado un poema y que tendría que trabajar toda la noche en él.

Después de prepararse un coctel de vodka se acostó de nuevo, no por levantarse tarde iba a renunciar a la siesta de la tarde. A las 4:00, Su teléfono celular sonó, Mateo miró el número de su madre y dejo sonar la quinta sinfonía de Beethoven, adoraba a la anciana pero si le contestaba perdería por lo menos 2 horas de su valioso tiempo escuchando los mismos chismes y las mismas anécdotas que había escuchado desde que tenía uso de razón (muchas de las cuales había usado para sus historias). Además, su madre estaba muy bien cuidada por sus hermanos, -un día de estos la visitaré, sirve que me traigo un topper de frijoles- se prometió.

El resto de la tarde se la pasó dormitando ante el televisor, su inconsciente se tuvo que fumar una película de Mauricio Garcés y dos programas de concursos. Cuando por fin llego la noche se sintió autorizada para beber alguna de las cervezas. Trato de leer aquel libro de San Agustín, pero ya no tenía el hábito. Sintonizó de nuevo el radio se acercó a su ventana y miró el mundo erosionarse de a poco una noche más. Se sintió solo, pero él lo había querido así, recordó un poco a Nena pero desecho la imagen justo antes de que el recuerdo lo empezara a quemar, hecho un gran trago de oso negro. El timbre de la puerta de abajo sonó. Mateo apago la luz y se asomo por entre las cortinas, vio a Everardo; cantante, compositor y la garganta más voraz para el vino ajeno. Mateo trato de no moverse, Everardo se asomó desde abajo y al ver que nadie le abría se alejo enfadado. Mateo se quedo en la oscuridad mirando los coches que pasaban por el puente de la avenida Hidalgo.

A las 12:00 Pm se encendía automáticamente el radio. Mateo abría un ojo y por su oído se filtraban las últimas noticias; habían encontrado tres cabezas en la carretera a Chapala. 1,600 000 Pakistanís habían muerto en las inundaciones y en esos momentos había un bloqueo de gran parte del centro de la ciudad por campesinos inconformes. El mundo estaba jodidamente igual, ni se acababa ni mejoraba, como él mismo pensó. Preparo un café y lo bebió, inmediatamente tuvo que ir al baño y mientras contaba los azulejos llenos de sarro. Alguien tocó a la puerta. Mateo decidió quedarse sentado en la taza,  cualquier urgencia podría esperar un rato más, no hay cosa más importante en el mundo que zurrar a gusto pensó. Al salir del baño miró la puerta, había una carta en el suelo, la tomó,  otra vez de Nena, decidió guardarla junto a la que le había llegado el día anterior, pero no la encontró, la leería más tarde aunque intuía que contenía. Miró el calendario, había creído que era miércoles y apenas era martes, faltaban dos semanas para recibir su cheque todavía, tendría que pedir prestado a alguien ó mejor empeñar alguna cadena o su computadora.

A las 4:00 en punto  su celular sonó con la quinta Sinfonía, de nuevo era su madre, por lo general lo llamaba una vez por semana, ojala y no estuviera pasando una desgracia, últimamente las llamadas se habían vuelto un largo obituario de viejos conocidos. La quinta sinfonía siguió un rato hasta que se apago súbitamente.

Mateo abrió el refrigerador y para su fortuna miró, que no le había bajado casi nada a la botella el día anterior y  todavía le quedaba un six, estaba casi seguro que un día antes había bebido un par de cervezas pero se asomó en el cesto de basura y no había ninguna ¡Que afortunado! Podría sobrevivir quizás unos 3 o 4 días antes de pedir prestado. Bebió un par de cervezas y prendió la tele -¡Puto cable! Siempre pasan las mismas  películas-. Le dio un poco de sueño y unos timbrídos lo despertaron más tarde, cuando la oscuridad se había llevado el color de sus paredes. Separó un poco las cortinas y miró de nuevo A Everardo, de seguro andaría sin un cinco ¿O que acaso ya no tenía más amigos? Mateo fue a su refrigerador y sacó la botella de oso negro. Recordó la carta de Nena y la abrió mientras daba un buen trago de vodka. Lo de siempre Nena quería que Mateo conociera a su hija, tendría ya unos 5 años. Nena había sido su única pareja estable aunque nunca habían vivido juntos, al embarazarse y Mateo sugerir que abortara Nena le había dejado, Cada año le había mandado una carta como esta con fotos de la niña, no estaba mal tenía las cejas pobladas como él. Pero fuera de eso no quería saber nada de ella. El instinto paternal no se había desarrollado en él. Tomó la carta e hizo un avioncito de papel con ella, la aventó y lo miro descender hasta estrellarse contra el concreto.

12:00 Pm el radio se encendía el locutor daba las noticias del día habían encontrado tres cabezas en la carretera a Chapala. 1,600 000 Pakistanís habían muerto en las inundaciones y en esos momentos había un bloqueo de gran parte del centro de la ciudad por campesinos inconformes. Mateo se extraño un poco creía haber oído lo mismo un día antes, aunque realmente no había puesto atención, quizás un error técnico hizo que repitieran las noticias del día anterior. Calentó el café y se sintió un poco debil, según recordaba el día anterior no se había desvelado. Será la edad pensó. Le dio unos sorbos a su café y como siempre se le soltó la tripa. Alguién tocó a la puerta y Mateo se admiro de que diario lo agarraran cagando, jalo la palanca del retrete y fue a la puerta, ahí estaba de nuevo otra carta de Nena, de seguro esta desesperada –pensó- y dejo la carta arriba del refrigerador, se sorprendió de le quedara tanto vodka, bien le había recomendado Ever, "El oso negro rinde y rinde mucho". Volvió a ver el six pack lleno, estaba seguro que ayer se había tomado unas cuantas, por lo general le pasaba a la inversa, de repente las botellas amanecían a la mitad o el refrigerador sin cerveza pero esto era nuevo, quizás los duendes de la cebada le estaban retribuyendo orinando en sus botellas.

Destapó una cerveza y se sentó frente a su escritorio, ojalá pudiera escribir algo, ¿pero sobre qué? ¿Sobre soledad, vino y fracaso? No era ni siquiera tan buen bebedor, ni se sentía fracasado y su soledad no le incomodaba, así que no le inspiraba en lo más mínimo. Sonó el celular con la quinta sinfonía, Mateo pensó que de verdad sería urgente y decidió contestarle a su madre. No era urgente solo era su madre que quería saber de él y contarle que a su tía mica le habían diagnosticado influenza, que la fuera a visitar algún día, que Robertito su sobrino ya se había titulado y que Casandra su sobrina más pequeña, ya estaba por casarse  porque estaba embarazada. Su madre hablaba y hablaba y hablaba y Mateo solo miraba la calle, se paró al refrí y destapó otra cerveza. Una a una hasta que acabo con el six, su madre tenía su número gratis en su celular y le podía hablar el tiempo que quisiera, Mateo se arrepintió de haberle sugerido que agarrara esa promoción. A las 6 de la tarde su madre por fin le dejó. Mateo ya estaba mareado y siguió con el vodka, encendió la televisión y dio con la película de Mauricio Garcés que ya había visto los dos días anteriores, esa si era vida, chicas con bikini y buen vino que lástima que no nació con la trompa y el porte de Garcés. Llegó la noche y Mateo miró como su botella se iba extinguiendo, tendría que rogarle al de la licorería,  nunca había dejado de pagarle, se compraría unas botellas de ese tequila que acababa de salir, o quizás podría ir a alguna exposición y gorrear algunas copas, pero tendría que ver a la flota de mamones que se movían en esos ambientes, recordó como Ever y el un día se metieron a una galería con un plumón y le dibujaron un gran pene en el retrato de la solemne madre de un artista, eran buenos tiempos. Sonó el timbre y Mateo fue a la ventana ahí estaba de nuevo Ever, con las manos vacías, sin una botella de vino ó un six de cervezas, lo miro alejarse, escondido entre las cortinas.

Mediodía el radio se encendía y se escuchaban las noticias; habían encontrado tres cabezas en la carretera a Chapala. 1,600 000 Pakistanís habían muerto en las inundaciones y en esos momentos había un bloqueo de gran parte del centro de la ciudad por campesinos inconformes. Mateo sorprendido no solo por las noticias sino porque no se sentía crudo, solo algo desvelado, Inmediatamente fue al refrigerador y se aterro. Ahí dentro seguía la botella de oso negro medio llena y el six de cervezas completo. La puerta sonó y Mateo fue hacía ella, vio al viejo cartero sacar de su bolsa una carta y aventarla por abajo. Era la carta de Nena, igual que la del día anterior que había dejado arriba del refri y que hoy no estaba. Mateo la abrió y miro las fotos y la carta que ya había leído. Se paso el día de arriba abajo, buscando similitudes con el día anterior, ó el alcohol le empezaba a caer mal o había caído en un bucle como en aquella película que pasaron un día en el cable. Llegaron las 4 de la tarde y Mateo miraba su celular, es espera del primer compas de Beethoven, al oírlo a la hora en punto, sintió un miedo espantoso, contesto a su madre quién el empezó a contar lo mismo del día anterior y si bien es cierto que su mamá tenía un poco de alzheimer, pronunció exactamente las mismas palabras.  Mateo dejo el teléfono y se sirvió un vino, fue al calendario y miro que de nuevo era martes, ¿y qué tal si estuviera enfermo? ¿Si su percepción del tiempo se hubiera estropeado? -alguna enfermedad nueva- pensó. Tendría que haber una explicación lógica, ¿pero si no? Los locos no saben que están locos, quizás un instante antes se den cuenta pero después no hay marcha atrás- pensó. A las 6 en punto oyó a su madre colgar, tomó la botella ¿porqué le podría estar pasando esto a él?  el vino lo iba calmando y que tomara la situación con más calma. Cuando calló la noche miro por la ventana venir a Ever y le abrió antes de que tocara. Ever subió se le veía demacrado, con las ojeras muy marcadas, lo invito a tomarse una copa en la fuente pero Mateo desistió, estaba demasiado frikeado como para salir, le dijo que se sentía enfermo y  Ever que lo vió tan pálido se retiro. . Mateo cerró su puerta, Mateo de quedarse en vela hasta que saliera de nuevo el sol, ó hasta que viera al ente que le atrazaba el relój,  pero el sueño lo venció.

A las 12 de día el radio se encendía con las mismas noticias, Mateo se levanto y fue a hacer su café, esto no era un sueño, cagaba y muy apestoso. Oyó que aventaban la carta, su madre le hablo a las 4 en punto y Everardo fue a buscarlo al caer la noche Mateo lejos de asustarse imagino las posibilidades que tenía, podría asaltar un banco e irse a cualquier cantina o mejor aún pegarle unos plomazos al gobernado y al otro día amanecer en su cama etc. Mateo no trato de ver llegar el sol, y se durmió plácidamente.

Mateo se levanto con las noticias de la mañana, se preparo su café y fue hasta la puerta al mismo instante que le pasaban su carta, a las 4 contestó el teléfono antes de que timbrara y aventó un gargajo con exactitud cuando pasaba un policía abajo en la calle. Podría llevar las posibilidades al límite, podría desmenuzar la vida, hacer algo diferente cada día, saber la vida de todo el mundo tan siquiera por un día pero Mateo se sentía más vacío, como si al vencer la muerte, la vida completamente careciera de sentido.

Aquél día Mateo recibió en la mano la carta y saludo al cartero, decidió visitar a su hija, timbró y Elisa le abrió la puerta, Nena le invito a pasar a su casa, se disculpo por no tener vino y se ofreció a traerle un poco, pero Mateo le dijo que un café estaría muy bien. Pasaron toda la tarde conversando y aunque ya no sentía mucho por Nena, se sintió enamorado de su hija y se la paso mirándola toda la tarde hasta que llego a la noche.

Al siguiente día (aunque el mismo) decidió visitar a su madre, tenía todo el tiempo para oírla, y se acordó de su niñez, de seguro su madre había tenido que ver para que él se convirtiera en escritor, al relatarle los cientos de historias que ella a su vez había oído de alguién. Comió frijoles refritos y saludó a sus hermanos, había olvidado lo que era estar en familia, le echo una ojeada al cuarto donde dormían él y sus hermanos y se despido con un beso de su madre.

Al día siguiente esperó que llegara Ever, lo invito a pasar, le ofreció del oso negro y pusieron discos de Led Zepellin y de jazz como en los viejos,  platicaron y se rieron un poco,  como antes, cuando tenían 15. la noche les llego entre la plática y el alcohol.

Al otro día entre los 1600 00 millones de muertos los pobres tres hombres sin cabeza y el bloqueo de campesinos, Mateo se sintió inspirado, encendió su computadora y abrió el archivo de su novela inconclusa, le daría un final feliz, escribiría las cosas no como pasaron los últimos años sino como debieron haber pasado, a Mateo no le preocupaba que al otro día se borrara lo que pudiera escribir, solo el hecho de escribir, se puso a trabajar duro y para la noche ya tenía un borrador del final. Lo imprimió y se lo leyo a Ever, quién quedo encantado y le dijo que por mucho sería su mejor relato. Ever se despidió y dejó a Mateo solo, con su manuscrito en la mano.

Eran las 12 de la mañana y el radio se prendía con las noticias; el gobierno de estados unidos se quejaba de la inútil lucha del gobierno de calderón frente al narco. La ONU pedía apoyo para los damnificados de Pakistán y se celebraba el funeral del escritor tapatío Mateo Riva con un emotivo discurso de su amigo Everardo Rojo quién leía parte de su novela póstuma .

jueves, 12 de agosto de 2010

Memorias de un joven electricista.

16 años tendría, mi padre me daba $250 pesos a la semana por hacerle su trabajo en la CFE. $250 pesos que me convertían en el más rico de mi flota. Con eso podía comprarme de vez en cuando algún levis... !original! y me alcanzaba para cooperar para las caguamas que nunca faltaron en la prepa.


Me levantaba 15 minutos antes de 8:00, me medio peinaba y me lanzaba en el camión a esperar a mi papá afuera de la sucursal, Por su cara podía intuir si el trabajo iba a ser fácil o complicado aunque, casi nunca duraba más de dos horas en hacerlo. El trabajo de campo consistía en varias actividades; unos días, era repartir los recibos bimestrales de luz,(unos 500 en promedio) siendo el verdadero trabajo; aguantar toda clase de improperios que la gente me decía al pasar, por culpa de la benemérita compañía de luz, qué se las dejaba caer cada dos meses. como autoprotección me ponía de su lado, les decía que los dirigentes eran unos rateros (cosa en la cual no mentía) y que yo solo le estaba ayudando a un cabrón que me pagaba una miseria, que yo también pagaba luz (lo cual no era cierto) y tenía que aguantarle las caras a las secretarias mal cogidas que no daban ninguna razón de las tarifas tan elevadas ni del pésimo servicio. A veces, porque tenía tarea ó había otros asuntos de extrema importancia como, alguna fiesta de los del turno matutino ó simplemente el cansancio normal de cualquier alcoholescente chaquetero (a como me ha gustado dormir siempre, supongo que he reencarnado muchas veces porqué que nací muy, muy cansado.) Me devolvía a mi cama y dejaba la dotación de recibos en los cajones donde guardaba mis calzones. Algunos días se me llegaron a juntar 3 o 4 dotaciones y tenía que hacerlos un día antes de que se vencieran !en un solo día! A veces bajo promesa de comprar un cartón de cerveza (que nunca les pague je je je saludos Ever, Yoda, Simi, Adán, Ramón, Nariz, Benito...) y acabábamos el trabajo retrasado en solo media hora.

Los recibos son de un grueso papel que permite planear, y con la práctica recuerdo que era muy fácil aventar los recibos bajo la puerta y asustar a los perros o desde afuera y entre las rendijas del cancel atinarle al cesto de basura o a los charcos adrede. También otros días uno tenía que capturar la lectura de la luz, -ponle menos mijo- me decían las señoras que comían menudo. Con el tiempo fue el trabajo que más odie, ya que había colonias donde todas las casas tenían cancel y uno tenía que esperarse a que le abrieran o aventurarse hacía dentro de la casa y rezar porque no le saliera a uno un perro grande. Recuerdo en una ocasión que yo oyendo mis audífonos quizás algún disco de los Caifanes o de Cuca, abrí un cancel y me metí hasta el fondo donde estaba el medidor de lux, calcule en los relojitos el enojo que en una semana iba a tener el jefe de familia y de repente empiece a sentir una mirada extraña sobre mí, volteé y a unos metros de mí, un cabroncísimo mastín Napolitano de 1 tonelada quizás, me mira como el alcohólico afuera de la vinatería. No me acuerdo haberme zurrado del susto, pero debería de haberlo hecho. la bestia bloqueándome la puerta con la baba escurriendo de su gigantesco hocico infectado de rabia (decían de esa raza de perros, que los usaban para putearze con leones en los coliseos romanos) Toque la puerta, sin dejar de rezar entre dientes, nadie respondió, el perro se acerco gruñendo, nadie en la calle para pedirle auxilio, me tape las partes nobles (de esto viviré , pensé) aunque si me hubiera prendido hubiera podido comer todo el año él y todos los perros de la cuadra, viril y criadillas marca legas. El perro a punto de llegar a mi, lo empiezo a oler, huele a carne, a sangre, y yo sin nada con que pegarle, con que trabarle la mandíbula. Por los nervios empiezo a chiflar "Al perrito le duele la muela de Cri Cri, el perro cambia algo en sus ojos se humaniza creo yo… quizás José Gabilondo Soler reencarnó en dogo y me la fió, sin embargo el perro no deja de acercarse, descubro que Cri Cri lo pone nostálgico y sigo chiflando y hasta le canto: Al perrito le duele la muela ... y el cabrón perro en vez de hacerme el coro, se abraza sobre mi pantalón levis 560 color gris y le hace el amor a mi pierna, y hasta se encabrona si dejo de chiflarle, así que repito 5 veces la canción. Al final se va a su rincón y se echa y ni un besito de gratitud me da el pinche perro, ni siquiera una llamadita por teléfono...

Como odio los ladridos de los perros desde aquellos días y a la gente. La gente que no comprende que es un puto trabajo, que a mi papá le pagaban muy poco y a mí me daba el mínimo. Un día repartiendo recibos me topo con una casa con cancel, no tiene buzón y obviamente tengo que aventar el recibo a la cochera, un anciano llega a hacérmela de pedo, que por eso los recibos se pierden y que esta por llover que porque no toco a la puerta, le explico que si tocara la puerta de los más de 700 recibos que llevo, acabaría en dos días, el me dice que le vale madres yo le digo que me vale tres veces madres que al le valga madre, me mienta la madre y yo le miento su difunta madre, en eso sale entonces de la casa su hijo, por lo menos 40 años alto, me avienta, lo aviento, me dice que me va a partir la madre y yo que si algo me da más miedo que los golpes es la humillación me planto y le digo…!a la hora que quieras Puto! temblando como lavadora y rezando porque de pura cajeta pase mi tío Alfredo con alguna cuadrilla o mejor aún mi tío Memo (a ese si le gustan los putazos), pero no pasa nadie, empiezan a salir más vecinos que me quieren asesinar parece que le acabo de mentar su madre al patriarca de la cuadra. En eso un camión se detiene a unos metros y lo abordo cobardemente ante la burla de todos los cabrones. Debería de ir ahora seguramente el puto tendrá 55 ahora si será más justo o por lo menos pasar y romperle unos vidrios de su puta casa, de seguro todavía no tiene buzón.

En los días en que tocaba cortar la luz uno llegaba a sacar 200 ó 300 pesos, y eso que yo no les pedía, solo les decía vaya a pagarla y al rato paso y me enseña su recibo y solitos me daban 20 o 30 pesitos. Una mañana llego temprano, -los primeros 30 pesos del día-, pienso. Toco, una cara se asoma desde la ventana de arriba, -señora, ¿tiene su recibo de luz pagado? – No joven espéreme- Lo de siempre; el recibo nunca les llego, apenas iban a ir a pagarlo, la crisis, una enfermedad, un entierro, acaban de llegar de vacaciones, ya me sé todos los pretextos etc. Alisto mis pinzas para cortar el sello, en eso abre la puerta una de las mujeres más hermosas que he visto, de unos 28 años, morena estilo la Bellucci, pero joven. Aparte trae un short y una playera al ombligo. Me sonríe me dice que no ha tenido dinero, que le dé chance. Hay algo sensual en su sonrisa, que me da a entender que no tiene dinero pero que me puede ir bien. Me ofrece un vaso de agua, volteo al cielo y le digo a Dios venga a nosotros tu reino, le digo a la morena- ¿podría usar tu baño? A ver si pega, para ver si no solo me va a ofrecer agua. Ella la cierra a mis espaldas, -seguramente vive sola – pienso- ya chingaste Carlitos, no te la van a creer- tiene unas piernas hermosas todo en ella es hermosa aparte de sensual. El baño está al fondo en el cuarto- me dice- y creo notar un guiño de ojos, abre la puerta de su habitación y de repente veo su cama, una cama matrimonial con el inconveniente de que el esposo y dos pequeños hijos duermen en ella. Hago como que orino y salgo hecho la chingada de puntitas. Más tarde por la calle pasa la mujer de la mano de su esposo y me sonríen me agradecen, me siento muy apenado. Maldito Ron jeremy, malditas películas porno.

A veces todavía sueño que tengo una dotación en mi cajón y que la fecha de vencimiento es la siguiente mañana, que tengo que ir a repartirla a alguna colonia de la periferia poblada por cholos de cabeza rapada y de noche. A cómo voy en la vida, seguramente lo terminare haciendo, seré uno de esos que lo primero que hacen al levantarse es maldecir su trabajo y se apresuran a llegar antes de las 8:00 en punto, ojalá y tenga un hijo que me haga el trabajo.

martes, 10 de agosto de 2010

1ERA CARERRA INTERNACIONAL DEL DÍA DE LA MUJER.


Y llego el día en que una mujer fue electa Gobernadora del estado de Jalisco. La gente (sobre todo las mujeres) hartas de los excesos de los varones, castigaron con su voto a los tres partidos importantes que postularon candidatos machínes y dieron su voto al partido de la mujer. Para celebrarlo en su toma de protesta la ciudadana Lic. María de Lourdes Ponciano propuso una carrera en la ciudad de Guadalajara, en donde solo participaran las del anterior sexo débil. En el congreso las diputadas votaron a favor al igual que los varones con tal de tener otro día de descanso…

El 8 de marzo sería la carrera, que empezaría desde el centro de la ciudad y terminaría en la laguna de Chápala. Cualquier mujer que tuviera licencia se podría inscribir y ningún varón sería bienvenido, ese día para tenerlos en sus casas, pasarían un especial de 24 horas con los mejores partidos de fútbol en el canal 2, mientras que en el 4 habría un especial de series policiacas y películas de Chuck Norris Y en el 11 documentales sobre carros deportivos conducidos por Maribel Guardia en bikini.

Llego por fin la fecha, los varones veían desde las puertas de sus casas como las conductoras salían en sus carros recién lavados entre las porras de las vecinas que orgullosas mostraban pancartas y gritaban porras a las representantes de sus cuadras.

Pronto la avenida 16 de septiembre se lleno con más de 500 automóviles y camionetas. Muchos de los cuales llevaban calcomanías de corazones con leyendas como “princesa a bordo” y su número rosa que indicaba el poder femenino. La gobernadora dio un emotivo discurso, donde instó a las mujeres a tomar su lugar en la sociedad y no dejarse de los machos nunca más. Ella misma desde un podio dio el banderazo inicial, sin embargo no salieron enseguida pues la camioneta de Televisa desde donde una camarógrafa y reportera registrarían aquel evento se apago, la chofer de la camioneta apenada y nerviosa, lucho algunos segundos para prender la camioneta, entre las burlas de los cientos de conductoras que coreaban un ea ea, uh uh. Al fin lo consiguió aunque arrancó en tercera y la camioneta iba estornudando ante la pitadera de la mayoría de las concursantes. A la cabeza se puso una señora copetona que manejaba una suburban y que no dejaba pasar a nadie, creía que la línea que dividía los carriles debía de pasar en medio de su camioneta y les mentaba la madre a las que le pitaban orgullosa de llevarlas a su ritmo. Al llegar a la primera esquina la camioneta empezó a echar humo blanco y la señora gritaba y pedía auxilio desesperada por no saber usar el extinguidor y asombrada de que a los carros también seles pusiera agua y aceite y no nomás gasolina, las conductoras iban pasando poco a poco, y a su paso le gritaban ¡vieja pendeja! en la espera, gran parte de las conductoras abandono la carrera ya que a un hábil gerente de supermercado se le ocurrió poner el kilo de papaya coreana a 2 pesos (aunque subiera al doble el resto de los productos) Una de las conductoras con una camioneta del año tuvo la desfortuna de rayar la defensa de la copetona, bloqueando definitivamente el paso a más carros y provocando una carambola gigantesca qué seguía después de 5 minutos. La copetona entonces se negó a mover su camioneta hasta que viniera su ajustador de seguros que seguramente, estaba en casa con una chela en la mano y disfrutando de mujeres como Maribel Guardia que si sabían su lugar en el mundo. La gobernadora veía con frustración como las mujeres no dejaban de pitar aún y cuando se les había dicho que había un percance y que guardaran silencio. Algunas de las conductoras aprovecharon entonces para sacar sus catálogos de toppers, lencería y perfumes y hacer su agosto. De las 5 conductoras que pudieron esquivar el percance, una abandono porque había dejado la olla de los frijoles prendidos, otra se asusto cuando un french poddle le salió al paso y se tapo los ojos sin dejar de acelerar embarrándose en la fuente de un parque. Otra llego a comprar una nievecita y perdió al pelotón, ¿para donde quedaba Chápala?- pregunto pero ninguna mujer en la calle le supo decir. . Una más se enojo con su compañera copiloto porque dijo que su vecina dijo que ella dijo, que su marido le había coquetado un día y eso que ella le dijo a su vecina, que no dijera, pero su copiloto le dijo que la vecina le dijo, que ella dijo una vez que….

La única que pudo alcanzar la carretera, después de pasarse la salida en más de tres ocasiones y de regresarse metiéndose en sentido contrario por varias cuadras. Pudo terminar el trayecto sin ningún percance, pero no quiso reclamar su premio por vergüenza, ya que al cruzar la meta le pidieron que estacionara su carro en un espacio que media por lo menos 10 metros y no pudiéndolo estacionar en más de 17 intentos, salió huyendo de vergüenza sin mostrar nunca su cara, imaginándose que su esposo la vería en la tele muerto de risa, al igual que sus hermanos y sus compañeros del trabajo, dejando la vajilla de oro de la primer carrera del día internacional de la mujer sin ganador.

Fútbol



Lo primero que hice después de saber caminar, fue saber patear un balón. Al patearlo, la familia me ovacionaba.- Míralo; ¡este si va a ser profesional!, ahora con la izquierda Carlitos- decía alguno de mis 6 tíos, fanáticos todos del fútbol. A los 3 años fui casi obligado a chutarme todo el mundial de España 82, mi madre trabajaba en ese entonces y me dejaban en la casa de mi abuela donde vivían mis 6 tíos. Los sábados me llevaban a la liga donde jugaba… Mis 6 tíos, al igual que mi papá. Era el único momento familiar que había pues entre semana cada quién andaba por su lado pero al llegar el sábado, mi abuela preparaba una sobredosis de pepinos con jícama, mi abuelo calentaba su vieja vagoneta y a mí me ponían uno de los muchos uniformes que mis ¡6 tíos! me había comprado. Desde atrás del alambrado disfrutaba los encuentros, a veces ¡hasta me dejaban sentarme en la banca!, siempre y cuando el partido no estuviera bravo. Al cumplir 4 años me inscribieron en el kínder, aún embarrado de plastilina o resistol y enamorado de mi maestra, yo solo esperaba la hora del recreo para jugar… fútbol, nada era más importante que el fútbol. Por aquellos tiempos descubrí algo casí igual de importante: El club deportivo Guadalajara A.C. Fue una mañana de domingo cuando mi padre a las afueras del monumental monstruo de concreto mejor llamado estadio Jalisco,  me compró una playera de rayas rojas, en ese momento no entendí bien porqué pero deje de estar solo, deje de ser Carlitos Legaspi do nacimiento (como me decía mi tío Adal) segundo y comencé a ser parte de la afición más grande del mundo (según decían), la gente me saludaba, los otros niños me sonreían y los ancianos me sobaban los cabellos. Cada uno a su vez, me contaba la grandeza de aquel equipo, ¡Puros Mexicanos! 8 campeonatos casi al hilo.

La primera vez que entre al Jalisco, sentí miedo, ¿Cómo le hacían para sostener el peso de tanta gente? Y sentí pánico cuando los 11 jugadores atrás de un tipo con una bandera enorme, salían y provocaban el júbilo de los casi 62 000 aficionados que brincaban y llevaban al limite la resistencia del estadio. Era un ambiente distinto, los señores que se escapaban de ir a misa de 12:00 compartían la transmisión de radio y las cervezas con otros señores, las señoras que uniformaban a sus hijas y sobrinas como porristas y que repartían los lonches de frijoles, allá arriba los obreros y albañiles gastaban con gusto sus últimos centavos por ver, lo que era para muchos: su razón de vida.

Conocí la alegría un medio día, cuando en un instante poético, Benjamín Galindo poso el balón en el verde césped, dio dos pasos hacia atrás y calculando el viento, la temperatura  y la distancia (seguramente es ahora un excelente jugador de billar) y con los músculos exaltados de sus pies, acarició la pelota con su pierna diestra y la hacía flotar en una danza frenética hacías las redes de la portería resguardada por el mejor cancerbero: Brambila. Era como si el mismo Jesucristo bajara al mundo y se hiciera presente en los corazones de la gente; las penas y fracasos, salían de paseo por lo menos unos instantes y dejaban a la multitud en un estado de éxtasis milagroso. Con un gol en tiempo de compensación se podía cambiar el mundo…

Pronto mis héroes dejaron de ser superman, batman y el chapulín, y comenzaron a ser el Zully Ledesma, Demetrio Madero, Fernando Quirarte, Sergio Lugo, Pelón Gutiérrez, Wendy Mendizábal, Benjamín Galindo, Chepo de la Torre, Concho Rodríguez, Yayo de la torre, Omar Arellano. Sufrí cuando por la televisión mire la primer bronca contra El América. Era como si le estuvieran pegando a mi propia madre. En la segunda aprendí lo que era odiar y odié mucho tiempo a aquel que tuviera la cobardía de ponerse una camisa amarilla con dos Vs en el pecho.

Pronto tuve permiso de salir al barrio a jugar (en la banqueta) con los demás niños, y ahí solo se jugaba de lunes a domingo una cosa: Fútbol, así hice a mis amigos y fui miembro de mi primer equipo: el Nápoles 30, recuerdo la noche del viernes antes de nuestro primer partido, cuando como en una concentración profesional, mis tíos nos contaban historias de gloria conseguida por los equipos del barrio. Debutábamos en las canchas del colegio Anáhuac, contra el campeón del año pasado, el poderoso “Brasil de Obregón”. Ya en la cancha yo con 6 años miraba a todos muy hacia arriba, aunque la liga era infantil había jugadores de hasta 12 años. Iniciando movió "el ratón" me pasó la bola, yo el más pequeño de la flota burle a un sorprendido contrario que sonrió al ver que podía tener dominio del balón. Se la pase a Lalo mi primo y me desmarqué, él de derecha, me dio un pase que me dejó solo contra un portero que según recuerdo alcanzaba casi los 3 metros y que me tapaba toda la portería. Estaba fuera del área y le pegue como mi Tío Memo me había puesto a practicar largas horas en el patio de mi abuela; con todo el empeine para llegarla, pude levantar el pesado balón y la pelota paso encima del portero que se tendió y no pudo agarrarla, la pelota entro rodando a la línea de gol, así como rodaron las lagrimas en mis mejillas, quizás solo Maradona sintió lo mismo con aquel gol que metió en el 86 a Inglaterra. Mis amigos me abrazaron algún tío me aplaudió desde afuera, ese día me llene de gloría por primera vez en mi vida y aunque el partido lo perdimos 5 a 1 llegue a mi casa contento.

Lo que más disfrutaba era los partidos a mitad de la calle, pintábamos las líneas de área, y poníamos piedras como porterías, en ese tiempo era raro que pasara un carro, así que el partido se desarrollaba de forma fluida, a no ser que pasará un camión o que llegara el mamón de mi tío Santiago y nos quitara la pelota y tuviéramos que corretearlo por cerca de 10 minutos, montanearlo y patearlo entre 15 0 20 hasta que podíamos continuar con el partido.

Llego el tiempo de la primaria y pronto estuve en el equipo del colegio, recuerdo también el día en que visitamos al colegio Anáhuac Chapalita y unos minutos antes de que se acabara el partido, en un tiro de esquina con los dos equipos en el área, tratando de encontrar el balón yo lo vi rodando hacía mi, le pegue con fuerza y le di la victoria al Anáhuac revolución que casi nunca le ganaba al Chapalita.

A los 7 años hice el equivalente a mi primera comunión; mi padre me llevó religiosamente a cada partido que jugaron las chivas de local. Y vi desde la zona A como conseguían su novena estrella después de 17 años de no ser campeón. Al finalizar el encuentro mi padre bajo a los vestidores a hacer algunas entrevistas, y yo lejos de sentir miedo, sentí como una pasión muy grande en mi crecía.

Respingaba cuando algunos en el barrio querían jugar al beis u hacer desmadres a la otra cuadra y era feliz cuando mi Tío Adalberto me llevaba a ver su partidos cruzando la calle, ahí donde jugaban los grandes, donde a veces se armaban las campales.

Pronto tuve la oportunidad de tomar un curso en una cancha empastada, la misma donde cada sábado mis tíos (ya no mi papá) se rompían la madre. Con el bagaje de varios años no me fue difícil sobresalir. Uno de los días más tristes fue cuando a mi padre se le olvido poner el despertador y falte a un entrenamiento. Como amaba pegarle a la pelota, dar pases, controlar de pecho, oler aquel campo recién regado. Según me acuerdo, al finalizar el curso jugamos contra las fuerzas básicas del Guadalajara, imagínense; ir al club de mis amores y en una de esas, ver a uno de los titanes que cada semana seguía en la televisión ó por radio. Ese día el entrenador de las chivas me ofreció entrenar con ellos, mi vida iba para arriba. Sin embargo no había nadie que me llevara y tuve que esperar a que estuviera más grande y pudiera irme en camión. Recuerdo un episodio, jugábamos contra los niños que tenían un año más que nosotros, y yo que jugaba de medio, metí una barrida a un niño que enojado me empujo, mi padre desde afuera me dijo que a la próxima le diera más fuerte, yo desde luego no lo hice, me gustaba el fútbol por su plástica, por la emoción de meter un gol y nunca lo vi como una guerra ó para patear cabrones y sobre ponerse a ellos, no sé si mi padre se decepciono de mi, pero empezó a contarme como él y sus amigos no solo eran los mejores jugando al fútbol sino que al acabar se tundían de madrazos contra neardentales de colonias inhóspitas.



En quinto de primaria forme mi propio equipo, a mi padre sabrá dios porque le regalaron un ciento de playeras con una leyenda sobre la ecología y ese fue nuestro uniforme, con compañeros de la escuela y con amigos de mi nueva cuadra, metimos nuestro equipo en la unidad de las 4 canchas, una cancha de tierra 100 % y sin redes en los marcos, sin embargo ahí anote el mejor gol de mi vida, en un centro de un niño llamado Eloy que remate a lo Hugo Sánchez. Quedamos campeones el primer año.

Al ingresar a la secundaría, los partidos se llevaban a cabo al salir de la escuela, pues nadie quería estar sudado frente a las compañeras en desarrollo. Pronto se hizo una selección y ahí me cole, había compañeros que jugaban en clubes como el atlas, las chivas y el Jalisco y tuve la oportunidad de ser titular, recuerdo que jugué 2 o 3 partidos con ellos, pero las reglas habían cambiado, ya había mala intención en el juego y las campales estaban a la orden del día. Recuerdo uno en un campo de la tuzanía, uno de mis compañeros se empezó a dar de patadas con uno de los contrarios pronto todos se daban de patines voladores, menos yo, que no entendía muy bien la dinámica de las cosas, ese día di literalmente, un paso fuera de la cancha, no es que me diera mucho miedo que me pegaran pero de mi no salía el odio necesario para hacerle frente a nadie y decidí dejar que mi secundaria ganara sin mi el campeonato estatal de aquel año.

En la preparatoria retome ya que en la universidad privada a la que asistí tenían un excelente programa de deportes, pronto empecé a tomar condición y a disfrutar nuevamente del juego, jugaba en la selección de la prepa los sábados de medio por el centro, como siempre y entre semana teníamos nuestro equipo de fútbol rápido, sin embargo vino la crisis y se acabo la escuela privada.

En la preparatoria pública, deje de ser practicante, la cerveza y la música sustituyeron de momento al fútbol. Sin embargo no deje de ver los partidos por televisión e ir al estadio de vez en cuando. Todavía se reunían mis tíos y sacaban la televisión a la cochera, compraban cervezas y hacían carne asada para disfrutar de los partidos del Guadalajara o de la selección Mexicana.

Me toco ir a la minerva a celebrar el décimo campeonato de las chivas con los cuatro goles del Guzasno Nápoles. Así como el undécimo con el lagrimero tanto del bofo Bautista que dedico a su madre.

Solo volví a jugar en el equipo que dirigía (cigarro en mano a lo Lavolpe) mi tío Ramón (QEPD), y de lateral. Soportando las miradas y las críticas de quien pensaba que nunca había jugado, pero ya no tenía condición y mis piernas no me hacían caso como antes y solo veía a tipos que ni puta idea tenían del fútbol ser más veloces y más fuertes que yo.

La última vez que fui al estadio nadie me quiso acompañar, a mi padre ya no le gusta ir, (pareciera como que nunca le gustó) . Mi tío Adalberto prefiere verlo en la repetición por la tele. Mi tío Ramón seguramente lo mira en un palco privilegiado desde el cielo, Mi tío Memo prefiere mil veces una botella que un campeonato mundial de México y así todos.

Compré mi boleto dos horas antes y me metí a un bar frente al estadio, era el primer partido de la temporada frente al cruz azul, desde el interior vi como pasaron casi mil jovencitos con la playera de las chivas y haciendo señas obscenas a quien se cruzara en su camino, inclusive patearon con saña a un joven que para su mala fortuna traía su playera del cruz azul, estos eran los nuevos aficionados… No vi ya a la señora que seguramente hoy llevaría a su nietas a echarle porras a su chivas, ni a los ancianos que comían semillas y oían la trasmisión por el radio.

En medio de la tribuna mire aquel estadio que se me hacia infinito y no se me hizo ya tan grande, a unos 20 metros de mi, estaba “la barra” de chivas. brincando como chivas locas y cantando como si estuvieran en un concierto, rara vez volteaban a la cancha a ver el juego, miré como la gente se comportaba como idiotas, ¿así me vería yo? Hablaban todos comentando lo publicado por los periódicos deportivos y dándole una gran importancia a la lesión del venado. Insultando a los contrarios, saludando a las cámaras de televisión cuando los enfocaban.



El equipo salió de los vestidores y el estadio empezó a gritar ¡chivas, chivas! yo ya no pude.

Al minuto 35 Ramón Morales centro y bravo remato a las redes, la gente se paró a festejar ¿a festejar qué? Vi sus caras tan contentas, tan alegres tan dichosas y tuve envidia, salí por las escaleras y antes de ingresar al túnel mire por última vez la cancha. El fútbol había muerto para mí.

La playa


Fue en una tarde lluviosa en el centro de la ciudad. El tráfico iba lento y el carro del padre de María estaba empañado casi por completo, en el asiento trasero María con una franela, limpiaba el parabrisas trasero que se empañaba a cada rato. La avenida 16 de septiembre era un estacionamiento desde hacía más de 15 minutos y es que un par de camionetas más adelante no sobrevivieron al diluvio y estaban completamente ahogadas. Martín iba de la mano de su madre, siempre lo llevaba a comprarse su regalo de cumpleaños a las tiendas del centro, evitando así, fallar con la sorpresa y obsequiar juguetes que ya no le gustaban o que enseguida catafixiaba por pelotas o cartitas de luchadores.

Fue solo un instante, fue tan sutil que nadie más lo noto. Mientras Martín de 7 años se abría paso entre los carros y brincaba los charcos jalado del brazo por su madre algo jalo con su mirada y la fue a depositar en los ojos de María de 5 años. Como todas las cosas importantes de la vida, en ese momento ninguno se enteró de la trascendencia de aquel acontecimiento, pero algo en ellos floreció y les dejo una sutíl melancolía grabada en el rostro, una melancolía casi imperceptible pero sus ojos cambiaron en ese instante, la inocencia se había perdido por siempre.
Aquella noche María tuvo una pesadilla muy vívida, caminaba por la playa siguiendo unas huellas, no sabía porque pero las seguía, las huellas terminaban en el fondo del mar y de repente se daba cuenta que no podía respirar, alguien llegaba a auxiliarla y le enseñaba a nadar.

Martín a su vez soñó que tenía en sus manos la canica más hermosa que hubiera podido existir, con colores bellamente integrados y con un brillo especial, aquella canica se le caía de las manos e iba a dar a un agujero en la arena, por el cual se asomaba y en el cual vería aquel par de pupilas que nunca dejaría de ver en sueños.

María vivía en la parte oriente de la ciudad, Martín en el poniente. No era extraño entonces que a Martín le conmoviera el alba y a María los crepúsculos. Y no era tampoco extraño que nunca se encontraran, ni en la escuela, ni en la iglesia, ni en algún parque o en alguna fiesta, sin embargo desde aquel día nunca dejaron de soñarse.

En la infancia jugaban fraternalmente siempre a orillas de la playa, sus noches se hacían más divertidas que la vigilia y cuando compartían con sus compañeros de la escuela o con sus primos, se aburrían un poco y no sabían porqué pues, raramente, recordaban más que atisbos o sensaciones de sus recreaciones nocturnas. A veces en brazos de Morfeo se subían a un tobogán que llegaba hasta el cielo y se dejaban caer tomados de la mano.

Cuando entraron en la adolescencia sus juegos nocturnos cambiaron un poco, ya no les apasionaban tanto las similitudes, como sus crecientes diferencias, empezaron un cortejo inocente con largos paseos descalzos sobre la arena y a veces ligeros baños donde reventaban las olas. Para Martín ninguna niña de la escuela poseía ese encanto en sus ojos, y no tuvo novia hasta la prepa. María por su parte, no fantaseaba con los cantantes de grupos juveniles, sino que escribía poesías para su príncipe de ensueño. Fue cuando el tenía 17 y ella 15 que casi se encontraron en la vigilia. Aquella tarde Martín fue con su equipo de fútbol a jugar en un campo de fútbol que quedaba frente a la casa de María. María detestaba los deportes, sin embargo ese día desde su azotea miró casi completo el partido entre el equipo de la unidad y el del colegio de ricachones que ganaron los miserables ostentosamente 5 a 1. Martín a su vez se sentía inspirado, metió 2 goles algo muy raro tomando en cuenta que Martín jugaba de portero.

Entonces llegó la juventud, los sueños fueron subiendo de tono, a veces ya se metían a nadar en lo profundo y a la luz de la luna se abrazaban mojados por aquella corriente que los envolvía y que les llenaba el alma.

María por fin tuvo novio, Martín iba por su cuarta novia, sin embargo no dejaban de visitarse y aquel candor pronto se convirtió en angustia ,pues sus sueños ensombrecían las cualidades de cualquier persona que conocieran, salían con gente pero nunca resultaba, María hasta pensó en hacerse monja y Martín se volvió un mujeriego siempre buscando a la mujer ideal.

Llego la madurez y un golpe muy grande para María, había rechazado a su último pretendiente, había decidido cuidar de sus padres y vestir santos, aunque pretendientes nunca le faltaron pues era realmente bella. Martín decidió no comprometerse, disfrutar la vida, tenía dinero y le gustaban las aventuras… y las aventureras. Nunca quedaba satisfecho, a toda mujer por más bella que fuera le encontraba un defecto… ninguna era como la chica de la playa.

Así paso el tiempo y algunas arrugas llegaron, los sueños se fueron haciendo más realistas y ahora en vez de comerse a besos, se la pasaban conversando, caminaban y descubrían aquél mar onírico con peces de extrañas y armónicas formas.

Martín a recomendación de su madre fue con un psicoanalista que desde luego le quito una fortuna solo para saber que estaba enamorado de su Madre, que odiaba a su padre y que en el fondo seguramente era homosexual y había que aceptarse- le dijo aquel energúmeno de cabellos largos y lentes de fondo de botella con un poster de Freud de un lado y del peje en el otro. A María una comadre le leyó las cartas, le dijo que tendría fortuna, que los arcanos trazaban felicidad hacia el final de su vida. Y eso le sirvió de apoyo después, pues el cáncer le toco a su puerta. Su matriz triste por la soledad quizás, empezó el proceso de descomposición y María de 65 fue decayendo cada vez más visiblemente. Martín viajaba por el mundo, tratando de dejar olvidada en algún lugar lejano quizás esa soledad. No encontraba en aquellas tierras más que melancolía y tristeza, Martín soltero y sin nadie a quién heredarle su fortuna se dedico los últimos años de su vida a despilfarrar su dinero, no en un acto de gula y de gozo sino como un acto de caridad hacia cualquiera que se le cruzara en el camino, se embriagaba todas las noches, con amigos desconocidos y pronto quedo en la ruina. María ya no pudo levantarse un día y fue trasladada a una cama del centro médico, ya poco podía hablar y poca era la gente que la visitaba. Martín en la calle con una botella de alcohol del 96 se suicidaba lentamente sin encontrarle un sentido al mundo. Alguna alma caritativa lo auxilio cuando lo vio vomitar sangre y lo llevo al hospital, lo pusieron en una camilla y lo llevaron a la sala de enfermos terminales.

Esa noche como todas las de su vida, soñó de nuevo a María, ambos contemplaban un tempestuoso mar, desde la orilla y sabían que tendrían que cruzarlo, esa noche sus rostros se hicieron tan claros que ambos por fin pudieron guardarlos en la dolorosa vigilia. Despertaron al mismo tiempo, María con mucho dolor se incorporó para respirar mejor, Martín volteo su cabeza a la cama contigua y ahí observo aquellos ojos que había buscado en toda su vida, no supo si de verdad eran reales o eran parte de aquel delirio por el abuso del alcohol. María por fin pudo sentir lo que en sueños y se lamentó de que hubiera sido tan tarde. Todavía faltaba algunas horas para que amaneciera, Martín se quito los sueros y el oxigeno y fue hacia la cama de maría que le hizo un espacio, le acaricio la frente y le paso un brazo por la nuca, el cansancio los venció a ambos y pronto estuvieron al pie de esa barca tan soñada, su felicidad era inmensa, María iba rejuveneciendo al igual que Martín, la tempestad iba mermando e iba saliendo el sol, Martín tomo los remos y se alejaron de esta fugáz vigilia.

lunes, 9 de agosto de 2010

EL ULTIMO GRAN POETA



 Erase una vez, que un joven poeta tuvo un gran sueño, escribir el más bello poema en la historia del hombre. El sabía que era capaz, la poesía fluía dentro de él. Se sabía un elegido por las musas y solamente tenía que sentarse a escucharlas susurrar la armonía en forma de palabras.  Así que se dispuso entonces a escribir en su viejo escritorio, sin embargo al mirar su vieja pluma, sintió que con ella no debería iniciar aquella gran epopeya. esa no era la espada de un gran poeta -y para serlo hay que parecerlo- pensó. Así que decidió buscar la mejor pluma del mundo, aquella que bailaría sobre el papel, una danza secreta, que llenaría de belleza al mundo. sin embargo el poeta era honesto, osease pobre y no se atrevió a quebrar el aparador de aquella ostentosa tienda donde vendían aquellas mágnificas plumas doradas. El poeta traicionando el oficio se puso a trabajar, de lo único que podía trabajar un poeta: de Obrero. 10 horas al día, ¡10 larguísimas horas al día! y cuando por fin pasaron varias semanas, el joven pudo comprar aquella bella pluma tallada en madera y con detalles dorados, como la que usaba uno de sus ídolos y gran poeta de contemporáneo. Al ver su bonita pluma, notó que contrastaba gravemente con su vieja libreta, quizás se le pudiera quebrar la punta al bailar en tan corriente papel . No tuvo más remedio que trabajar de nuevo, pero entonces decidió ir al campo, a trabajar en la cosecha, las fábricas le producían claustrofobia. Así que en jornadas de sol a sol, el poeta junto para aquella libreta en donde fluirían sus mejores letras. Hecha a mano con el mejor papel importado de China, hecho bajo las normas de la vieja cultura Ming y que garantizaba mil años de duración, y es que su poema merecía durar eso y más. Entonces el joven poeta se encerró en su habitación a escribir el poema que revolucionaría no solo las letras hispánicas sino todas las lenguas conocidas en el mundo. Sin embargo su cuarto le aprisionaba, su ventana daba a la casa de una gorda vecina y se oían un sinfín de ruidos que no le permitían entrar en el trance supremo de la creación pura. Así que tuvo que trabajar un año para ahorrar lo suficiente y comprarse una cabaña a orillas del río, desde donde podría ver los crepúsculos y oír a la noche.

El año trascurrió y el joven por fin pudo mudarse de su estrecho cuarto. Pasó más de dos semanas buscando el lugar preciso para su escritorio, buscando la luz perfecta, el fluir de la imaginación que en ese lugar no le llegaba. Cansado decidió tomarse unas vacaciones, fue a la ciudad y leyó en el periódico un insulso poema de un conocido suyo, le dio risa, era muy sencillo y previsible. En cambio el poema que el escribiría sería considerado inmediatamente de antología antología, el mundo de las letras se arrodillaría ante sí, y haría una entrada triunfal al privilegiado espacio de los grandes poetas.

De regreso a su cabaña por fin se sentó frente al escritorio abrió su hermosa libreta y cerró los ojos, la luz de la mañana entraba por la ventana del oriente e iluminaba su cabaña de mágica madera. ¿Qué poner? ¿Cómo debería de empezar el poema más hermoso del mundo? No podría iniciar como cualquier otro, debería ser bello de principio a fin así que se salió a caminar, a pensar cuál sería la primera letra, en el antiguo hebreo las letras tenían un número equivalente y la torá decían que era una magnifica operación matemática, así que se metió a clases de hebreo, en solo 2 años aprendió el alfabeto de memoria y supo cual era la letra con la que debería de empezar su poema. Su dinero se iba acabando y tuvo que invertir en un pequeño negocio que trabajó de sol a sol,  después de  más de 2 años pudo generar ganancias, ganancias que le rendirían para los próximos 5 años tiempo suficiente para escribir su obra maestra. De nuevo ante la hoja con la letra que empezaría su poema, se preguntaba si estaba listo para escribir el mejor poema nunca escrito. Se daba cuenta de que la mayoría de los mejores poemas los habían escrito hombres que habían vivido la vida y no jóvenes como él. Asi que decidió lanzarse a vivir antes de escribir el primer verso. Cuando leía el periódico y veía que su conocido seguía publicando poemas menores, le daba algo de coraje. El se estaba llevando el reconocimiento pero cuando la gente leyera lo que el iba a escribir le darían su lugar a cada quién. Entonces se lanzó a vivir, recorrió el mundo, se enamoró, se enlistó en un ejército y mató con sus propias manos, tuvo hijos y plantó un árbol, conoció los 7 mares, las tierras altas y las bajas. Leyó a todos los grandes poetas de la historia y por fin regresó a su cabaña.

Ya tenía 60 años y ya no era un joven pero ahora sí, había vivido. Su conocido ya era un notable poeta, reconocido por la mayoría y hasta se había enseñado a escribir, hacía buenos poemas, pero nunca llegaría a hacer uno como el que iba a este gran y verdadero poeta.

Por fín pudo escribir y llenar una página, había imaginado tanto aquel poema, que casi lo tenía acabado en su mente. Al terminarlo se sintió grande, había hecho un gran poema, superior en todos los aspectos, sin embargo le faltaba corregirle, algunas palabras, detalle que se escapaban siempre en las primeras versiones. Se puso entonces a retocarlo a darle los trazos finos como lo hacen los grandes maestros sin embargo no lograba alcanzar la perfección, siempre faltaba algo ó se le ocurría una oración mejor y tenía que modificar de nuevo todo el poema.

Paso el tiempo y nuestro poeta enfermó, temía que no vería terminado el gran poema y su vida se iría inconclusa. Desobedeciendo al doctor trabajó día y noche, se inyectaba morfina para no sentir los dolores del cáncer que el afectaba y con sus últimas fuerzas escribió la última versión de su poema y definitiva. 1 cuartilla llena de belleza, de amor y odio sublimado, "el mejor poema de todos los tiempos sin duda". Al terminar de escribir la última letra, su cuerpo se convulsionó y su corazón dejo de latir, su cuerpo fue velado en su cabaña, aquella tarde. No fueron ni el presidente ni el jefe de cultura, su velorio no se transmitió en la televisión ni hubo un reconocimiento, solo algunos vecinos de la zona y doña Eustolia la que le cocinaba, quién al ver terminado su último cerillo decidió quemar aquella hoja y prender con ella los sirios, haciendo cenizas el último poema del último gran poeta.

No más noches solitarias



La noche nacía bajo las torre de catedral. Era viernes por la noche y el tráfico se acrecentaba en la avenida Chapultepec. Diego caminaba a su casa, exhausto por la semana, se desataba el nudo de la corbata y abría la puerta del complejo de departamentos. Buscaba en la correspondencia y solo encontraba, el recibo del banco y el cobro del cable. Diego subía los tres pisos que le separaban del departamento número 8, su departamento.


No era nuevo en la ciudad, toda su vida la había pasado en la perla tapatía, sin embargo la mayoría de sus amigos se habían marchado muy lejos ó se habían casado y ya no tenían tiempo ni ganas de hacer otra cosa más que de hablar de pañales y biberones.

Diego no tenía novia desde hacía más de 3 años, y le resultaba patético sentarse en la barra de un bar solo y esperar a conocer a alguien.

Diego encendió su computadora, leyó brevemente las noticias de el informador, que ya había revisado poco antes de salir de su trabajo y miro la bandeja de entrada de su correo. ¡Nada! No había nada nuevo, ni una invitación, ni una fiesta, ni un mail de algún amigo invitándolo a echarse unas copas, parecía que iba a ser un viernes común y corriente. De repente a la izquierda de su pantalla miró un anunció de un portal de citas, por solo 10 dólares, podría tener acceso a un banco con más de 1 millón de personas en todo el mundo, solteros y solos como él. Estuvo tentado pero le hubiera dado pena que alguien viera su nombre y su foto en la página, aparte de seguro que la compañía había inventado el millón de perfiles para engatuzar incautos perdedores como yo- penso

Tenía que revisar un dato para su trabajo y se topo con una página llamada Tapatíos.com, algo recordaba de ella, uno de los compañeros del trabajo le había dicho que ahí había conocido a más de 10 mujeres que se había encamado, aunque eso sí, su compañero era el ser más parejero que hubiera conocido y no dejaba una para comadre; gordas, enfermas, casadas, divorciadas, menores de edad, mayores de edad… –bien por él, será feliz- pensó Diego.

Diego era un romántico incurable, creía que la mujer de su vida debería de llegar d forma misteriosa, mágica, en una tarde de otoño entre hojas caídas y crepúsculos espectaculares, así que Diego no se metió precisamente al chat a buscar al amor de su vida, tenía ganas de matar el tiempo, hasta que le diera sueño y lo despertara el sábado con la posibilidad de que sucediera algo que le diera sentido a su vida. Sabía que el 60 % de las personas que estaban en el chat eran hombres, un 20 % homosexuales haciéndose pasar por mujeres y el otro 20 % mujeres que en la calle podrían pasar por hombres. Se puso de nick Diego15, y estuvo en la sala unos minutos mientras checaba de nuevo las noticias ahora del portal del informador, nada había pasado, no había ocurrido otro temblor, nadie había impuesto otro record mundial, no habían asesinado a nadie famoso, ¡no pasaba nada en este mundo! . Ese día pasaban una película de woody Allen en el cable, estaba a punto de comenzar, Diego decidió apagar su computadora y tratar de olvidar de desamores y mujeres con una película de Woody… Sin embargo antes de que saliera, le llego un mensaje privado de alguien llamado TERE45:-hola- le decía la pantalla, Diego se imagino una gordita cuarentona, divorciada y llena de hijos sin embargo faltaban 20 minutos para la película así que le contesto: Hola ¿Qué haces?- TERE Inmediatamente le contesto: Malgastando mi vida, supongo ¿y tú? A Diego le pareció graciosa, y converso con ella, supo que no tenía 45 sino 28, que era soltera y que tampoco le gustaban los chats. Que trabajaba en una agencia de autos en el área de mercadotecnia y que estaba sola en la ciudad como Diego, quién ante el anonimato fue muy sincero en sus gustos y en sus fobias, encontrando en Tere una afinidad muy sospechosa, inclusive ella le dijo que también había pensado ver la película de Allen en la canal fox. Diego entonces se empezó a abrir a la posibilidad de que algo surgiera. Había oído historias de gente que se conocía en los chats y que llegaban hasta a casarse. Lo cual a él se le hacía una leyenda urbana. Seguramente Tere tendría algún defecto físico, ya que sus respuestas eran inteligentes y hasta tenía humor; algo muy escaso en las mujeres. Quizás podría tomarse una copa y salir un poco de esta su celda moderna, no se haría expectativas, las mujeres que se meten a los chats por lo general son mujeres desesperadas. ¿y si era una banda de secuestradores? se sintió tan tonto ¿y si era un bromista ocioso? ¿Un escritor en busca de historias? .

Diego le pidió a Tere que se describiera; Tere le dijo que era delgada, que de vez en cuando seguía yendo a la natación, que sus ojos eran grandes como los de un búho y que su cabello era más negro que el pasado de un candidato a la presidencia, que medía 1.70 y que ya no le diría más pues no era tan vanidosa. A Diego le gustaban así, morenas, un poco menos altas que él y que fueran deportistas, pero para estar seguro y no perder el tiempo Diego la invito a salir, pero antes, le dijo mándame una fotografía tuya para reconocerte.

Tere accedió y empezó a cargar su foto, Diego se moría las uñas ¿y si era su día de suerte? ¿y si por fin los dioses del Olimpo se había apiadado de él? Ya no habría viernes en la noche solos, y los sábados saldría a conocer los pueblitos de Jalisco, con alguien que guardara en su memoria lo detalles que a él se le escaparían. El mundo estaba hecho para caminarlo de a dos. La fotografía estaba ya al 95 % y pronto vería de qué estaba hecha Tere, sin embargo en la calle una mujer estresada por llegar por sus hijos a la escuela se le metió a un camión urbano desviándolo directamente contra un poste que sostenía el transformador que surtía de energía al edificio de Diego. Su computadora se apago así como su vida, el idiota no le había pedido su teléfono, ni su email, y eran más de 100 salas, como la podría encontrar de nuevo.

Diego salió a la puerta de su departamento y miro el pasillo oscuro, al final del pasillo su vecina también miraba en búsqueda de la tan ansiada luz que llegó de repente, al fondo vió a su vecino, un tipo agradable con quién nunca había cruzado palabra al igual que con la mayoría de la gente que compartía edificio. Se miraron un instante y la luz llego, avergonzado Diego regreso a su departamento así al igual que Tere, le hubiera gustado tener un amigo en el piso, alguien con quien platicar un poco, encendió su computadora, pero no tenía internet, la compañía era un fiasco, miro en su cámara digital, la fotografía que le iba a mandar al tipo que conoció en internet, parecía un buen tipo pero ¿Qué tal si era un degenerado? Ó ¿un flojo mantenido como los que abundaban en la red? Después de esperar unos minutos se alegro de no haber mandado la foto, fue a la cocina y regreso con un vaso de leche y unas galletitas príncipe, la película de woody ya había comenzado.

viernes, 6 de agosto de 2010

Magdalena

El que no haya juzgado a nadie que arroje la primera piedra.

La verdad no recuerdo su nombre pero la llamaré María Magdalena. Ella tampoco usaba mucho su nombre, supongo. La llamaban quizás, zafiro, Estrella o la sensual Britania. ¡Dios sabrá! Lo que si recuerdo es que era puta, o por lo menos taibolera, que son casi sinonimos dependiendo la zona donde se encuentre el antro, pues las bailarinas que no putean y la putas que no bailan son escasas.  Aunque haya gente empecinada en justificar a las bailarinas con motivos estéticos y artisticos. A ver cuando presentan una temporada de taibol en bellas artes... 

Vivía !gracias a Dios! a 5 o 6 puertas de la casa. La verdad en ese entonces yo ni enterado estaba que habían ese tipo de lugares y es que a esa edad uno ni cuenta se da, ya que las prostitutas suelen ser ciudadanas normales, quizás con un poco más de ojeras por el cansancio nocturno, pero nada más.

Magadalena, era la comidilla de todas las vecinas incluyendo a mi madre. No se si les molestara que sus esposos la vieran lascivamente, que a sus años estuviera delgada y tuviera un cuerpazo  ó que a ella si le pagaran por lo mismo que a ellas ya ni siquiera les daban las gracias. Yo tenía quizás 12 años, y alguna que otra vez me toco asomarme por su ventana a ver si me tocaba ver algo como decían el ponchis y el güero, pero la verdad, Magdalena se comportaba como cualquier otra mujer en su casa, ni siquiera usaba faldas cortas o escotes provocativos. Quizás alguno de los vecinos la vió en alguna despedida de soltero y solto cobardemente la sopa. Pronto todos, ó mas bien todas, le volteaban la cara y los hombres se la buscaban.  Mi madre al igula que muchas otras madres me explico que esa era una mujer mala y que vivía en pecado. Un día motivados por una plática de la doctrina, ideamos en la palomilla castigar a la pecadora, así que tomamos la manguera para regar el jardín y la introducimos por las ventilas de su casa. Abrimos el grifo y echamos a correr, como quieriendole lavar sus indecentes pecados. Nunca supó quién fué, pero nadié le dijo, cuando la gente se enteró, se alegró, no querían ese tipo de gente en la cuadra.

Ya mi madre me había advertido que no jugara cerca de ahí, y un día le hice caso y seguí su consejo.  Jugaba como a dos cuadras de mi casa y a mi hermanita de 2 años (ahorrativa desde entonces), se le ocurrió guardarse una moneda de 200 pesos en la panza. Aunque tuvo la mala fortuna de que se le fue a atorar directamente en la garganta, era mediodía y no había mucha gente en la calle, los señores estaban en el trabajo, las vecinas habían ido por sus niños a la escuela y mi madre empezó a ver a Greta muy extraña, como que le quería decir algo, aunque en ese entonces solo sabía decir “quiero a mi mamá” Y mamá también la quería y no le podía entender, hasta que la empezó a ver que su carita se ponía morada y entendió que algo se había echado a al boca, desesperada, salió con la niña en brazos llorando, y pidiendo auxilio, pero nadie respondía, Greta se ponía cada vez mas morada y mi a mi madre le iba entrando el pánico, sin saber que hacer. solo Magdalena que en ese momento se acababa de levantar, se asomó a su ventana al oír los gritos y bajo, Greta ya no respiraba y estaba cerrando sus ojos.  Mi madre ya hacía muerta, a su niña más pequeña. En eso con aquellas manos non santas, Magdalena metió sus dedos en la garganta de mi moribunda hermana y le devolvió la vida. Dios obra en formas misteriosas... Ese día para mí la prostituta se convirtió en santa. La gente al enterarse comenzó a saludarla y mi mamá le hizo una gelatina de tres leches que le sabía muy rica. Tiempo después Magdalena se cambió de casa y nunca volvimos a verla, se fué si despedirse. seguramente sigue bailando o quizás ya andministre un burdel pero hasta en el tugurio más lúgubre en que pueda haber caído, deseo que dios la bendiga. Amén.

El honor

 Tarde de verano en el puerto de Mazatlán. Desde la habitación 504 se ve el oleaje de la costa del pacifico, así como el gigantesco malecón y los miles de bañistas en la playa.


En la habitación 504 del cid hay dos camas individuales. En una, está sentado Tadeo, ronda los 35 años, delgado y de semblante noble. En la otra está acostado Antonio (de 40) quién trata de dormir espantando a un mosquito con la palma de su mano. Tadeo cambia los canales de televisión con el control remoto, uno a uno. Antonio abre los ojos y busca al zancudo que no lo deja dormir.

TADEO: Tanto pinche canal y nada bueno, 300 canales de mierda, como si tuvieran 600 ojos y como si el día tuviera 100 horas para ver la puta tele. ¿Y aquí en la playa! ¡ja! prefiero mil veces salirme, con una cheve en la mano y ver el mar, como los anuncios de corona.

Antonio mira encima de la cabeza de Tadeo, se levanta y se acerca a él, da un manotazo que deshace al zancudo y que deja una mancha de sangre en la pared del hotel.

TADEO (asustado): ¡Ora carnal!

ANTONIO: Si no lo chingo, me va a chingar él a mí. ¿Y si tiene dengue?. El año pasado ya me dio y si me da otra vez, va a ser del hemorrágico

En la televisión Tadeo encuentra un noticiero de deportes. Y sube el volumen.

COMENTARISTA DE TV: Y anoche en una actuación heroica el Guadalajara se corona campeón, de la copa Santander libertadores, es el primer equipo Mexicano en llevarse esta justa…

TADEO: ¡Ah huevo! Hubiera estado bien perrón estar ahí. ¿Te acuerdas cuando mi jefe nos llevo al estadio? cuando quedaron llegaron a la final las chivas, ¿Qué año sería? Como el 81 no?

ANTONIO: 83?

TADEO: ¿83? Ah cabrón pues yo tenía como 9 años. Pensé que había sido antes.

ANTONIO: Pobre de mi jefe, se chingo sus ahorros para llevarnos a ver el juego y al final terminaron perdiendo.

TADEO: Por la bronca con el América sino nos la hubieran pelado.

TADEO: No mames, hubiera estado bien perrón verlo, allá con el Martín en su pantallota. Seguramente se armo chida la peda.

ANTONIO: No te estés quejando cabrón, nos van a pagar muy bien.

TADEO: Pues si cabrón, pero a ver cuándo las chivas vuelven a ganar, con ese puto presidente que tienen, seguramente va a vender a todos los jugadores, a ese cabrón lo que le importa es la lana.

ANTONIO: ¿A quién no?

TADEO: ¡A mí! La neta. Hay cosas más importantes. El dinero es pasajero y traicionero. Eso decía mi jefe.

ANTONIO: Y mira como termino, arruinado, sin un cinco.

Tadeo se acerca al frigo bar y saca la última cerveza de lata, la destapa y le echa un trago.

TADEO: Pero vivió la vida cabrón y a nosotros nunca nos falto nada.

Antonio se incorpora y se la quita.

ANTONIO: Ni nos sobro. No puedes tomar todavía a lo mejor nos necesitan ahora.

Antonio vacía la cerveza en el lavabo del baño.

TADEO: No cabrón pues que vida llevas, no puedes pistear, no puedes salir con morritas, todo el pinche día encerrado. Así que chiste ¿pa que sirve el dinero si no lo puedes disfrutar?

ANTONIO: Y cállate cabrón que me estresas.

TADEO: ¿Ya que horas pagan?

ANTONIO: Ahorita me hablan y…

En un noticiero se observa la imagen de un cuerpo tendido afuera de un restaurant.

ANTONIO: ¡Ahuevo jajajaja! Pinche puto.

CONDUCTOR DE TELEVISIÓN:-.. Un comando armado acribillo al hijo de líder del cartel del Norte, según testigos varias camionetas tipo suburban arribaron al lugar en punto de las 9:00 y de su interior bajaron más de 10 sicarios armados con cuernos de chivo que abrieron fuego contra el hoy occiso, matando también a 3 de sus acompañante e hiriendo a un mesero del lugar. Hasta el momento nadie se ha adjudicado el asesinato..

TADEO: No mames carnal,

ANTONIO (Alegre): ¿Qué?

TADEO: Pues que balearon a un mesero, tú dijiste que no chingaban gente inocente.

ANTONIO: Ni pedo cabrón, ni modo que nos pongamos a preguntar si tienen o no que ver.

TADEO: Cabrón, mi papá también era mesero. ¿Qué tal si le hubiera tocado estar ahí? ¿Y lo hubieran baleado sin deberla ni temerla?

ANTONIO: Al que le toca le toca.

TADEO: No mames ¿Cuánta gente se han chingado así?

ANTONIO: No se, no me pongo a contarla. Aparte tu porque te agüitas si ni disparaste ya deja de estarte quejando.

TADEO: No dispare pero los lleve. De haber sabido la neta ni le entro, que se maten entre ustedes pinches lacras me vale verga, pero que chinguen gente inocente, esta mal. Yo no lo entro, yo ya me voy a salir carnal.

ANTONIO: No te puedes salir.

TADEO: A huevo en cuanto me paguen me regreso a Guadalajara.

ANTONIO: Ya estas adentro ya te la pelaste.

TADEO: Nel, aparte ¿que? ¿ni modo que me obliguen? Yo no voy a decir nada, pero mejor me voy a poner a trabajar

ANTONIO: ¿De que? ¿de mesero?

TADEO: De lo que sea cabrón, con que tenga mi conciencia tranquila y pueda salir a caminar a gusto.

ANTONIO: Pues no vas a salir del barrio, como mi jefe.

TADEO: Bueno ¿tu que traes contra mi jefe?

ANTONIO: Nada cabrón, y mejor si no sabes ni hables.

TADEO: ¿No se qué?

ANTONIO: ¿Sabes porque se fue mi jefa?

TADEO: No sé. Pues porque su mamá se pudo enferma ¿no?

ANTONIO: No seas pendejo, un cabrón millonario de los altos la andaba rondando y la conquisto, ¿y sabes que hizo mi jefe?

TADEO: No sé, ¿Qué hizó?

ANTONIO; ¡Nada! No hizo ni madres, no tuvo los huevos para ponerle un balazo en la maceta al hijo de su puta madre, dejo que lo humillaran y que se llevaran a mi jefa y de colmo nos quedamos a vivir en el mismo pinche barrio siempre, ¿Cómo crees que nos miraba la gente? Como los hijos de un cabrón sin huevos.

TADEO: ¿Y que querías que hiciera? ¿Qué le pusiera un plomazo y lo metieran a la cárcel? De todas formas la jefa no iba a regersar, hizo bien mi jefe.

ANTONIO: Tú eres igual que él, un pinche conformista.

TADEO: Y tú eres como mi jefa, muy ambicioso…

El teléfono de Antonio sonó y este lo contesto.

ANTONIO: Sí comandante, seguro. Lo que usted diga. Si claro también está puesto. Ah muy bien, ¿en serio? ¡Felicidades! Claro aquí estamos aquí lo esperamos.

Antonio colgó el teléfono y se empezó a vestir.

ANTONIO: Vámonos, hay otra misión.

TADEO: Yo no voy ya carnal, ya te dije que yo hasta aquí, es más diles que no quiero su puto dinero, esta manchado con sangre y no quiero tener nada que ver.

Antonio termino de vestirse y se sento frente a Tadeo, pensativo.

ANTONIO: Bueno carnal, tú sabrás, a lo mejor va a pasar mucho tiempo antes de que nos veamos, asi qué pues hay que echarnos una última chela antes de irme ¿no? ¿te lanzas? Antonio saca dinero de su cartera y Tadeo sale a la calle por cervezas. El malecón de Mazatlán luce esplendoroso, lleno de jóvenes celebrando la vida. En las calles pasan las ostentosas camionetas con música de banda y la gente camina con sus cervezas en la mano. Tadeo llega al expendio de cerveza y pide un six, el sol está a punto de ser tragado por el mar y Tadeo observa un esplendoroso crepúsculo marino como en los comerciales de corona.

De regreso al cuarto, destapan sus cervezas y Tadeo le da un gran trago a la suya.

ANTONIO: ¡Salud Carnal!

TADEO: ¡Salud!

Se toman sus cervezas en silencio, viendo hacía el mar. Tadeo se levanta a orinar, se siente aliviado, no tiene porque correr aquellos riesgos, lo único que quiere es juntar un poco para poner un ciber e irla llevando.

Tadeo regresa al cuarto y Antonio ya le ha destapado otra cerveza

TADEO: ¡Chido carnal! Sabes, nunca nos enseñaron a demostrar afecto, pero hoy tengo ganas de decirte que te verdad te quiero carnal, siempre me defendiste y has estado ahí, la verdad yo no soy para este ambiente, no tengo los nervios ni la sangre fría para esto. La verdad tengo miedo y pues no puedo. No te juzgo pero yo no puedo Antonio.

Antonio le da un gran trago a su cerveza y se voltea hacía la ventana, Tadeo extrañado ve como Antonio empieza a llorar. Sonríe, nunca ha visto a Antonio demostrar nada.

TADEO: No te preocupes carnal, vamos a estar bien, los dos vamos a estar mejor.

ANTONIO: Perdóname carnalito, ó era yo o iba a ser más gacho.

Entonces Tadeo lo comprende, mira el interior de su cerveza y su garganta comienza a cerrarse. Expulsa espuma por la boca.

ANTONIO: Yo también te quiero mucho Tadeo, perdóname.

Tadeo se tambalea y cae en el balcón. alcanza a mirar un retazo de noche, entre música de banda y estrellas fugaces.

Noche de perros



Nunca fue de mi agrado, ni aun cuando la trajeron de cachorra a la casa y lamió mi mano con singular simpatía. Para mí; era solo una bolsa de caca y una fuente de pipi. Mi hermana prometió cuidar de ella, ponerle sus vacunas y sacarla a hacer sus necesidades, y lo hizo… ¡el primer día! Después se caso y la muy méndiga nos la enjareto a mí y a mi madre, que dizque porque  su casa estaba más chica, siendo que su casa tenía un patio grande y la de nosotros no.
Tenía la costumbre de zurrarse afuera de mi cuarto. No pocas veces cuando salía apurado de mi cuarto por la mañana a zurrar a mi vez, pisaba alguna de las gracias de la linda perra “Kitcha”.

Era una mezcla extraña entre schnauzer y Maltes, de esos perros que tienen el copete sobre los ojos y bigotes de villano reventón. Nada que ver con mi antiguo cachorro de raza pura “el John Terry” ese cabrón si era un perro en toda la extensión de la palabra. Si le lanzaba la pelota de tenis iba en seguida y me la devolvía en la mano. Si lo llevaba a correr conmigo me seguía a mi paso y sin despegarse de mi lado, solo si veía alguna perrita en celo se apartaba un momento pero siempre regresaba… como su amo. Una vez lo vi enfrentarse con un Dobermann y partirle la nariz en dos, mi perro era cabrón; como su amo…. y era tan inteligente, como su amo...  que con más paciencia quizás hubiera podido dividir y sacar la raiz cuadrada de pi, como su amo... En cambio Kitcha era más zonza que un asno. Si le aventaba la pelota corría tras ella pero nunca me la regresaba, la escondía. Si la llevaba a correr, se desaparecía en segundos y al rato tenía que andarla buscando en el carro. Era culera para las mordidas y diario se la chingaban, aparte era traicionera y mordió a uno que otro niño, lo que nunca pasó con Terry Boy que hasta los cuidaba.

La gota que derramó el vaso fue un día que por fín tenía una cita de trabajo. Por lo general ojeaba la sección de empleos por rutina, por decirme a mí mismo que no era tan huevón,  nunca encontraba nada bueno, los únicos trabajos bien pagados era cosas como: ingeniero en sistemas ALPHA con especialidad en robótica cuántica, necesario inglés 100 %  y chino mandarín.  etc. etc. Y ese día afortunado encontré el trabajo perfecto para mí; Hombre, 30 a 35 años, gusto por las viejas. Agencia de modelos solicita padrote que las administre, 30 por ciento de las comisiones netas, encargado de probar a las nuevas reclutas, de lunes a viernes de 3:00 a 12:00 de la noche. Primas vacacionales y seguro de retiro.
Saque mi traje de lana y de solapas anchas, bolee mis zapatos italianos y acomode mi camisa purpura en la cama. Un buen baño y una afeitada y por fin le sería útil a la suciedad.

Al salir del baño, y con el tiempo encima, me di cuenta de la tragedia; Kitcha no solo había orinado mi elegante y ¡único! traje sino que además se había tragado la mitad de mi camisa y se había zurrado en mi zapato izquierdo italiano del numero 7 . La busque y la puta perra no aparecía, no estaba en la cobija donde se echaba, ni en la cocina tragándose las sobras. Por su culpa mi carrera se truncaría, seguiría siendo un parásito para la sociedad. Al final con lágrimas de rabia en los ojos y cansado de llamarla, vi la puerta del closet entre abierta. Ahí estaba, muy campante echada panza arriba, mordiendo unas sandalias de playa y como si nada hubiera pasado. La agarre de las orejas, la perra supo de inmediato que ahora si iba en serio.

La subí al carro, tome la carretera y maneje por unos 30 minutos, la perra veía por la ventana un panorama nunca imaginado (pues creo que nunca la habíamos sacado  del barrio). Me desvié en una brecha y maneje otros 10 minutos hasta llegar a las vías del tren. Cuando abrí la puerta kitcha corrió emocionada, seguramente en su pequeño cerebro de animal creería que esto era un día de campo. Cuando estuvo a unos 50 metros encendí de nuevo el carro y di marcha atrás, la perra oyó el motor y dejo de morder una llanta vieja al lado de las vías y se regreso en chinga. Yo tome la brecha veloz, dispuesto a perderla para siempre. Ella a máxima velocidad me seguía y ladraba como queriendo decir; ¡Espérame, no seas cabrón! Pero yo estaba decidido, no mas perros en la casa. Cuando mi hermana preguntara por ella le diría que se puso en celo y que se me escapo, que un San Bernardo la hizo suya y que la tuve que correr porque estaba embarazada y somos una familia decente...

Llegue a la carretera, Kitcha con la lengua de fuera corría como galgo. Al verla en el retrovisor sentí un poco de lástima pero, ¡la había cagado! literalmente. Tomé la avenida de 5 carriles y acelere, Kitcha me siguió un tramo por el acotamiento y después la perdí.

Lleve mi único tarje a la tintorería y tire mis zapatos. La casa por fin estaba en silencio y no me tenía que despertar "temprano" al medio día cuando pasará el cartero y Kitcha ladrara como loca. Aunque a veces sus ladridos servían para alértame y saber cuando venían los del banco a cobrar. Una vez hasta le abrí la puerta y correteó a una vieja licenciada y le mordió una nalga, jaja ya nunca más volvió a chingar.

La limpieza ahora se podría hacer semanalmente, en vez de diario ya no me avergonzaría cuando tuviera alguna invitada, ni pondría sus sucias patas en mi pantalón blanco de lino cuando llegara a recibirme, gustosa.

Termine de comer mi molde de olla y tome el hueso automáticamente dispuesto a aventarlo, para que Kitcha lo cachara y lo royera, pero me acordé y lo tire al cesto. A veces también tenía la función de acabar con cualquier cosa que uno le pusiera en su plato y se engullía lo mismo, sopa de acelgas que caldo de Abas o tortitas de chinchayote que tanto le gustaba hacer a mi madre y que tanto yo detestaba.

Llego la fría noche y la soledad recrudeció en la casa, tenía ya un tiempo que vivía solo pero nunca había sentido tanto la ausencia, a veces le hablaba a Kitcha aunque ella no respondía. Solo se me quedaba viendo con sus ojillos rasgados, pero parecía que entendía. Que entendía lo que era no tener a nadie más. Cuando en la mañana le abría la puerta del patio brincaba y brincaba y movía la cola con alegría. Me ladraba dichosa, esa perra si era agradecida no como otras... Y cuando jugábamos, cuando le jalaba el pelo y me tiraba suaves mordidas, me hacía olvidar las mordidas de la vida y con su saliva curaba por instantes las heridas del alma. ¿Dónde andaría? Ojalá e hiciera su vida en lo salvaje, que encontrara un perrito de la calle,  vivido y que le enseñara el mundo. Qué tuviera sus perritos ¿se parecerían a ella?   Ojalá y no la hayan atropellado, era muy pendeja para cruzar la calle. Ojalá y alguien la haya visto y la haya adoptado, algún pequeñito que juegue con ella y que la bañe de vez en cuando.

Carlos se sentó en el batiente de la puerta  a mirar la noche, mientras se acacaba su cerveza. Oyó unos ladridos que se acercaban y sonrió, un perrito de pelea llego y hurgo en su bote basura, lo miró con su chata cara y siguió su camino. Carlos cabizbajo se quedo en el marco de su puerta con la pelota de tenis en su mano derecha.