miércoles, 3 de noviembre de 2010

El asombroso burro Grizly


Parado, en el despeñadero más profundo ruge el burro grizzli. Exiliado de sus parientes más cercanos, los jumentos de granja, “el burro barranqueño” (como le dicen los precavidos aldeanos) ronda por las noches, rabioso en busca de nuevas víctimas. 
Nació de una burrita corriente, que fue preñada por un toro de Lidia que venía errante del sur, después de haber cogido a un famoso torero Español.  Desde su nacimiento, el burro grizzli  ha provocado el horror y el asombro de quien lo ha visto de cerca. Y aunque la deformidad es una constante entre la gente y los animales que beben agua del río, nunca se había presenciado una tan grande.
Doña Cuca la partera se desmayo al ver a aquel animal de aparentes 5 piernas, al instante los ojos de los niños fueron cerrados y las señoras ya no volvieron a ser las mismas.   El animal estuvo a punto de ser sacrificado, sin embargo Doña Inés intercedió y convenció a la gente de que este ejemplar era digno de una exhaustiva investigación científica, aunque Doña Inés no era científica, ni tan siquiera, había terminado la primaria. La viuda cuidaba al entonces burrito y le bañaba con sumo cuidado. Tanto era el cariño que le tenía,  que le dejaba dormir dentro de la finca.  Por las noches el burrito rebuznaba y rebuznaba,  como queriendo espantar a las ánimas que eran todavía comunes en el pueblo y que gritaban (también desde la casa de Inés sendos improperios que no es sano repetir aquí)  Un día de primavera  cuando el burrito llego a su tamaño natural, encontraron a Doña Inés, misteriosamente asesinada; con un boquete que le atravesaba las entrañas, y que casi la partía en dos. Pero, extrañamente, con la sonrisa más dichosa que se recuerde.  Al lado del cuerpo, estaba el burro, furioso y celoso de quién quisiera acercarse al cuerpo de doña Inés.   Tuvieron que venir los hombres con antorchas para que el burro se despegara del cuerpo y pudieran volver a enterrarla.
Acostumbrado a vivir en el calor del hogar, el Burro Grizzli vago por otros pueblos, en búsqueda de otro lecho donde pudiera reposar su peso, Siempre de noche y silencioso. Se sabía de su paso, pues las burras, yeguas, mulas y aún las vacas se enfermaban; duraban días y días moviendo las hierbas, con una mirada rara, como de nostalgia.
Incapaz de encontrar un trabajo decente, el burro acepto el consejo de una elefanta que se hizo su intima, en una parada del circo de los hermanos Ver, y  entro al mundo del espectáculo. Recorrió el continente en busca de aventuras; En la selva amazónica tuvo un duelo con la temible anaconda y en la llanura fue famoso incendiando las llamas.  Pero pronto su libido se hizo tan temible, que ni a los animales enjaulados respetaba y fue expulsado por haberle sacado los ojos a una tigresa albina muy exótica.
Se refugió entonces en el abismo de la barranca, su leyenda creció aún más… se le atribuyeron poderes milagrosos y alguno que otro aventurero y aventurera bajó en su búsqueda, solo se escuchaba un potente alarido y jamás se volvía a saber nada de nadie.  Dicen que a veces  se acerca al pueblo, con esa mirada tan lasciva y esos rebuznos que penetran la piel y erizan el coxis.

jueves, 21 de octubre de 2010

FELLACIO BENDITUS


Hola, ¿Qué crees?  Salí bien campante de mi casa y ya me estaba esperando la vieja con su cara de fuchi.  Porque el otro día, dice que yo le deje la basura adrede en su lugar y no es cierto, una manada de perros tiene como dos semanas pasando y hacen un desbarajuste, por cierto; hay uno bien bonito se parece a Pokis pero como que tiene sarna, porque se le veía el cuero todo podrido, ¡qué lástima! Mi papá tuvo un perro que tuvo sarna, y no se le ocurre ponerle aceite de motor… ¡pero caliente!” pobre perro, se rostizo y se le dejo ir a mi papá, a morder. Y eso que lo había tenido desde chiquito, su tía, una que vive en estados unidos, se lo había regalado que porque a ella se lo había regalado su prima, la que tiene el restaurante de mariscos en el centro y que te digo que se siente muy pipirisnais. Y entonces, mi tía como no tenía pedigree, se lo regalo a mi papá, y como a él de chiquito no lo dejaban tener perro, pues ahora acepta todos los que le ofrecen, total; el no les limpia, ahí estamos todo el día mi mamá y yo, juntando sus cajetas por toda la casa y las huevonas de mis hermanas, nomás esquivan las cacas,  porque las princesitas no se ensucian las manos, ah si, pero para pistear, se les olvida la realeza y le atascan como albañiles,  y ahí estamos mi mamá y yo otra vez fregando los pisos y lavando las cortinas, para ver si se les quita el olor a cigarro. Y luego porque las casas huelen a cantina, pero eso, si a ellas les vale madre, hacen fiesta 3 veces a la semana y todavía se van de antro, yo nunca quiero ir, me choca que me tengan esperando y que un pendejo me diga si, sí puedo pasar o no –Hola Micky- si no los saludan por su nombre, ni te voltean a ver, y la verdad es que ni gente tan “bien” va, más bien, va pura muchachita naca, con sus garras de barata, queriendo apantallar, porqué al final todas viven del otro lado de la calzada, pero eso sí; ¡muy fresas las cabronas!   Como mi prima Bertha, ya nada más se compro su camioneta y ya ni siquiera habla. Nada más pasa dándole vueltas a la cuadra y escuchando banda. ¡Ay como Odio a Valentín Elizalde! (que en paz descanse) pero que feo cantaba, parecía un manatí en brama, pero si eres fresa, tienes que escuchar banda y hasta hablar como Culiche,  sino, no estás In. Bueno, eso dice mi hermana la flaca, pero quien  sabe pues es re pendeja, se gasta todo lo que le da mi papá en invitar a sus amigas y a su novio. No dudo que hasta le pague le motel, porque Renato se ve que nunca trae un cinco, dizque es filósofo… pero para mí, que  le atiza sabroso a la mota;  Diario llega con los ojos rojos y nada más porque mi mamá esta cegatona, pero yo si me doy cuenta, y luego habla puras estupideces, yo no sé como mi hermana agarra cada patán. Parece desesperada, Si no esta tan jodida, solo esta lonjuda, pero es re huevona. Yo le digo que vayamos al parque y que le baje al refresco, pero le vale madre, dice que ella es esbelta, si esbelta ¡pero bien lonjuda! Y pendeja, ahí anda comprando cigarros, para toda la bola y después anda pidiendo dinero para irse de antro. Yo ya no le presto, está loca, que se ponga a trabajar. Ya que no quiso estudiar la prinecesita, y a como va, va a acabar igual que mi prima Rosita, muy nice yendo cada viernes a los antros y se embarazo y no supo a quién echarle la culpa, y ahí anda la pobre de casa en casa, pero no trabaja ni amentadas de madre, yo no sé a qué le tira. Pobre de mi tío Alfredo, nada más porque le va re bien en la casa de cambio, aunque acá entre nos, dice mi mamá que esta lavando dinero, el otro día se tuvo que ir a Estados unidos en chinga, que porque dizque lo andaban siguiendo los zetas, ó no se cuales, pero eso si, es bien marro cuando se arman las fiestas en casa de mi abuela. Cuando es hora de cooperar, le dan ganas de ir  al baño, o le hablan por celular o se hace pendejo, que dizque nomás trae dólares, te digo, entre mas lana tienen, mas agarrados son. Pero eso si cuando llega a las fiestas diario solo buchanas, pero no le da a nadie, y ya nadie nunca le pide, un día hasta a mi abuelito le negó un vaso, pero bueno mi abuelito era bien hacha, y se ponía re pedo, la agarraba de 3 días y tenían que irlo a buscar a los bares de san Juan de dios. El médico le decía que no tomara y que no tomara, que se iba a morir de eso, pero a él le valía madre, y pues sí; le dio un paro, pero pues dicen que se tomo unas de viagra y que se murió en la cama de su novia de ¡28 años! Viejo rabo verde, que feo, y la muchacha esta quería que le dieran parte de la herencia, pero la sacaron a volar del velorio en chinga, y luego luego, se veía que era una buscona, pobre de mi abuelito me acuerdo que era bien cura cuando nosotros estábamos chicos, en su casa jugábamos a la trais mis primos Mateo, Berna, Gabriel, Federico, Fernanda, Tanya, Azucena, Martha, Pedrito, Raúl, Javier, Dolores, Yeyo, Ale, Demetrio, juan Francisco, y yo, a que buenos tiempos, el rancho estaba grandísimo y nos íbamos a pasar siempre las vacaciones de verano, Don Julio nos hacía nuestro pajaretes yo creo que por eso salimos tan pedos todos los primos, por cierto ¿no te había contado? ¿Qué crees que le paso a Eustasio? Que Adriana su novia lo cacho entrando a un motel con su amiga Violeta, y ya vez Adriana como es de cabrona, que se metió al motel, abrió el cuarto y les dijo servicio de cuarto y que se mete y agarra a madrazos a la chava y que le mordió acá donde te conté a mi primo, pobre ya se andaba desmayando lo bueno es que no salió en el show de la barandilla,  como el esposo de la pinche vecina que te digo, un día lo agarraron con un travesti beso y beso, pero la verdad el travesti estaba mejor que su pinche esposa cara de rata sanforizada, ah te digo y que me dice; si te molesto si por favor pones la basura al lado de tu puerta… ¡Pinche vieja! Y ella cuando pone el carro afuera de nuestra cochera le voy a decir a mi hermano que le ponche las llantas a ver si lo vuelve a dejar ahí. ¿No te conté verdad? De mi hermano.
Bueno, ahorita te sigo contando…  

Pokar de sietes


"Todo fluye y refluye, todo asciende y desciende; la oscilación pendular se manifiesta en todas las cosas; la medida del movimiento hacia la derecha es la misma que el de la oscilación a la izquierda; el Ritmo es la compensación."
EL KYBALION.
Fue una noche de 3 lunas,  como cuando nació su madre, que tuvo uno de los partos más espantosos y largos que se recuerden en la vieja Inglaterra; batalló durante interminables horas y sólo se rindió cuando alcanzó a ver los ojos grises de William. Su padre, que sólo deseaba complacer a su difunta esposa, lo crío a regañadientes. William fue un apestado en su casa, comía las sobras, y no tenía derecho a estudios. El dolido padre le cargó las labores de la casa, por señalarlo culpable de la muerte de su madre.
El tallador  mezclo con decisión, las cartas de la última baraja que se usaría. Dos cartas cerradas a cada uno, las de William resplandecían sobre el terciopelo verde, en esas dos pequeñas cartas cabían más deseo y frustración que en toda una vida. Y precisamente, fue una carta la que le cambió la vida a William, que al cumplir los 7 años, fue requerido por su tía Polly, hermana de su madre, para llevárselo a  vivir en la campiña Inglesa, entre el verde de las colinas, la leche calientita de las vacas y toda la felicidad, que se le había robado desde su nacimiento.
El oponente pago los 5, 000. William volteo sus cartas y tomo 5 fichas rojas. Las puso en el centro de la mesa, su mirada no demostraba nada. Sus cartas sumaban 14.  Los mismos 14 que tenía William cuando fue víctima de una enfermedad tan extraña, aún en estos días. Su espalda se en pronto se lleno de  yagas de estar postrada 48 horas al día. En esos años la muerte, era para William, un ángel tan deseado.
Se destaparon las 3 primeras cartas. Un 7, un rey y un As. A los 21 William se fue recuperando, gano fuerza, y pronto absorbió la vida que la enfermedad le había robado. Gracias a que su tía, le leía las lecciones en cama, pudo ser admitido en una de las universidades con mayor renombre, Oxford. Ahí fue uno de los estudiantes más brillantes que se recuerden, salió con honores y entró a una de las firmas más importantes de Londres. Pronto, su reputación creció de forma implacable y llego a ser el abogado mejor pagado de Europa.
El oponente trataba de descifrar la mirada vacía de William, creía ya poder predecirlo; Una partida de póker era más reveladora que un matrimonio de 50 años. Aposto 100 mil con toda la confianza puesta en su par de reyes. Y fue exactamente un Rey el que hundió a William a sus 28 cuando decidió aceptar el caso que involucraba al príncipe en turno en un asunto de corrupción y tráfico de armas. William hizo lo que pudo, pero sabía que no podía defenderse lo indefendible. el Príncipe fue le hazme reír de toda Europa y William fue arrestado secretamente; Pasó 7 largos años en la prisión real, por cargos nunca aclarados.
El oponente puso en la mesa 50 fichas grandes, William miró de nuevo sus cartas y pagó sin dudas; al pagar su deuda con la corona, William de 35 años decidió probar suerte en América, dejo atrás la lluvia y el té y llego a una tierra de Whisky, calor y oportunidades. Abrió primero, un pequeño despacho en la gran manzana y cual gusano se la fue comiendo poco a poco, llegó a hacer de su apellido el nombre más temido, en las cortes Norteamericanas.  Apellido que daba nombre, al edificio más alto, desde donde casi se podía ver el otro lado del océano. Llegó también una mujer especial, una verdadera escalera de color que le llevo a ser el padre más orgulloso. Desde la altura de su despacho, miraba el mundo tan pequeño, tanto, que a veces creía poder tomarlo en la palma de su mano.
El tallador puso la cuarta carta; El rey de espadas. No fue una espada sino una ametralladora la que le mato el espíritu. Un gran capo Italiano solicitó sus servicios para evadir la prisión, no había caso, era a todas luces culpable. William se negó rotundamente a la propuesta que no podía rechazar y al llegar a su mansión para celebrar sus 42 años, no había nadie en la sala, pensó que era parte del plan de sus gemelitas  para darle una gran sorpresa, pero a medida que ingresaba a la sala, un olor a inocencia perdida se le introducía en sus narices.  Las encontró a las 3 con una ramita de olivo en su boca, con tanta vida por delante, vida que nunca llegarían a recorrer. Loco,  ideó un plan para asesinar al capo, cualquier cosa era insuficiente,  nadie en la ciudad quería involucrarse así que lo tuvo que hacer en sus manos, en la corte mientras procesaban al capo, por evasión de impuestos. La gente del gobierno se alegro de que les quitaran ese peso de encima sin embargo fue condenado.
El oponente paso, William que no se jugaba nada más que un millón puso su resto. El oponente creyó ver un engaño en sus ojos y puso todas sus fichas, la gente se acerco a ver el desenlace. Un año antes de que William cumpliera 50, Robert F. Un joven Irlandés que William había ayudado gratis, llego a su celda y lo liberó, ahora Robert era el presidente de los Estados Unidos de América y tenía el poder, de hacer lo que le viniera en gana. Lo nombró el encargado de su gabinete y William fue pieza clave para la recuperación de la economía de ese país, sin embargo en su rostro estaba tatuado su dolor y ni las residencias, las mujeres ni aún un par de hijos más pudieron devolverle eso que se llama normalidad.
Se pidió que se destaparan las cartas; El oponente a falta de una carta tenía tercia de reyes; William tercia de sietes, la gente emocionada, esperaba la última carta, William le dio la espalda, sabía cuál era.
Y así a sus 55 años con 11 meses y 29 días William Roger Barrett daba la última calada a su puro.  Mientras con su pluma mont blanc firmaba los papeles en los que cedía la mitad de sus posesiones a sus dos hijos y la otra mitad a la beneficencia. Solo se quedó con el traje que usaba y con una pesada bolsa de piel con la que salió a caminar las azules calles,  bañadas por la brizna del Támesis.  Vio el cambio de guardia en el palacio de Buckingham y  después subió a lo más alto del Big Ben.  Al dar las 7, William abrió el saco y desde ahí dejo caer el millón de billetes de 1 Euro que había ganado. La muchedumbre paró el tráfico, y de cualquier lugar, cientos de personas salieron despavoridas por alcanzar algunos billetes. Nunca una lluvia había sido tan bien recibida en Londres.  William entonces tomó algo en su mano, descendió hasta el London Brigde y de ahí se aventó a las frías aguas del Támesis.
Después de 7 años, unos jóvenes que acampaban en una isla cercana, encontraron su cuerpo, desmembrado por los peces pero con una carta plastificada de baraja, en su mano.








calaverita


Se preparó la muerte, gustosa a trabajar
Buscó cuerpos inertes, por todo el boulevard
El sábado es muy fácil, sólo hay que esperar
La vida es muy frágil, no midiéndose al tomar

Miró el tráfico en calma, no oyó ni una ambulancia
No había una sola alma, perdida en la vagancia.
Fue a todos los antros, sus grandes proveedores
Le vino el espanto, al no ver conductores

Y es que  había “tránzitos”,  por todo el perímetro
Asustando tácitos, con el alcoholímetro
Ya no había borrachos, estampados en postes
Ni fieros mamarrachos, enfrascándose a golpes

Entonces vio en un auto, pasándose impetuosos
Semáforos en alto, a dos tipos canosos
Tomándose a raudales, el presupuesto anual
Era Emilio González, paseando al cardenal

Pero que buen desmadre, dijo el predicador
¡Qué chinguen a su madre!, grito el gobernador
¿Todavía queda vino? ¡Écheme un poquito!
Y quítese el corpiño, porqué me da asquito”

¿Qué pasó mi Emilio?  Fuéramos maricones
Lo nuestro es un idilio, ¡pero un idilio de hombres!
Continuaron chupando, haciendo mucha bulla
Que se van estrellando, Chingaron a la suya

Sergio entro chiflando a la cantina, aunque  casi nunca bebía. Pero esa noche era especial y se podía tomar ciertas licencias. En el lugar, no había más que un viejo de miles de años, qué miraba triste su copa vacía y un cantinero canoso con una edad también indescifrable,  que jugaba con sus cartas, un solitario. En la rokola sonaba historia de un amor de los panchos.   Sergio se sentó en la barra y animado, tanto por su júbilo, cómo porqué no había nadie, grito al cantinero ¡tragos para todos! El cantinero lo miró sin expresión y enseguida le acerco un vaso y sirvió un gran contenido de aguardiente.  El anciano aproximó también su vaso y al verlo lleno,  les dio la espalda.  Sergio dio un trago y sintió que se le quemaba la garganta, quiso entablar conversación con el cantinero, pero este siguió muy al pendiente de  su juego de cartas. Entonces se acerco al viejo y le sonrió. -Hoy es un gran día abuelo. El viejo  continuó bebiendo, Sergio con su alegría intacta se acercó más a él. El viejo lo miró con desgano y termino su trago con intenciones de irse. -Me gustaría que me acompañara -dijo Sergio y pidió  al cantinero que le trajera la botella. El viejo decidió entonces quedarse.
-Hoy es el mejor día de mi vida abuelo. decía Sergio mientras le llenaba de alcohol el vaso. -Disculpe las confianzas, pero es que en esta ciudad no tengo un solo amigo, solo a mi amada. Soy de Veracruz y he venido a pedirla como mi esposa. Sergio levanto su copa para brindar: -¡Por la mujer más bella de Guadalajara …y quizás del mundo! dijo Sergio, el viejo levanto su vaso y dijo -¡salud!- Y de un trago vació todo el líquido en su ávida garganta y acercó su vaso a Sergio para que le sirviera más. -Si quiere más, sonría abuelo que esto es una fiesta no un velorio- le dijo Sergio.  El abuelo le arrebato la botella y le dijo- que fiesta va a ser- Bueno a la mera para usted no, pero alégrese entonces por mí, que yo si tengo que celebrar. El anciano movió su cabeza negativamente y más para sí mismo dijo- Ni para ti muchacho. Sergio miro su reloj y pago la cuenta, miró al viejo con lástima y se preparó para salir. Amigo si a usted le fue mal, seguramente algo hizo mal. El viejo pareció enfadarse y lo miró a los ojos, le dijo –yo que tú quitaba esa sonrisa de idiota, - ¿Cómo por qué? Le reclamo Sergio .- Te voy a decir por qué; vas a llegar a su casa, ella te va a recriminar que no le hayas avisado que venías. Entonces estúpidamente vas a sacar el anillo que llevas en el bolsillo  y te vas a hincar enfrente de su madre, de su padre …y de su prometido, que te va a corretear a balazos y te va a sacar fuera de su casa.  Sergio se carcajeo y le palmeó la espalda, pago  y salió sin darle importancia.
Al poco rato, llego Sergio aterrado a la cantina, su sonrisa se había fracturado y se había convertido en un puchero amargo. Se sentó al lado del viejo, que ya había casi terminado la botella. Al viejo al verle se rió y le dijo al cantinero- Sírvale un trago, ese yo lo pago- Sergio tomo el vaso y lo empino, empezó a sollozar y a hablar sólo; -¿Cómo pudo ser posible? Si nos amamos en el carnaval, ya hasta había hecho los arreglos. –Así pasa muchacho- le dijo el viejo divertido.  Sergio lo miró tratando de descifrar su risa y le pregunto- ¿y usted como supo? ¿Es adivino o qué? el viejo rió aún más y Sergio comenzó a llorar en la barra. El anciano lo observó como con lástima y le dijo para consolarlo- No te preocupes vas a encontrar otra- Sergio sin levantar su cara le dijo: como ella ninguna, nunca más me voy a enamorar.  El anciano insistió- claro que sí hombre, vas a encontrar otra, te vas a enamorar de nuevo con lo idiota que eres y le vas a hacer 3 chamacos, después te vas a arrepentir cuando se ponga vieja y solo te reclamé, y vas a andar yéndote con las muchachas hasta que ya no se te pare y solo esperes la muerte.  Sergio algo mareado por el alcohol que estaba bebiendo le dijo-  ¿acaso es usted un profeta? – No. Para nada. Le dijo el anciano. –Lo fui, alguna vez lo fui; Nostradamus, Hipólito, Merlín y muchos otros miles más que no conoces.  Sergio no entendía, el anciano continuó; También fui Carlo Magno, Nerón, Hitler y Napoleón. Sergio sonrió y siguiéndole el juego le pregunto ¿y pelé? ¿También fue pelé? El viejo le dijo- sí también, metí 1255 goles aunque nomás me valieron 1100 y también fui Maradona y Hugo Sánchez.  Sergio ya medio ebrio pidió otro trago y le pregunto ¿y la gorda de mi vecina? – sí también, y la metiche de tu hermana, la famélica de tu madre y el huevón de tu padre. Sergio se molesto y se paró, el viejo le cuestionó ¿o no es un huevón?  Sergio lo pensó un poco y se volvió a sentar. – he sido todos. - ¿todos? ¿también Cristo? Pregunto Sergio ya más interesado.  – No ese no- hay algunos pocos que todavía no.  ¿y cómo es, que si usted es todos, no hace algo, no les dice a los demás ¿o como funciona?- pregunto Sergio ya dudoso. - No lo sé muchacho, sólo me acuerdo el mismo día en que me voy a morir.  Sergio no se la creía  y pensó que estaba delante de un gran artista del engaño,  se levanto y fue a  la ventana, ¿cabía la posibilidad de que fuera cierto? El viejo llego a su lado, y para dejar claro que no mentía le dijo: ahí va a aparecer doña Eustolia, y una señora dio la vuelta a la esquina. – Va a pasar un ruta 100 y se va a pasar el alto. Y el camión paso fugaz sin respetar la luz roja. ¿Le sigo? Pregunto el viejo, Sergio no decía nada estaba al pendiente de la gente de la calle.- Don Eusebio va a tirar las cascaras de sus semillas. Mirna le va a maldecir y las va a juntar. El cartero va casi a derrapar con el aceite de ahí. ¡Mira, mira! Por esa ventana se va a asomar Denise, semidesnuda y desde la calle la va a ver Julián que sonreirá de oreja a oreja. Todo pasó Sergio se sintió mareado y regreso a la barra- el viejo el advirtió ¡Cuidado con el pretil! Pero Sergio ya iba cayendo. El viejo lo tomó de los sobacos y lo sentó en un banco.  No te apures hijo, mañana no te vas a acordar.  ¿Cómo lo sabe usted? Porque yo ya fui tú y no me acorde. Sergio pidió un agua mineral con hielos y mientras se iba tranquilizando inquirió. –Si ya está todo trazado y todos los actos están hechos ¿para qué estamos entonces aquí? -Buena pregunta hijo, ¡sepa la chingada!, a veces, como que intuyo algo, pero no me acuerdo de nada – le contesto el viejo. -Y si por ejemplo yo hiciera en este momento algo que usted no hizo ¿no se podría alterar todo? No podrías,  ya me habías hecho esa misma pregunta y yo a la vez te había respondido lo mismo. No se puede quebrar el destino. Sergio se levanto y patio un banco, el viejo le dijo –yo ya hice eso,  Sergio entonces salto la barra y tomó una botella, el cantinero no hizo nada siguió jugando a las cartas.  Sergio tomó un poco y estrello la botella en un gran vidrio haciéndolo añicos. –yo también hice eso Sergio, vete la mano- Y Sergio Sangraba.  Se envolvió la mano en un pañuelo y salió del bar desconcertado. El viejo entonces, se fue iluminado, a su mente llegaron lugares recónditos que parecían conocer muy bien.  Espirales de nubes, albas y crepúsculos entrelazados en un infinito firmamento de energía. Música inclasificablemente bella, espíritus  sin materia que al integrarse potenciaban un orgasmo infinito de amor. Y por último vio su verdadero rostro y se acordó de todo. Apresurado por alcanzar a Sergio, se levanto del banco y miró al tendero ¿Cuánto le debo? Le pregunto, el tendero le sonrió tiernamente y le dijo su cuenta ya esta pagada, entonces el viejo se fue disolviendo poco a poco así como el mundo en que se encontraba. 

martes, 14 de septiembre de 2010

Feliciano


Fue en la última peregrinación a Wirricuta. Aquella madrugada el marakáme Antúlio danzó en la copa del cerro en honor al fuego, para que llamara al bisabuelo cola de venado. Cantó y cantó toda la noche, sus canciones  de peyote y cuando el firmamento se hacía más oscuro lo vimos desaparecer entre la abertura de los dos mundos. El ritual prosiguió y los peregrinos continuamos la danza, suplicando a Tau que el marakáme fuera reintegrado otra vez en cuerpo de hombre y no de bestia. Poco antes del amanecer y con la salida del sol, vimos la silueta del marakáme emerger de lo alto y bajar a la ladera quemada con lágrimas chisporroteándole los ojos.

El regreso fue penoso, el marakáme no cantó más y se negó a decir una sola palabra hasta llegar a la sierra. El concejo de ancianos decidió convocar a los pueblos de los 5 puntos cardinales en torno a la fogata y el marakáme dijo lo que el gran espíritu del bisabuelo cola de venado había susurrado al chamán; Sus días en la tierra había llegado a su fin. El hombre wirrica tendría que desaparecer de este mundo para siempre. Todos bajaron la cabeza en forma de respeto y aceptaron el designio con tristeza. Todos menos Valentín y Lupita.

Una discusión deszurció la noche, los ayer niños, habían consumado su amor antes de casarse y Lupita ya no podía esconder la panza. Los padres enfadados acordaron llevar a Lupita a la mañana siguiente con el marakáme para que le diera algo que detuviera la gestación y así no desacatar las órdenes del bisabuelo cola de venado, temiendo que si no lo hacían así, el pueblo no podría reunirse con los de antes, donde ellos estuvieran.

Al salir el sol, los padres fueron por Lupita, pero ya no estaba. Tampoco Valentín. Los ancianos y el marakáme profetizaron lo peor para nuestro pueblo. Yo me ofrecí a buscarlos, conocía muy bien a Valentín, seguido nos íbamos a juntar leña y a veces nos bañábamos en el rio. Si había ido a un lugar era a Guadalajara.

No me costó muchos días encontrarlos. Lupita se asusto cuando me vio venir y me amenazo con un cuchillo, Valentín me golpeo y me dejo desmayado bajo el puente. Anduve después de aquí para allá, preguntando por dos huicholes jovencitos , pero a nadie en esa ciudad parecía importarle nada.

Después de varios meses, creí ver a Valentín en un camión. Se parecía a Valentín, pero no vestía su kutun, sino un pantalón de mezclilla y una camisa de cuadros, tampoco portaba su sonrisa de siempre. El hizo como que no me vio, pero me las arregle para seguirlo. Vivía en el puro centro de la ciudad, en una vecindad llena de borrachos y locos por la droga. Me acerque y oí llanto de niño, desde la ventana vi el cuarto mugroso y a Lupita muy enferma con el niño con unos cartones como cuna. Me dieron mucha lástima, solo ayer eran unos niños, yo a veces abrazaba a Valentín cuando estaba chiquito y le daban miedo las culebras.

Un día lo alcance en la calle, el no se sorprendió, ni quiso correr, con la mirada baja, me dijo que unos polecías lo habían golpeado y le habían quitado su raya de la semana, que en la fábrica le pagaban la mitad de lo que ganaban los demás, por ser indio. Que la Lupita estaba muy enferma, que un tipo de la vecindad quería robarle a su hijito para dárselo a una mujer que pedía limosna y que constantemente le exigía dinero.

Lo acompañe a su casa, llevaba yo el dinero de unos collares que me había comprado unas gringas y con eso compramos pan y leche y nos sentamos en el cuarto extrañando las montañas. Le dije que eso no era vida, que yo me regresaba a la sierra, donde pobremente se vivía, pero siempre se veía salir el sol. Y no se tenía uno que andar cuidando de carros y de gente mala.

Llegue al pueblo y les dije que no los había encontrado, que seguramente se habían ido pal norte o al DF. La gente estaba nerviosa, nunca se había desobedecido al espíritu de cola de venado y esperaban lo peor. Al mes llego Valentín, venía hecho una piltrafa, cargaba a Feliciano su hijo, y no se veía venir a Lupita. Las mujeres le dieron calabaza, y al niño leche. Valentín dijo que Lupita se había muerto afuera de un hospital donde no quisieron atenderla. Y que regresaba a su hogar, que el espíritu tenía razón; gente como ellos no podía ya habitar esta tierra, que todo estaba por acabarse.

Al día siguiente, con Valentín medio repuesto, me pidió que lo acompañara, tomamos un autobús y fuimos al cerro quemado de Leunar donde bailaba el marakáme. Esperamos la noche. Y cuando estuvo más negro, Valentín se descalzo los huaraches, subió a la colina con su hijo y lo dejo ahí, en la cima, a merced de los coyotes y de las fieras que ahí merodeaban. Después descendió y aunque el niño lloraba y lloraba no voltio una sola vez atrás. Solo yo pude ver cuando el abuelo cola de venado tomó en sus brazos al niño y se lo llevo directo a las estrellas, donde ya nos esperan nuestros ancestros.

miércoles, 1 de septiembre de 2010

Curriculum Mortis


Oscuridad. Luz. Manos viejas de partera. Mi madre sonríe discretamente. Mi padre se toma el bigote orgulloso. Pezón. Leche tibia. Biberón. Primeros pasos. Papá, Mamá, ¡Cabrón!. Texanita con mi nombre grabado. Rafagas.  Mi madre clama al cielo. Mi padre ya nunca se tomará el bigote. Velorio. mudanza al sur. Escuela. 1,2,3,4,5. A,B,C,D,E. Pelea. Siempre pelea afuera de la escuela. Mi primer mascota un gallo de pelea. . Juegos, nadie quiere ser el policía. Adolescencia. Mi primer trabajo. grito: ! Ahí vienen los judas! Reformatorio. Más peleas. Más trucos. Adiós inocencia. Libertad. Mi primer amor. Mi primer pistola. Mi primera misión. Mis manos manchadas de sangre. Insomnio. Escalofríos. Arrepentimiento. No hay marcha atrás. Soy uno más. Paquetes de 100 grs escondidos en la cajuela. 1000 Dólares para mí. Fajo piteado con mi nombre. Texana de 1000 dolares. Camioneta grande. trasladar por el Rio Bravo 100 kilos en lanchas. Federales. Mis manos manchadas de sangre. Me limpio con mi pañuelo y sigo adelante. Cantina. Amigos. Ráfagas entran por las ventanas. Mala Suerte. Mi hermano menor se ha ido con mi Padre. Venganza. Rifles Ak47. 5 muertos. Reputación. Casa para mi madre. Comer en la mesa del jefe. Mujeres. Todas las mujeres del pueblo. Oro. Diamantes en las cachas. Balas de plata. Camionetas del año. Blindadas. Respeto y miedo. conquista de la gran ciudad. Avión.  Destino Colombia.  Primer Millón de dólares. Mano derecha del jefe de jefes. Sobornos. Mia la Policía. Mio el Gobiern. Poder. Nada más excitante que ver sus caras llenas de miedo a mi paso. Crecimiento. La mitad de la ciudad es mía. La mitad de lo mío es de mi jefe. Amor a la esposa del  jefe. No más amos. Cabeza del ex jefe colgada fuera de su casa. 30 muertos a cuestas. Sangre sobre sangre. Más dinero del que se pueda contar. Coca pura. Ejercito y gobernador bajo mi bota. Coca inyectada. Caminar sin miedo donde sea. Tráfico. Hombre  se cruza en mi camino. Hombre  muerto. Más coca. Ordenes no cumplidas. Ayudante muerto. Familia de ayudante muerto. Desconfianza. Mitad de mis soldados muertos. Paranoia. Descuido. La casa rodeada por conocidos. Más gente que tiros en mi Ak 47. Han entrado. Un último tequila. Una última línea. Una última canción de banda. Rfagas de colores. Sueño y Oscuridad de nuevo.

Mansion

Lupe ha dejado de nuevo la puerta abierta. Seguramente ha salido tras Terry. Espero que no se haya perdido, es un buen perro. Como me gustaría que alguien me estuviera esperando, con un plato caliente de lentejas y un interés sincero sobre la jornada transcurrida. Tanto trabajo despilfarrado en vasijas y candelabros que no dan luz a nadie. Muebles de piel que se rasgan al igual que los de imitación. Tapetes importados del lejano oriente, amantes también del polvo de occidente. Espejos grandes para reflejar el tedio, con marcos dorados para enmarcar los días vacíos. Vajillas de porcelana que nunca estarán en riesgo de quebrarse. Cocina integral donde no se integra ningún sabor. Jardín con un gigante Tule, que nunca ha columpiado a ningún infante. Escaleras de mármol con un brillo que nadie alaba. Retratos de gente desconocida. 5 habitaciones para la soledad. Una biblioteca con libros carcomidos y páginas que se desdibujaran en el olvido. Una caja fuerte tras un Orozco original. 3.6. 9. 3. 7. 8 La única cifra que he aprendido de memoria en mi vida. Títulos heredados. Escrituras invertidas y 2 millones en efectivo que claman ser gastados, ser tocados con avaricia, por cientos de manos ansiosas, que desean desgarrarse cumpliendo su propósito de vida.


Es tarde; escaleras, retratos, alfombras y puerta entre abierta.

Ahí regresa Lupe. Seguro Don Antonio con su carácter la refunde en la cárcel, pero se lo merece; por arguendera me echaron sin liquidación.

miércoles, 18 de agosto de 2010

El vacio infinito


El vacío infinito es una hoja en blanco en la máquina de escribir de Borges.

Es un joven graduado de prepa que mira la lista de licenciaturas.

Es el ruido de la corriente eléctrica cuando Hendrix enchufa  su guitarra.

Es un balón que viaja hacía la portería cargando la gloria y la decepción en su vuelo.

Es el instante en que se fuga el semen y se ven las cosas sin brillos ni sombras.

El vacío infinito no es la nada y puede ser el todo, uno puede ser todo siendo nada.

El problema surge cuando uno cae de arriba y decide llamarse Juan y deja de ser Pedro, Pablo ó Rodrigo.

El vacío se esfuma cuando conoces a tu mujer y miras con una mirada discreta los millones de nalgas firmes que nunca tocaras.

En el vacío infinito navegan los locos, los artistas, los colores que no tienen nombre, las calles por donde nadie pasa y las teorías antes de ser escritas.

No me digas que no soy nada, cuando lo he dejado todo por llegar hasta aquí.

twins

 Nacidos y fallecidos al mismo tiempo. Físicamente 100% idénticos. Pero por dentro, las almas más disimiles que hayan existido.


Al risueño se le llamó Carlos y Oscar al Iracundo.

Habían comido lo mismo, habían vestido lo mismo y recibido los mismos derechos y obligaciones en casa. Oscar estudió Ingeniería. Carlos Arquitectura. Y en contra de la costumbre ninguno de sus amigos los confundió una sola vez.

A los 30 dejaron de hablarse y no fue hasta que sus padres celebraron sus bodas de oro que volvieron a estar cerca.



Aquella noche Oscar llego al templo a la hora acordada, mientras Carlos lo hizo cuando el sacerdote repartía las hostias y un poco borracho recibió el cuerpo de Cristo, a diferencia de Oscar que enojado, al descubrir que portaban un smoking idéntico, prefirió quedarse sentado atrás; lejos de todos evitando así el saludar a familiares que ya ni conocía, ni quería conocer. Carlos se sentó junto a sus padres y se alegró de ver a sus primos y a sus tíos con vida y los saludó a todos de uno en uno.



Acabada la misa, Oscar salió de prisa antes que todos; se le hacía un absurdo esa costumbre de tomarse fotos afuera del templo, formados como un equipo de fútbol. Carlos por su parte estuvo en casi todas las fotos y le pidió copias de todas las tomas al fotógrafo.

Carlos llevó a sus padres en su automóvil, mientras Oscar se fue caminando al salón de eventos, aliviado porque no batallaría por tener que encontrar un lugar para su inexistente carro y no tener que pagar un ballet parking.



Al llegar al salón, Carlos escogió el lugar más cercano a la pista e invito a sus primos una botella del mejor whisky. Oscar estuvo sentado en la barra donde servían las cervezas esperando que la noche pasara rápido para estar de nuevo en su casa aunque no tenía nada mejor que hacer.



Carlos estuvo encantado de conocer a las hijas de una prima que venía de Estados Unidos y que nunca había conocido. Oscar se escurrió discretamente al baño cuando la prima se iba acercando a él.



Llego la hora del vals y Carlos como siempre se hizo el payaso frente a todos, arremedando a sus tíos y carcajeando a su familia estaba orgulloso de ellos y su familia estaba orgullosa de él. Oscar distante rogaba a dios porque no lo nombraran por el micrófono, pero así fue. Oscar tuvo que acercarse a bailar con su madre a quién veía muy pocas veces al año y se sintió avergonzado; La gente se reía de él, porque no sabía bailar. José los odiaba a todos, siempre se había sentido avergonzado de su familia. No quería ver a ninguno a excepción de sus padres.



El vals continuó y Oscar miró como Carlos quitado de la pena, sacó a bailar a la más guapa de las muchachas invitadas. Oscar nunca se había casado. Carlos se había divorciado 2 veces y tenía más de 7 hijos regados.



Llego la hora del brindis; Oscar dijo las palabras tantas veces oídas en aquel casino. Carlos Improvisó un discurso cargado de humor que hizo sonrojar a sus padres, quién, como un regalo de bodas, les pidieron en secreto a los dos hermanos que se dieran la mano antes de irse. Carlos sin ningún problema se acerco a Oscar, que sin ánimo y para satisfacer a sus padres estrecho su mano. La cúspide de una vida de Alegrías, aventuras y sorpresas y el fondo de una existencia de soledad, amargura y tedio llegaron a su fin cuando los tornillos que habían sostenido por medio siglo a un gran candelabro decidieron jubilarse dejándolo caer precisamente antes de que los gemelos separaran sus manos. Su muerte fue instantánea.

Al llegar los rescatistas y remover los escombros, su madre desconsolada lloró por sus dos hijos, concebidos exactamente hacía 50 años. Uno con cara de dolor y otro con una gran sonrisa.

A la hora de enterrarlos El padre se apeno por la desdicha vida de Oscar y se sintió un poco reconfortada con la sonrisa de Carlos, sin imaginar que habían colocado los cuerpos en las tumbas equivocadas.

martes, 17 de agosto de 2010

El espacio



Charles Amstrong maniobraba ágilmente los controles del Apolo 15 que regresa de su misión en Júpiter, ahora por primera vez desde la primera vez, volvió a disfrutar de el paisaje sórdido de estrellas que luchaban por que no se las tragara la nada, su nave flotaba por en medio de la galaxia a paso lento, habían sido seis largos años, desde que Amstrog trasgredio la atmosfrea del planeta tierra, en ese lapso se habían desatado dos guerras, el sida había sido aniquilado, y el Atlas había ganado un campeonato, pero a él lo único que el importaba era volver a ver a Stelle a quien había dejado con una lagrima en el rostro aquel 16 de agosto en el desierto de Texas, le diría cuanto la extraño. Le diría lo bien que se veía su estrella desde el espacio, la estrella que ella descubrió una noche en que hacían el amor en la arena y que brillo en el momento en que ella sonrió, fuero 6 largos años de penurias, 6 largos años preguntándose que hacia fuera de su hogar, fuera del pequeño lugar que dios le había destinado para vivir, le traía dos regalos un pequeño granito rojo que había recolectado en el mar alfa de Júpiter y una planta, también roja que había crecido sobre el casco de la nave, cuantas ganas tenia de tomarla otra vez por el talle, de ver su sonrisa, de recordar su rostro que ahora era solo una sensación espiritual más que una imagen fisica, le diría las cosas que estuvo pesando en la cabina sin gravedad... le diría cuanto le lloro, cuan fiel le fue....porque no sucumbió ante los deseos de las extraterrestres de 6 senos. le diría todo lo que se dice en un susurro y esperaba oír de ella un te amo, como siempre... como nunca.
Menos de 10 mil kilómetros para entrar en la atmósfera decía la torre de control, y su corazón se hundía en el pecho, un festival de gases multicolores le alegraban la sonrisa, y después azul, azul como el vestido que ella llevaba ella la primera vez que se la cruzo en la avenida. Un zumbido inundaba sus oídos acostumbrados a no oír nada, era como entrar al cine por primera vez, la tierra lo llamaba de alguna forma, sabia que ella iba a estar ahí, a menos de 200 mts su cabina salia disparada y caía al mar, un helicóptero bajaba por el y los oficiales lo abrazaban y le colgaba medallas, pero el solo quería verle a ella, busco en la torre de control pero no vio su pálido rostro, tampoco en la ceremonia de bienvenida y temió lo peor.

Aquella noche durmió por primera vez en seis años pegado a la superficie pero sus sueños siguieron en el espacio, soñó un gran agujero negro que se tragaba a Stelle, la llamó a su casa pero el teléfono no servia, a la mañana siguiente a primera hora caminando a paso veloz y después corriendo se dirigió a su casa, como habían cambiado las cosas la gente le parecía rara, irreal tan simple con tan solo dos piernas. Doblo por la primera avenida en donde antes había una casa elegante de tres pisos y ahora había un restaurante de una cadena famosa y casi cae de bruces cuando vio la casa a la que muchas veces acudió de noche, a dejar recados por la ventana. Al parecer se había incendiado y no encontró a nadie que le pudiera decir si Stelle sobrevivió. Desvalido y fuera de si corrió y corrió cuesta abajo llorando, la gente lo tomaba como un loco, cosa muy común en aquellos días, sus ojos con estrellas todavía en sus pupilas derramaban cristales que quemaban el piso, nunca hubiera ido, no le hubiera dejado, cansado de tanto correr se sentó en un café del centro. El café donde por primera vez y por error, ella se había embriagado, el mesero al verlo tan ofuscado ni siquiera le pregunto que quería. Le sirvió una botella de su tequila más radioactivo. Amstrong empinaba el codo y la rodilla. había hecho lo que ningún hombre en el mundo y ahora era el más miserable de todos, quiso volver, otra vez a las estrellas, lanzarse como la chatarra de los satelites y por siempre flotar en el espacio.  Una mujer de cabello negro se sentó sola en la mesa de enfrente. Tenia los ojos cual lunas, y la sonrisa de aurora. Amstrong parado en el barandal del bar a 5 pisos del espacio veía en ella algo familiar, pero, ¿acaso cualquier rostro humano no lo seria después de tanto tiempo?  Después de darle algo de propina al mesero, Amstrong se dejo caer flotando hacía el espacio para vivir por siempre en su nave y regresar  al planeta de donde dejo a Stelle.

La mujer pago su cuenta y llorando por la acera recordó vagamente a un tipo que algún día la enamoro y que enloquecio con botones de peyote, se pregunto si todavia estaría en el hospital o si ya se habría bajado del avión.

lunes, 16 de agosto de 2010

Un día en la vida

A las doce del medio día se encendio la radio, como siempre se escuchaba el noticiero; habían encontrado tres cabezas en la carretera a Chapala. 1,600 000 Pakistanís habían muerto en las inundaciones y en esos momentos había un bloqueo de gran parte del centro de la ciudad por campesinos inconformes. Las cosas allá afuera seguían normales, pensaba Mateo Riva que apenas se despabilaba. Se había acostado muy tarde la noche anterior, viendo un especial sobre póker en ESPN. Necesitaba alguna forma de multiplicar los 500 pesos que le quedaban y no tenía intención de regresar a la vida laboral. Mateo era escritor. Vivía como escritor; en un piso pequeño, de un barrio a donde solo se iban a vivir putas, Pachecos, traficantes, güeros mochileros, y por supuesto, escritores. Cada febrero recibía los cheques de regalías de sus 22 libros escritos. Aunque todavñia no era un autor reconocido, tenía algunos seguidores, lástima que escribiera para los jodidos, como él. Era  seguro,  de los autores contemporáneos más fotocopiados del momento. Cada que le llegaba algún dinero iba a la licorería a pagar lo atrasado, no tanto por que las deudas significaran mucho, más bien no quería peredr su crédito. Tenía más de 5 años sin escribir una sola página, había dejado su última novela inconclusa, se le había ocurrido “la gran idea” de hacer una novela autobiográfica y después de describir su juventud y sus primero logros en el primer capitulo, se había quedado en seco. Quizás fuera el hecho de que se viera desde afuera y su vida le pareciera ridícula, sosa, sin emoción y temiera exponerse.

Faltaban todavía 2 semanas para Febrero y ya no tenía más que -un six de corona y una botella de oso negro, una lata de cacahuates y un bolzonón de churros agrios, Todo por no haber querido estrechar la mano del Gobernador y no es que su orgullo o alguna filiación política se lo hubiera impedido, es solo que andaba borracho y lo confundió con un gran capo de la mafia... -hoy tendría una beca, lo invitarían a dar cátedras y quizás hasta le hubieran podido poner su nombre a algún callejón del centro, se lamentó frente al espejo.

Calentó su café y sintió el calor en sus entrañas, fue al baño a evacuar lo poco que había comido. Alguien toco a la puerta y Mateo con los pantalones abajo se acerco  molesto. Últimamente le disgustaba toda la gente, si eran de nuevo los testigos de Jehová saldría en pelotas con su génesis en la mano, para mostrarles la gloria.  pero solo era el viejo cartero que antes le traía montones de cartas y hoy solo puras deudas. El cartero introdujo una carta bajo la puerta y se alejo por el pasillo. Mateo miro la carta y decidió no abrirla, era de Nena.

Su departamento, era un solo cuarto atiborrada de libros, tenía un escritorio con una computadora vieja, un tocadiscos y un ropero donde guardaba hecha bola toda su ropa sucia. Dormía en un sofá cama muy pequeño , su gran pretexto para que ninguna mujer se le pudiera asentar permanentemente. Y lo había conseguido, ya ninguna de sus admiradoras lo frecuentaba, ni siquiera las más feas. Antes le ayudaban a hacer el aseo, le llevaban la ropa a la lavandería, trapeaban sus pisos y le traían vino, pero Mateo las corría casi insofacto de extirpar su ponzoña evolutiva, argumentando que le habían inspirado un poema y que tendría que trabajar toda la noche en él.

Después de prepararse un coctel de vodka se acostó de nuevo, no por levantarse tarde iba a renunciar a la siesta de la tarde. A las 4:00, Su teléfono celular sonó, Mateo miró el número de su madre y dejo sonar la quinta sinfonía de Beethoven, adoraba a la anciana pero si le contestaba perdería por lo menos 2 horas de su valioso tiempo escuchando los mismos chismes y las mismas anécdotas que había escuchado desde que tenía uso de razón (muchas de las cuales había usado para sus historias). Además, su madre estaba muy bien cuidada por sus hermanos, -un día de estos la visitaré, sirve que me traigo un topper de frijoles- se prometió.

El resto de la tarde se la pasó dormitando ante el televisor, su inconsciente se tuvo que fumar una película de Mauricio Garcés y dos programas de concursos. Cuando por fin llego la noche se sintió autorizada para beber alguna de las cervezas. Trato de leer aquel libro de San Agustín, pero ya no tenía el hábito. Sintonizó de nuevo el radio se acercó a su ventana y miró el mundo erosionarse de a poco una noche más. Se sintió solo, pero él lo había querido así, recordó un poco a Nena pero desecho la imagen justo antes de que el recuerdo lo empezara a quemar, hecho un gran trago de oso negro. El timbre de la puerta de abajo sonó. Mateo apago la luz y se asomo por entre las cortinas, vio a Everardo; cantante, compositor y la garganta más voraz para el vino ajeno. Mateo trato de no moverse, Everardo se asomó desde abajo y al ver que nadie le abría se alejo enfadado. Mateo se quedo en la oscuridad mirando los coches que pasaban por el puente de la avenida Hidalgo.

A las 12:00 Pm se encendía automáticamente el radio. Mateo abría un ojo y por su oído se filtraban las últimas noticias; habían encontrado tres cabezas en la carretera a Chapala. 1,600 000 Pakistanís habían muerto en las inundaciones y en esos momentos había un bloqueo de gran parte del centro de la ciudad por campesinos inconformes. El mundo estaba jodidamente igual, ni se acababa ni mejoraba, como él mismo pensó. Preparo un café y lo bebió, inmediatamente tuvo que ir al baño y mientras contaba los azulejos llenos de sarro. Alguien tocó a la puerta. Mateo decidió quedarse sentado en la taza,  cualquier urgencia podría esperar un rato más, no hay cosa más importante en el mundo que zurrar a gusto pensó. Al salir del baño miró la puerta, había una carta en el suelo, la tomó,  otra vez de Nena, decidió guardarla junto a la que le había llegado el día anterior, pero no la encontró, la leería más tarde aunque intuía que contenía. Miró el calendario, había creído que era miércoles y apenas era martes, faltaban dos semanas para recibir su cheque todavía, tendría que pedir prestado a alguien ó mejor empeñar alguna cadena o su computadora.

A las 4:00 en punto  su celular sonó con la quinta Sinfonía, de nuevo era su madre, por lo general lo llamaba una vez por semana, ojala y no estuviera pasando una desgracia, últimamente las llamadas se habían vuelto un largo obituario de viejos conocidos. La quinta sinfonía siguió un rato hasta que se apago súbitamente.

Mateo abrió el refrigerador y para su fortuna miró, que no le había bajado casi nada a la botella el día anterior y  todavía le quedaba un six, estaba casi seguro que un día antes había bebido un par de cervezas pero se asomó en el cesto de basura y no había ninguna ¡Que afortunado! Podría sobrevivir quizás unos 3 o 4 días antes de pedir prestado. Bebió un par de cervezas y prendió la tele -¡Puto cable! Siempre pasan las mismas  películas-. Le dio un poco de sueño y unos timbrídos lo despertaron más tarde, cuando la oscuridad se había llevado el color de sus paredes. Separó un poco las cortinas y miró de nuevo A Everardo, de seguro andaría sin un cinco ¿O que acaso ya no tenía más amigos? Mateo fue a su refrigerador y sacó la botella de oso negro. Recordó la carta de Nena y la abrió mientras daba un buen trago de vodka. Lo de siempre Nena quería que Mateo conociera a su hija, tendría ya unos 5 años. Nena había sido su única pareja estable aunque nunca habían vivido juntos, al embarazarse y Mateo sugerir que abortara Nena le había dejado, Cada año le había mandado una carta como esta con fotos de la niña, no estaba mal tenía las cejas pobladas como él. Pero fuera de eso no quería saber nada de ella. El instinto paternal no se había desarrollado en él. Tomó la carta e hizo un avioncito de papel con ella, la aventó y lo miro descender hasta estrellarse contra el concreto.

12:00 Pm el radio se encendía el locutor daba las noticias del día habían encontrado tres cabezas en la carretera a Chapala. 1,600 000 Pakistanís habían muerto en las inundaciones y en esos momentos había un bloqueo de gran parte del centro de la ciudad por campesinos inconformes. Mateo se extraño un poco creía haber oído lo mismo un día antes, aunque realmente no había puesto atención, quizás un error técnico hizo que repitieran las noticias del día anterior. Calentó el café y se sintió un poco debil, según recordaba el día anterior no se había desvelado. Será la edad pensó. Le dio unos sorbos a su café y como siempre se le soltó la tripa. Alguién tocó a la puerta y Mateo se admiro de que diario lo agarraran cagando, jalo la palanca del retrete y fue a la puerta, ahí estaba de nuevo otra carta de Nena, de seguro esta desesperada –pensó- y dejo la carta arriba del refrigerador, se sorprendió de le quedara tanto vodka, bien le había recomendado Ever, "El oso negro rinde y rinde mucho". Volvió a ver el six pack lleno, estaba seguro que ayer se había tomado unas cuantas, por lo general le pasaba a la inversa, de repente las botellas amanecían a la mitad o el refrigerador sin cerveza pero esto era nuevo, quizás los duendes de la cebada le estaban retribuyendo orinando en sus botellas.

Destapó una cerveza y se sentó frente a su escritorio, ojalá pudiera escribir algo, ¿pero sobre qué? ¿Sobre soledad, vino y fracaso? No era ni siquiera tan buen bebedor, ni se sentía fracasado y su soledad no le incomodaba, así que no le inspiraba en lo más mínimo. Sonó el celular con la quinta sinfonía, Mateo pensó que de verdad sería urgente y decidió contestarle a su madre. No era urgente solo era su madre que quería saber de él y contarle que a su tía mica le habían diagnosticado influenza, que la fuera a visitar algún día, que Robertito su sobrino ya se había titulado y que Casandra su sobrina más pequeña, ya estaba por casarse  porque estaba embarazada. Su madre hablaba y hablaba y hablaba y Mateo solo miraba la calle, se paró al refrí y destapó otra cerveza. Una a una hasta que acabo con el six, su madre tenía su número gratis en su celular y le podía hablar el tiempo que quisiera, Mateo se arrepintió de haberle sugerido que agarrara esa promoción. A las 6 de la tarde su madre por fin le dejó. Mateo ya estaba mareado y siguió con el vodka, encendió la televisión y dio con la película de Mauricio Garcés que ya había visto los dos días anteriores, esa si era vida, chicas con bikini y buen vino que lástima que no nació con la trompa y el porte de Garcés. Llegó la noche y Mateo miró como su botella se iba extinguiendo, tendría que rogarle al de la licorería,  nunca había dejado de pagarle, se compraría unas botellas de ese tequila que acababa de salir, o quizás podría ir a alguna exposición y gorrear algunas copas, pero tendría que ver a la flota de mamones que se movían en esos ambientes, recordó como Ever y el un día se metieron a una galería con un plumón y le dibujaron un gran pene en el retrato de la solemne madre de un artista, eran buenos tiempos. Sonó el timbre y Mateo fue a la ventana ahí estaba de nuevo Ever, con las manos vacías, sin una botella de vino ó un six de cervezas, lo miro alejarse, escondido entre las cortinas.

Mediodía el radio se encendía y se escuchaban las noticias; habían encontrado tres cabezas en la carretera a Chapala. 1,600 000 Pakistanís habían muerto en las inundaciones y en esos momentos había un bloqueo de gran parte del centro de la ciudad por campesinos inconformes. Mateo sorprendido no solo por las noticias sino porque no se sentía crudo, solo algo desvelado, Inmediatamente fue al refrigerador y se aterro. Ahí dentro seguía la botella de oso negro medio llena y el six de cervezas completo. La puerta sonó y Mateo fue hacía ella, vio al viejo cartero sacar de su bolsa una carta y aventarla por abajo. Era la carta de Nena, igual que la del día anterior que había dejado arriba del refri y que hoy no estaba. Mateo la abrió y miro las fotos y la carta que ya había leído. Se paso el día de arriba abajo, buscando similitudes con el día anterior, ó el alcohol le empezaba a caer mal o había caído en un bucle como en aquella película que pasaron un día en el cable. Llegaron las 4 de la tarde y Mateo miraba su celular, es espera del primer compas de Beethoven, al oírlo a la hora en punto, sintió un miedo espantoso, contesto a su madre quién el empezó a contar lo mismo del día anterior y si bien es cierto que su mamá tenía un poco de alzheimer, pronunció exactamente las mismas palabras.  Mateo dejo el teléfono y se sirvió un vino, fue al calendario y miro que de nuevo era martes, ¿y qué tal si estuviera enfermo? ¿Si su percepción del tiempo se hubiera estropeado? -alguna enfermedad nueva- pensó. Tendría que haber una explicación lógica, ¿pero si no? Los locos no saben que están locos, quizás un instante antes se den cuenta pero después no hay marcha atrás- pensó. A las 6 en punto oyó a su madre colgar, tomó la botella ¿porqué le podría estar pasando esto a él?  el vino lo iba calmando y que tomara la situación con más calma. Cuando calló la noche miro por la ventana venir a Ever y le abrió antes de que tocara. Ever subió se le veía demacrado, con las ojeras muy marcadas, lo invito a tomarse una copa en la fuente pero Mateo desistió, estaba demasiado frikeado como para salir, le dijo que se sentía enfermo y  Ever que lo vió tan pálido se retiro. . Mateo cerró su puerta, Mateo de quedarse en vela hasta que saliera de nuevo el sol, ó hasta que viera al ente que le atrazaba el relój,  pero el sueño lo venció.

A las 12 de día el radio se encendía con las mismas noticias, Mateo se levanto y fue a hacer su café, esto no era un sueño, cagaba y muy apestoso. Oyó que aventaban la carta, su madre le hablo a las 4 en punto y Everardo fue a buscarlo al caer la noche Mateo lejos de asustarse imagino las posibilidades que tenía, podría asaltar un banco e irse a cualquier cantina o mejor aún pegarle unos plomazos al gobernado y al otro día amanecer en su cama etc. Mateo no trato de ver llegar el sol, y se durmió plácidamente.

Mateo se levanto con las noticias de la mañana, se preparo su café y fue hasta la puerta al mismo instante que le pasaban su carta, a las 4 contestó el teléfono antes de que timbrara y aventó un gargajo con exactitud cuando pasaba un policía abajo en la calle. Podría llevar las posibilidades al límite, podría desmenuzar la vida, hacer algo diferente cada día, saber la vida de todo el mundo tan siquiera por un día pero Mateo se sentía más vacío, como si al vencer la muerte, la vida completamente careciera de sentido.

Aquél día Mateo recibió en la mano la carta y saludo al cartero, decidió visitar a su hija, timbró y Elisa le abrió la puerta, Nena le invito a pasar a su casa, se disculpo por no tener vino y se ofreció a traerle un poco, pero Mateo le dijo que un café estaría muy bien. Pasaron toda la tarde conversando y aunque ya no sentía mucho por Nena, se sintió enamorado de su hija y se la paso mirándola toda la tarde hasta que llego a la noche.

Al siguiente día (aunque el mismo) decidió visitar a su madre, tenía todo el tiempo para oírla, y se acordó de su niñez, de seguro su madre había tenido que ver para que él se convirtiera en escritor, al relatarle los cientos de historias que ella a su vez había oído de alguién. Comió frijoles refritos y saludó a sus hermanos, había olvidado lo que era estar en familia, le echo una ojeada al cuarto donde dormían él y sus hermanos y se despido con un beso de su madre.

Al día siguiente esperó que llegara Ever, lo invito a pasar, le ofreció del oso negro y pusieron discos de Led Zepellin y de jazz como en los viejos,  platicaron y se rieron un poco,  como antes, cuando tenían 15. la noche les llego entre la plática y el alcohol.

Al otro día entre los 1600 00 millones de muertos los pobres tres hombres sin cabeza y el bloqueo de campesinos, Mateo se sintió inspirado, encendió su computadora y abrió el archivo de su novela inconclusa, le daría un final feliz, escribiría las cosas no como pasaron los últimos años sino como debieron haber pasado, a Mateo no le preocupaba que al otro día se borrara lo que pudiera escribir, solo el hecho de escribir, se puso a trabajar duro y para la noche ya tenía un borrador del final. Lo imprimió y se lo leyo a Ever, quién quedo encantado y le dijo que por mucho sería su mejor relato. Ever se despidió y dejó a Mateo solo, con su manuscrito en la mano.

Eran las 12 de la mañana y el radio se prendía con las noticias; el gobierno de estados unidos se quejaba de la inútil lucha del gobierno de calderón frente al narco. La ONU pedía apoyo para los damnificados de Pakistán y se celebraba el funeral del escritor tapatío Mateo Riva con un emotivo discurso de su amigo Everardo Rojo quién leía parte de su novela póstuma .

jueves, 12 de agosto de 2010

Memorias de un joven electricista.

16 años tendría, mi padre me daba $250 pesos a la semana por hacerle su trabajo en la CFE. $250 pesos que me convertían en el más rico de mi flota. Con eso podía comprarme de vez en cuando algún levis... !original! y me alcanzaba para cooperar para las caguamas que nunca faltaron en la prepa.


Me levantaba 15 minutos antes de 8:00, me medio peinaba y me lanzaba en el camión a esperar a mi papá afuera de la sucursal, Por su cara podía intuir si el trabajo iba a ser fácil o complicado aunque, casi nunca duraba más de dos horas en hacerlo. El trabajo de campo consistía en varias actividades; unos días, era repartir los recibos bimestrales de luz,(unos 500 en promedio) siendo el verdadero trabajo; aguantar toda clase de improperios que la gente me decía al pasar, por culpa de la benemérita compañía de luz, qué se las dejaba caer cada dos meses. como autoprotección me ponía de su lado, les decía que los dirigentes eran unos rateros (cosa en la cual no mentía) y que yo solo le estaba ayudando a un cabrón que me pagaba una miseria, que yo también pagaba luz (lo cual no era cierto) y tenía que aguantarle las caras a las secretarias mal cogidas que no daban ninguna razón de las tarifas tan elevadas ni del pésimo servicio. A veces, porque tenía tarea ó había otros asuntos de extrema importancia como, alguna fiesta de los del turno matutino ó simplemente el cansancio normal de cualquier alcoholescente chaquetero (a como me ha gustado dormir siempre, supongo que he reencarnado muchas veces porqué que nací muy, muy cansado.) Me devolvía a mi cama y dejaba la dotación de recibos en los cajones donde guardaba mis calzones. Algunos días se me llegaron a juntar 3 o 4 dotaciones y tenía que hacerlos un día antes de que se vencieran !en un solo día! A veces bajo promesa de comprar un cartón de cerveza (que nunca les pague je je je saludos Ever, Yoda, Simi, Adán, Ramón, Nariz, Benito...) y acabábamos el trabajo retrasado en solo media hora.

Los recibos son de un grueso papel que permite planear, y con la práctica recuerdo que era muy fácil aventar los recibos bajo la puerta y asustar a los perros o desde afuera y entre las rendijas del cancel atinarle al cesto de basura o a los charcos adrede. También otros días uno tenía que capturar la lectura de la luz, -ponle menos mijo- me decían las señoras que comían menudo. Con el tiempo fue el trabajo que más odie, ya que había colonias donde todas las casas tenían cancel y uno tenía que esperarse a que le abrieran o aventurarse hacía dentro de la casa y rezar porque no le saliera a uno un perro grande. Recuerdo en una ocasión que yo oyendo mis audífonos quizás algún disco de los Caifanes o de Cuca, abrí un cancel y me metí hasta el fondo donde estaba el medidor de lux, calcule en los relojitos el enojo que en una semana iba a tener el jefe de familia y de repente empiece a sentir una mirada extraña sobre mí, volteé y a unos metros de mí, un cabroncísimo mastín Napolitano de 1 tonelada quizás, me mira como el alcohólico afuera de la vinatería. No me acuerdo haberme zurrado del susto, pero debería de haberlo hecho. la bestia bloqueándome la puerta con la baba escurriendo de su gigantesco hocico infectado de rabia (decían de esa raza de perros, que los usaban para putearze con leones en los coliseos romanos) Toque la puerta, sin dejar de rezar entre dientes, nadie respondió, el perro se acerco gruñendo, nadie en la calle para pedirle auxilio, me tape las partes nobles (de esto viviré , pensé) aunque si me hubiera prendido hubiera podido comer todo el año él y todos los perros de la cuadra, viril y criadillas marca legas. El perro a punto de llegar a mi, lo empiezo a oler, huele a carne, a sangre, y yo sin nada con que pegarle, con que trabarle la mandíbula. Por los nervios empiezo a chiflar "Al perrito le duele la muela de Cri Cri, el perro cambia algo en sus ojos se humaniza creo yo… quizás José Gabilondo Soler reencarnó en dogo y me la fió, sin embargo el perro no deja de acercarse, descubro que Cri Cri lo pone nostálgico y sigo chiflando y hasta le canto: Al perrito le duele la muela ... y el cabrón perro en vez de hacerme el coro, se abraza sobre mi pantalón levis 560 color gris y le hace el amor a mi pierna, y hasta se encabrona si dejo de chiflarle, así que repito 5 veces la canción. Al final se va a su rincón y se echa y ni un besito de gratitud me da el pinche perro, ni siquiera una llamadita por teléfono...

Como odio los ladridos de los perros desde aquellos días y a la gente. La gente que no comprende que es un puto trabajo, que a mi papá le pagaban muy poco y a mí me daba el mínimo. Un día repartiendo recibos me topo con una casa con cancel, no tiene buzón y obviamente tengo que aventar el recibo a la cochera, un anciano llega a hacérmela de pedo, que por eso los recibos se pierden y que esta por llover que porque no toco a la puerta, le explico que si tocara la puerta de los más de 700 recibos que llevo, acabaría en dos días, el me dice que le vale madres yo le digo que me vale tres veces madres que al le valga madre, me mienta la madre y yo le miento su difunta madre, en eso sale entonces de la casa su hijo, por lo menos 40 años alto, me avienta, lo aviento, me dice que me va a partir la madre y yo que si algo me da más miedo que los golpes es la humillación me planto y le digo…!a la hora que quieras Puto! temblando como lavadora y rezando porque de pura cajeta pase mi tío Alfredo con alguna cuadrilla o mejor aún mi tío Memo (a ese si le gustan los putazos), pero no pasa nadie, empiezan a salir más vecinos que me quieren asesinar parece que le acabo de mentar su madre al patriarca de la cuadra. En eso un camión se detiene a unos metros y lo abordo cobardemente ante la burla de todos los cabrones. Debería de ir ahora seguramente el puto tendrá 55 ahora si será más justo o por lo menos pasar y romperle unos vidrios de su puta casa, de seguro todavía no tiene buzón.

En los días en que tocaba cortar la luz uno llegaba a sacar 200 ó 300 pesos, y eso que yo no les pedía, solo les decía vaya a pagarla y al rato paso y me enseña su recibo y solitos me daban 20 o 30 pesitos. Una mañana llego temprano, -los primeros 30 pesos del día-, pienso. Toco, una cara se asoma desde la ventana de arriba, -señora, ¿tiene su recibo de luz pagado? – No joven espéreme- Lo de siempre; el recibo nunca les llego, apenas iban a ir a pagarlo, la crisis, una enfermedad, un entierro, acaban de llegar de vacaciones, ya me sé todos los pretextos etc. Alisto mis pinzas para cortar el sello, en eso abre la puerta una de las mujeres más hermosas que he visto, de unos 28 años, morena estilo la Bellucci, pero joven. Aparte trae un short y una playera al ombligo. Me sonríe me dice que no ha tenido dinero, que le dé chance. Hay algo sensual en su sonrisa, que me da a entender que no tiene dinero pero que me puede ir bien. Me ofrece un vaso de agua, volteo al cielo y le digo a Dios venga a nosotros tu reino, le digo a la morena- ¿podría usar tu baño? A ver si pega, para ver si no solo me va a ofrecer agua. Ella la cierra a mis espaldas, -seguramente vive sola – pienso- ya chingaste Carlitos, no te la van a creer- tiene unas piernas hermosas todo en ella es hermosa aparte de sensual. El baño está al fondo en el cuarto- me dice- y creo notar un guiño de ojos, abre la puerta de su habitación y de repente veo su cama, una cama matrimonial con el inconveniente de que el esposo y dos pequeños hijos duermen en ella. Hago como que orino y salgo hecho la chingada de puntitas. Más tarde por la calle pasa la mujer de la mano de su esposo y me sonríen me agradecen, me siento muy apenado. Maldito Ron jeremy, malditas películas porno.

A veces todavía sueño que tengo una dotación en mi cajón y que la fecha de vencimiento es la siguiente mañana, que tengo que ir a repartirla a alguna colonia de la periferia poblada por cholos de cabeza rapada y de noche. A cómo voy en la vida, seguramente lo terminare haciendo, seré uno de esos que lo primero que hacen al levantarse es maldecir su trabajo y se apresuran a llegar antes de las 8:00 en punto, ojalá y tenga un hijo que me haga el trabajo.

martes, 10 de agosto de 2010

1ERA CARERRA INTERNACIONAL DEL DÍA DE LA MUJER.


Y llego el día en que una mujer fue electa Gobernadora del estado de Jalisco. La gente (sobre todo las mujeres) hartas de los excesos de los varones, castigaron con su voto a los tres partidos importantes que postularon candidatos machínes y dieron su voto al partido de la mujer. Para celebrarlo en su toma de protesta la ciudadana Lic. María de Lourdes Ponciano propuso una carrera en la ciudad de Guadalajara, en donde solo participaran las del anterior sexo débil. En el congreso las diputadas votaron a favor al igual que los varones con tal de tener otro día de descanso…

El 8 de marzo sería la carrera, que empezaría desde el centro de la ciudad y terminaría en la laguna de Chápala. Cualquier mujer que tuviera licencia se podría inscribir y ningún varón sería bienvenido, ese día para tenerlos en sus casas, pasarían un especial de 24 horas con los mejores partidos de fútbol en el canal 2, mientras que en el 4 habría un especial de series policiacas y películas de Chuck Norris Y en el 11 documentales sobre carros deportivos conducidos por Maribel Guardia en bikini.

Llego por fin la fecha, los varones veían desde las puertas de sus casas como las conductoras salían en sus carros recién lavados entre las porras de las vecinas que orgullosas mostraban pancartas y gritaban porras a las representantes de sus cuadras.

Pronto la avenida 16 de septiembre se lleno con más de 500 automóviles y camionetas. Muchos de los cuales llevaban calcomanías de corazones con leyendas como “princesa a bordo” y su número rosa que indicaba el poder femenino. La gobernadora dio un emotivo discurso, donde instó a las mujeres a tomar su lugar en la sociedad y no dejarse de los machos nunca más. Ella misma desde un podio dio el banderazo inicial, sin embargo no salieron enseguida pues la camioneta de Televisa desde donde una camarógrafa y reportera registrarían aquel evento se apago, la chofer de la camioneta apenada y nerviosa, lucho algunos segundos para prender la camioneta, entre las burlas de los cientos de conductoras que coreaban un ea ea, uh uh. Al fin lo consiguió aunque arrancó en tercera y la camioneta iba estornudando ante la pitadera de la mayoría de las concursantes. A la cabeza se puso una señora copetona que manejaba una suburban y que no dejaba pasar a nadie, creía que la línea que dividía los carriles debía de pasar en medio de su camioneta y les mentaba la madre a las que le pitaban orgullosa de llevarlas a su ritmo. Al llegar a la primera esquina la camioneta empezó a echar humo blanco y la señora gritaba y pedía auxilio desesperada por no saber usar el extinguidor y asombrada de que a los carros también seles pusiera agua y aceite y no nomás gasolina, las conductoras iban pasando poco a poco, y a su paso le gritaban ¡vieja pendeja! en la espera, gran parte de las conductoras abandono la carrera ya que a un hábil gerente de supermercado se le ocurrió poner el kilo de papaya coreana a 2 pesos (aunque subiera al doble el resto de los productos) Una de las conductoras con una camioneta del año tuvo la desfortuna de rayar la defensa de la copetona, bloqueando definitivamente el paso a más carros y provocando una carambola gigantesca qué seguía después de 5 minutos. La copetona entonces se negó a mover su camioneta hasta que viniera su ajustador de seguros que seguramente, estaba en casa con una chela en la mano y disfrutando de mujeres como Maribel Guardia que si sabían su lugar en el mundo. La gobernadora veía con frustración como las mujeres no dejaban de pitar aún y cuando se les había dicho que había un percance y que guardaran silencio. Algunas de las conductoras aprovecharon entonces para sacar sus catálogos de toppers, lencería y perfumes y hacer su agosto. De las 5 conductoras que pudieron esquivar el percance, una abandono porque había dejado la olla de los frijoles prendidos, otra se asusto cuando un french poddle le salió al paso y se tapo los ojos sin dejar de acelerar embarrándose en la fuente de un parque. Otra llego a comprar una nievecita y perdió al pelotón, ¿para donde quedaba Chápala?- pregunto pero ninguna mujer en la calle le supo decir. . Una más se enojo con su compañera copiloto porque dijo que su vecina dijo que ella dijo, que su marido le había coquetado un día y eso que ella le dijo a su vecina, que no dijera, pero su copiloto le dijo que la vecina le dijo, que ella dijo una vez que….

La única que pudo alcanzar la carretera, después de pasarse la salida en más de tres ocasiones y de regresarse metiéndose en sentido contrario por varias cuadras. Pudo terminar el trayecto sin ningún percance, pero no quiso reclamar su premio por vergüenza, ya que al cruzar la meta le pidieron que estacionara su carro en un espacio que media por lo menos 10 metros y no pudiéndolo estacionar en más de 17 intentos, salió huyendo de vergüenza sin mostrar nunca su cara, imaginándose que su esposo la vería en la tele muerto de risa, al igual que sus hermanos y sus compañeros del trabajo, dejando la vajilla de oro de la primer carrera del día internacional de la mujer sin ganador.

Fútbol



Lo primero que hice después de saber caminar, fue saber patear un balón. Al patearlo, la familia me ovacionaba.- Míralo; ¡este si va a ser profesional!, ahora con la izquierda Carlitos- decía alguno de mis 6 tíos, fanáticos todos del fútbol. A los 3 años fui casi obligado a chutarme todo el mundial de España 82, mi madre trabajaba en ese entonces y me dejaban en la casa de mi abuela donde vivían mis 6 tíos. Los sábados me llevaban a la liga donde jugaba… Mis 6 tíos, al igual que mi papá. Era el único momento familiar que había pues entre semana cada quién andaba por su lado pero al llegar el sábado, mi abuela preparaba una sobredosis de pepinos con jícama, mi abuelo calentaba su vieja vagoneta y a mí me ponían uno de los muchos uniformes que mis ¡6 tíos! me había comprado. Desde atrás del alambrado disfrutaba los encuentros, a veces ¡hasta me dejaban sentarme en la banca!, siempre y cuando el partido no estuviera bravo. Al cumplir 4 años me inscribieron en el kínder, aún embarrado de plastilina o resistol y enamorado de mi maestra, yo solo esperaba la hora del recreo para jugar… fútbol, nada era más importante que el fútbol. Por aquellos tiempos descubrí algo casí igual de importante: El club deportivo Guadalajara A.C. Fue una mañana de domingo cuando mi padre a las afueras del monumental monstruo de concreto mejor llamado estadio Jalisco,  me compró una playera de rayas rojas, en ese momento no entendí bien porqué pero deje de estar solo, deje de ser Carlitos Legaspi do nacimiento (como me decía mi tío Adal) segundo y comencé a ser parte de la afición más grande del mundo (según decían), la gente me saludaba, los otros niños me sonreían y los ancianos me sobaban los cabellos. Cada uno a su vez, me contaba la grandeza de aquel equipo, ¡Puros Mexicanos! 8 campeonatos casi al hilo.

La primera vez que entre al Jalisco, sentí miedo, ¿Cómo le hacían para sostener el peso de tanta gente? Y sentí pánico cuando los 11 jugadores atrás de un tipo con una bandera enorme, salían y provocaban el júbilo de los casi 62 000 aficionados que brincaban y llevaban al limite la resistencia del estadio. Era un ambiente distinto, los señores que se escapaban de ir a misa de 12:00 compartían la transmisión de radio y las cervezas con otros señores, las señoras que uniformaban a sus hijas y sobrinas como porristas y que repartían los lonches de frijoles, allá arriba los obreros y albañiles gastaban con gusto sus últimos centavos por ver, lo que era para muchos: su razón de vida.

Conocí la alegría un medio día, cuando en un instante poético, Benjamín Galindo poso el balón en el verde césped, dio dos pasos hacia atrás y calculando el viento, la temperatura  y la distancia (seguramente es ahora un excelente jugador de billar) y con los músculos exaltados de sus pies, acarició la pelota con su pierna diestra y la hacía flotar en una danza frenética hacías las redes de la portería resguardada por el mejor cancerbero: Brambila. Era como si el mismo Jesucristo bajara al mundo y se hiciera presente en los corazones de la gente; las penas y fracasos, salían de paseo por lo menos unos instantes y dejaban a la multitud en un estado de éxtasis milagroso. Con un gol en tiempo de compensación se podía cambiar el mundo…

Pronto mis héroes dejaron de ser superman, batman y el chapulín, y comenzaron a ser el Zully Ledesma, Demetrio Madero, Fernando Quirarte, Sergio Lugo, Pelón Gutiérrez, Wendy Mendizábal, Benjamín Galindo, Chepo de la Torre, Concho Rodríguez, Yayo de la torre, Omar Arellano. Sufrí cuando por la televisión mire la primer bronca contra El América. Era como si le estuvieran pegando a mi propia madre. En la segunda aprendí lo que era odiar y odié mucho tiempo a aquel que tuviera la cobardía de ponerse una camisa amarilla con dos Vs en el pecho.

Pronto tuve permiso de salir al barrio a jugar (en la banqueta) con los demás niños, y ahí solo se jugaba de lunes a domingo una cosa: Fútbol, así hice a mis amigos y fui miembro de mi primer equipo: el Nápoles 30, recuerdo la noche del viernes antes de nuestro primer partido, cuando como en una concentración profesional, mis tíos nos contaban historias de gloria conseguida por los equipos del barrio. Debutábamos en las canchas del colegio Anáhuac, contra el campeón del año pasado, el poderoso “Brasil de Obregón”. Ya en la cancha yo con 6 años miraba a todos muy hacia arriba, aunque la liga era infantil había jugadores de hasta 12 años. Iniciando movió "el ratón" me pasó la bola, yo el más pequeño de la flota burle a un sorprendido contrario que sonrió al ver que podía tener dominio del balón. Se la pase a Lalo mi primo y me desmarqué, él de derecha, me dio un pase que me dejó solo contra un portero que según recuerdo alcanzaba casi los 3 metros y que me tapaba toda la portería. Estaba fuera del área y le pegue como mi Tío Memo me había puesto a practicar largas horas en el patio de mi abuela; con todo el empeine para llegarla, pude levantar el pesado balón y la pelota paso encima del portero que se tendió y no pudo agarrarla, la pelota entro rodando a la línea de gol, así como rodaron las lagrimas en mis mejillas, quizás solo Maradona sintió lo mismo con aquel gol que metió en el 86 a Inglaterra. Mis amigos me abrazaron algún tío me aplaudió desde afuera, ese día me llene de gloría por primera vez en mi vida y aunque el partido lo perdimos 5 a 1 llegue a mi casa contento.

Lo que más disfrutaba era los partidos a mitad de la calle, pintábamos las líneas de área, y poníamos piedras como porterías, en ese tiempo era raro que pasara un carro, así que el partido se desarrollaba de forma fluida, a no ser que pasará un camión o que llegara el mamón de mi tío Santiago y nos quitara la pelota y tuviéramos que corretearlo por cerca de 10 minutos, montanearlo y patearlo entre 15 0 20 hasta que podíamos continuar con el partido.

Llego el tiempo de la primaria y pronto estuve en el equipo del colegio, recuerdo también el día en que visitamos al colegio Anáhuac Chapalita y unos minutos antes de que se acabara el partido, en un tiro de esquina con los dos equipos en el área, tratando de encontrar el balón yo lo vi rodando hacía mi, le pegue con fuerza y le di la victoria al Anáhuac revolución que casi nunca le ganaba al Chapalita.

A los 7 años hice el equivalente a mi primera comunión; mi padre me llevó religiosamente a cada partido que jugaron las chivas de local. Y vi desde la zona A como conseguían su novena estrella después de 17 años de no ser campeón. Al finalizar el encuentro mi padre bajo a los vestidores a hacer algunas entrevistas, y yo lejos de sentir miedo, sentí como una pasión muy grande en mi crecía.

Respingaba cuando algunos en el barrio querían jugar al beis u hacer desmadres a la otra cuadra y era feliz cuando mi Tío Adalberto me llevaba a ver su partidos cruzando la calle, ahí donde jugaban los grandes, donde a veces se armaban las campales.

Pronto tuve la oportunidad de tomar un curso en una cancha empastada, la misma donde cada sábado mis tíos (ya no mi papá) se rompían la madre. Con el bagaje de varios años no me fue difícil sobresalir. Uno de los días más tristes fue cuando a mi padre se le olvido poner el despertador y falte a un entrenamiento. Como amaba pegarle a la pelota, dar pases, controlar de pecho, oler aquel campo recién regado. Según me acuerdo, al finalizar el curso jugamos contra las fuerzas básicas del Guadalajara, imagínense; ir al club de mis amores y en una de esas, ver a uno de los titanes que cada semana seguía en la televisión ó por radio. Ese día el entrenador de las chivas me ofreció entrenar con ellos, mi vida iba para arriba. Sin embargo no había nadie que me llevara y tuve que esperar a que estuviera más grande y pudiera irme en camión. Recuerdo un episodio, jugábamos contra los niños que tenían un año más que nosotros, y yo que jugaba de medio, metí una barrida a un niño que enojado me empujo, mi padre desde afuera me dijo que a la próxima le diera más fuerte, yo desde luego no lo hice, me gustaba el fútbol por su plástica, por la emoción de meter un gol y nunca lo vi como una guerra ó para patear cabrones y sobre ponerse a ellos, no sé si mi padre se decepciono de mi, pero empezó a contarme como él y sus amigos no solo eran los mejores jugando al fútbol sino que al acabar se tundían de madrazos contra neardentales de colonias inhóspitas.



En quinto de primaria forme mi propio equipo, a mi padre sabrá dios porque le regalaron un ciento de playeras con una leyenda sobre la ecología y ese fue nuestro uniforme, con compañeros de la escuela y con amigos de mi nueva cuadra, metimos nuestro equipo en la unidad de las 4 canchas, una cancha de tierra 100 % y sin redes en los marcos, sin embargo ahí anote el mejor gol de mi vida, en un centro de un niño llamado Eloy que remate a lo Hugo Sánchez. Quedamos campeones el primer año.

Al ingresar a la secundaría, los partidos se llevaban a cabo al salir de la escuela, pues nadie quería estar sudado frente a las compañeras en desarrollo. Pronto se hizo una selección y ahí me cole, había compañeros que jugaban en clubes como el atlas, las chivas y el Jalisco y tuve la oportunidad de ser titular, recuerdo que jugué 2 o 3 partidos con ellos, pero las reglas habían cambiado, ya había mala intención en el juego y las campales estaban a la orden del día. Recuerdo uno en un campo de la tuzanía, uno de mis compañeros se empezó a dar de patadas con uno de los contrarios pronto todos se daban de patines voladores, menos yo, que no entendía muy bien la dinámica de las cosas, ese día di literalmente, un paso fuera de la cancha, no es que me diera mucho miedo que me pegaran pero de mi no salía el odio necesario para hacerle frente a nadie y decidí dejar que mi secundaria ganara sin mi el campeonato estatal de aquel año.

En la preparatoria retome ya que en la universidad privada a la que asistí tenían un excelente programa de deportes, pronto empecé a tomar condición y a disfrutar nuevamente del juego, jugaba en la selección de la prepa los sábados de medio por el centro, como siempre y entre semana teníamos nuestro equipo de fútbol rápido, sin embargo vino la crisis y se acabo la escuela privada.

En la preparatoria pública, deje de ser practicante, la cerveza y la música sustituyeron de momento al fútbol. Sin embargo no deje de ver los partidos por televisión e ir al estadio de vez en cuando. Todavía se reunían mis tíos y sacaban la televisión a la cochera, compraban cervezas y hacían carne asada para disfrutar de los partidos del Guadalajara o de la selección Mexicana.

Me toco ir a la minerva a celebrar el décimo campeonato de las chivas con los cuatro goles del Guzasno Nápoles. Así como el undécimo con el lagrimero tanto del bofo Bautista que dedico a su madre.

Solo volví a jugar en el equipo que dirigía (cigarro en mano a lo Lavolpe) mi tío Ramón (QEPD), y de lateral. Soportando las miradas y las críticas de quien pensaba que nunca había jugado, pero ya no tenía condición y mis piernas no me hacían caso como antes y solo veía a tipos que ni puta idea tenían del fútbol ser más veloces y más fuertes que yo.

La última vez que fui al estadio nadie me quiso acompañar, a mi padre ya no le gusta ir, (pareciera como que nunca le gustó) . Mi tío Adalberto prefiere verlo en la repetición por la tele. Mi tío Ramón seguramente lo mira en un palco privilegiado desde el cielo, Mi tío Memo prefiere mil veces una botella que un campeonato mundial de México y así todos.

Compré mi boleto dos horas antes y me metí a un bar frente al estadio, era el primer partido de la temporada frente al cruz azul, desde el interior vi como pasaron casi mil jovencitos con la playera de las chivas y haciendo señas obscenas a quien se cruzara en su camino, inclusive patearon con saña a un joven que para su mala fortuna traía su playera del cruz azul, estos eran los nuevos aficionados… No vi ya a la señora que seguramente hoy llevaría a su nietas a echarle porras a su chivas, ni a los ancianos que comían semillas y oían la trasmisión por el radio.

En medio de la tribuna mire aquel estadio que se me hacia infinito y no se me hizo ya tan grande, a unos 20 metros de mi, estaba “la barra” de chivas. brincando como chivas locas y cantando como si estuvieran en un concierto, rara vez volteaban a la cancha a ver el juego, miré como la gente se comportaba como idiotas, ¿así me vería yo? Hablaban todos comentando lo publicado por los periódicos deportivos y dándole una gran importancia a la lesión del venado. Insultando a los contrarios, saludando a las cámaras de televisión cuando los enfocaban.



El equipo salió de los vestidores y el estadio empezó a gritar ¡chivas, chivas! yo ya no pude.

Al minuto 35 Ramón Morales centro y bravo remato a las redes, la gente se paró a festejar ¿a festejar qué? Vi sus caras tan contentas, tan alegres tan dichosas y tuve envidia, salí por las escaleras y antes de ingresar al túnel mire por última vez la cancha. El fútbol había muerto para mí.