viernes, 30 de julio de 2010

SOBRIO PEDO CRUDO



El sol brilla sobre el cesped recien cortado, similar a una alfombra nueva. Pase elevado por el extremo derecho, Macano recibe de pecho y engancha hacia dentro, por velocidad se lleva al contención. con tan solo su 1.67 de estatura,  aguanta la carga de un robusto central de 1.80. Túnel, se perfila y saca un disparo cruzado que sesga el pasto. Las redes se sacuden. Adalberto su pequeño hermano le aplude efusivo, así como cerca de 100 personas que se chupan alrededor del campo disfrutando la final del torneo 76 de liga de el sindicato de electricistas. Macano es felicitado por sus compañeros. El árbitro pita el final. Macano camina hacia su banca por su valija, un contrario ardido lo choca con su hombro. Macano lo mide y sin titubear, le planta una patada en el páncreas que hace que se doble. Se arma la trifulca. Su amigo el clavo con su larga melena, lo auxilia, el resto del equipo y la mitad de los asistentes le hacen segunda. Macano sale casi ileso.

Don Hector, toma apuntes e invita al Macano a probarse en las fuerzas básicas del club Oro.

Marina su madre abre la puerta, ingresan 30 compañeros a la sala de su casa, Macano carga el trofeo de campeón goleador  y lo deposita enmedio de la cómoda. El malluyo deposita 4 botellas de Don Pedro, con refresco y hielo. Macano victorioso saborea su primera copa de vino antes de cumplir los 16, su padre Lucio lo mira con desaprobación. En la nueva consola alguien pone un LP de José José. A la cochera y a la calle llegan más amigos. Marina su madre y Adalberto sacan más sillas para los gorrones. Adalberto es mandado por un par más de botellas. Macano recuerda y describe puntualmente el gol del campeonato durante toda la noche.

El alba llega y alguien toca. Macano todavía borracho abre la puerta y mira a su bella novia; Ella extrañada lo observa y quedan de salir en la tarde al cine. Macano duerme embriagado de don pedro y de gloria.

El sol brilla sobre el campo de fútbol un poco maltratado, con tierra en algunas partes de las áreas. Pase elevado por el extremo derecho, macano recibe de pecho y alcanza a controlar el balón, toca para su debutante hermano Adalberto quién por velocidad se quita a los dos contenciones, Macano sigue corriendo, un defensor de 1.80 alza su codo, Macano con gran colmillo le pisa el empeine y sale avante, Adalberto le toca y Macano le regresa la pared que prende de zurda Adalberto.  El balón se incrusta en el ángulo superior izquierdo que traspasa las gastadas redes del campo del SUTERM. Cerca de 20 personas aplauden y agitan su vasos de vino.  El árbitro pita el final, un contario insulta a Adalberto y lo empuja, Macano entra al quite y aunque encuentra resistencia en el oponente lo noquea con un zurdazo.

Don Hector toma apuntes, invita a Adalberto a probarse a las fuerzas básicas de la UDG y al macano a echarse unos vinos en el bar Janitzio.

Doña Marina abre la puerta, ingresan los mismos de siempre y la saludan como a su propia madre. Macano busca espacio para el nuevo trofeo, pero no cabe en la cómoda. Decide ponerlo en el piso junto con otros dos. El malluyo deposita 2 botellas de Tequileño blanco reposado y manda al sobrino del macano “Carlitos” por hielo y refrescos. Macano saborea un caballito puro ante la desaprobación de Don Lucio que se introduce a su pieza. Desde  la vieja sale la voz de José Alfredo Jiménez. Los amigos de Adalberto se sientan en la cochera, y destapan un cartón de cerveza. En la sala Macano enumera las veces que ha quedado campeón y recuerda aquel primer campeonato, su gol, la bronca. Sus amigos lo corrigen con los nombres o agregan detalles durante toda la noche. Adalberto a su vez describe su gol a cada amigo suyo que llega. “Carlitos” es mandado por Adalberto por otro cartón de cerveza.
Llega el alba, Macano despide al último de los borrachos y mira a su ex novia caminando con otro por la acera de enfrente. Macano sigue tomando a solas en su habitación.

Llueve y el defectuoso campo esta encharcado. Pase elevado por el extremo derecho, Macano no lo alcanza y sale por la línea de banda. Otro veterano del equipo contrario mueve y se lleva a Adalberto, que lo persigue infructuosamente, Carlos desde la banda con cerveza en mano apoya a sus tíos. Macano comete una grave falta y se arma la trifulca, Macano sigue metiendo bien los puños pero la condición ya no le alcanza, Entra al quite Adalberto que no sale tan bien librado y tiene que ser socorrido por el clavo con su singular calva que encandila a diestra y siniestra. El árbitro pita. Le hacen un pequeño homenaje a mitad de la cancha y le entregan un reconocimiento. Sus viejos amigos le aplauden.

Macano voltea al lugar donde solía sentarse don Hector que en paz descansa.

Su anciana madre abre la puerta y sonríe con su chimuela boca. Entran el malluyo, el tigre, y el clavo. Y Los amigos de Adalberto. Macano avienta su reconocimiento en la mesa, desesperado, sediento. Malluyo le regala de contrabando y cuidando que Doña Marina no lo vea, una botella patona de oso negro. Don Lucio se da cuenta y mueve su cabeza negativamente mientras sale a caminar al parque. Malluyo y el tigre se despiden apenados. Macano se introduce a su pieza con el clavo. Adalberto pone un Cd de Luis Miguel y destapa 2 botellas con sus compañeros de equipo. En la cochera Carlos abre un cartón de cervezas que comparte con sus amigos.

En su habitación Macano enseña sus gastadas fotos a su compadre “el clavo”, Marina lo observa preocupada por la rendija de la puerta. Macano destapa desesperado la botella y le pega un trago directamente de la boquilla. El clavo no le acepta un trago pues su higado a empezado a fallar, al igual que el del Macano. Macano recuerda aquel primer campeonato y lo revive como si hubiera sido ayer. Exagera algunos detalles, omite ciertas cosas, el clavo se rasca la calva y se despide. Macano queda solo, con su botella, sus fotos y sus recuerdos.

Llega el alba, macano vomita sangre, su madre llora, Don Lucio habla por teléfono. Llegan viejos conocidos del centro de rehabilitación. Macano sale caminando pero cae y estrella su rostro contra el piso. los del centro lo cargan. Macano no se resiste. Abren la puerta de entrada. Macano da un último trago a su botella de oso negro y grita incoherencias. En la acera de enfrente una mujer madura pero hermosa se detiene a mirar. Mira al macano con tristeza y continúa caminando con sus jovenes hijos. El macano la observa y no la reconoce.

jueves, 29 de julio de 2010

Una tarde de domingo.




Las gotas caerían como ángeles desterrados

La gente se resguardaría bajo el primer techo cercano

Yo, caminaría impávido sin miedo a empaparme, discutiendo conmigo mismo lo fatuo de mi existencia.

Tú, ausente, esperarías el camión bajo la parada de camiones, escuchando el ritmo de motores y los murmullos de edificios mitológicos.

Yo miraría la realidad reflejada através de los charcos de la avenida Juárez.

Tú, sacarías la lengua y probarías la lluvia discretamente.

Yo, indagaría motivos para no arrojarme a un trolebús en marcha.

Tú, caminarías hacía el borde de la banqueta y descuidada, dejarías que tu sandalia fuera arrastrada hacía la corriente.

Yo, la miraría pasar, como un naufrago mira una balsa e iría tras de ella. Antes de que se hundiera para siempre en el próximo acantilado.

Tú, caminarías renqueando, apenada con una mueca deliciosa en tu rostro.

El cielo, abriría su vestido y dejaría que el reflector galáctico te alumbrara entre las sombras grises del parque.

Yo, me incendiaría por dentro, mi ser se reconocería en la pupila de tus ojos.

Tú, darías las gracias, y te extrañarías por esa mirada mía; te recordaría árboles de miel y arroyos de leche.

Yo, pasmado, trataría de inventar palabras, y las pronunciaría aún con letras que no tienen sonido.

Tú correrías a tu camión, no sin antes voltear y con los músculos precisos de tu boca, formar la única sonrisa sincera del mundo.

Mis piernas caminarían tras de ti, mi ego me invadiría de dudas, mis ojos VERÍAN, mis poros se abrirían tanto que me harían semitransparente.

Tú abordarías tu ruta no sin antes voltear hacía atrás y regalarme el infinito con tu mirada.

Yo, vería partir ese camión tan viejo y sentiría la ruptura, no por primera vez, sino que, sería consciente del porqué de este agujero en el estomago.

Tú, todavía mirarías por la empañada ventana del autobús y lo comprenderías todo, querrías bajarte pero tu bolsillo estaría vacío y tu madre se preocuparía mucho.

Yo, no sería el mismo nunca más.
La gente lo notaría y me vería como un loco difícil de tratar.

Dios, perdería los ovillos color carmín de tu madre, que te mandaría de nuevo al centro.

Yo, deambularía entre una tormenta de rostros, sin encontrar una gota de ti.

Tú, desviarías un poco tu camino, te sentarías en la única banca desocupada del jardín.

Yo, miraría de nuevo con atracción las ruedas del par vial, y al fondo, iluminada por el último rayo de sol tu banca, y el brillo de tu cabello.

Tú te harías la interesante, -las chicas decentes se dan desear. dice tu madre.

Yo cruzaría la calle y ya no vería smog, gente desconocida ni muerte, sino el marco perfecto para la obra de arte llamada: tú. No Habría nada que decir, las palabras son engañosas, te miraría hasta que llegara la noche.

Tú, dirías -es tarde. Y yo te diría –es el momento preciso.
El mundo se detendría un instante y volvería el equilibrio, las cosas irían ordenándose solas. Se propagaría como una alegre pandemia. Volverían los juegos, las canciones, los héroes, la confianza y los sueños; el miedo se transformaría en amor  y se acabarían las guerras dentro del hombre.

Pero ya ves,  decidí quedarme en casa y nada de eso pasará…

miércoles, 28 de julio de 2010

Esperando que los cielos abran



Estoy parado en la cima más alta del planeta, los relojes astrales han llegado por fin a la hora exacta. Mi cuerpo resiente los últimos latidos de mi conciencia. Mis oídos Todavía escuchan los ecos de las masas, sus insuficientes alaridos de perdón, sincronizados con las trompetas del destino, como interpretando la terrible sinfonía del diablo.


He dejado atrás a mi familia, a mis conocidos pero no los extraño, menos al pueblo que tanto odie. Todo va quedando sepultado en el olvido,  en el lugar donde nada existe, donde desaparecieron los titanes de anteriores eras.

Los profetas no llegaron a comprender que aquel que terminara el mundo no iba a ser un enviado del mal. Si alguien fue puro, si alguien cumplió las leyes del señor fui yo. El sacrificio de algunos corderos no será juzgado por el todopoderoso.


sesenta y seis años con seis meses de mi vida estuve esperando el momento preciso, sabia que llegaría, lo que no sabía, es que yo seria el elegido, aquel que hiciera que las cosas volvieran a su orden divino.


No se ha perdió nada. Solo despojos de concreto y basura humana carente de una mínima importancia en el gran plan cósmico.


Soy la última pieza del rompecabezas, eran tan obvias las últimas piezas: El presidente negro, el papa Judío, el control total de la internet, la recesión mundial, el ser humano decadente y depravado, las sectas y sus falsos mesías, el calentamiento global, los terremotos, erupciones, catástrofes. La soledad.


Y aquí estoy parado en la cima más alta del planeta, la materia se va rápidamente en medio de la boca de el todo que se come la inmundicia.


No fue difícil apretar el botón, hacer el cálculo exácto para terminar con todo, lo difícil fue conseguir el dinero, vivir una vida de carencias, robar, engañar y matar, para construir el acelerador de partículas, la puerta hacía el infinito.

¿Por qué lloran?


¿no rezaban y pedían ver a dios?


Se manifiesta ante ustedes.


hínquense, !Impios!

Estoy esperando que se abran estos cielos y que baje el Cristo; qué reclame al último hijo del hombre. Y que me lleve junto a él y al trono de los justos.

Dios entiende todo

Dios lo es todo,

Cada pensamiento

Cada sentimiento

Dios es yo

Yo soy Dios

Osana Los cielos han abierto.

Todo se ha consumado…

martes, 27 de julio de 2010

El bípedo que compro un auto


Había una vez un bípedo común y corriente, que caminaba de aquí para allá, y a veces corría de allá para acá. Tenía una estatura y peso regulares y tenía un trabajo regular. Pero un día este bípedo cambió su vida para siempre.
68 mensualidades de la terecra parte de su sueldo le costarían dejar de ser un bípedo común. Aquella tarde llego en su automóvil nuevo y fue la sensación en su barrio de bípedos, su familia (también de bípedos ) se alegró tanto que hasta su madre orgullosa de que su hijo fuera alguien le preparó un pozole, los viejos bípedos revisaban el motor y calculaban los caballos de fuerza de la máquina. El ex bípedo se sentía orgulloso ya no sería del montón.
En la noche no pudo dormir, cualquier ruido lo despertaba, ¿y si alguien le rayaba la pintura? ¿y si se lo volaban? Mañana mismo- pensó- iré a asegurarlo aunque me cueste última parte de lo que gano.

Al otro día el ex bípedo ahora automovilista. Echo a andar su carro. Por si alguien en la cuadra no se había enterado de que ya no era un bípedo, acelero y acelero hasta despertar al último vecino dormido. Su forma de mirar cambió, se empezó a erguir, su pose se hizo altiva y su mirada se enfundo de desprecio.
Dejo atrás su cuadra, y pronto llegó a la avenida, en la parada del camión vio a sus otrora compañeros bípedos y subió el estéreo, le dio lástima como se subían como sardinas al sudoroso camión y bajo el vidrio para ver si veía a uno de sus compañeros de trabajo, no para llevarlo si no para ver qué cara ponían cuando lo vieran arriba de su flamante carro del año.
Ese día en el trabajo se sentó a la hora del desayuno en otra mesa, más cerca de donde se sentaban los Ejecutivos y desde ahí pudo observar un momento su brillante carro en el estacionamiento.
Al salir llevo su carro a una boutique de autos y lo equipó a su gusto gastando lo poco que le quedaba en la tarjeta, así quizás tendría chance de conseguir una buena Bípeda de caderas gordas y recorrer la ciudad con ella y quizás si el destino lo quería; tener un copilotito.
Sin un quinto en la bolsa pero con el orgullo arriba el bípedo decidió ir a pasearse por la ciudad. Con su mano derecha tomaba el volante y su brazo izquierdo colgaba por la ventanilla. ¡por fin podría usar aquellos lente Ray van que le habían regalado en sus 15! En un semáforo de la gran avenida otro automovilista se emparejo con él. Un automóvil de super lujo conducido por un tipo con la cabeza torcida hasta el cielo. Nuestro amigo ex bípedo se sintió humillado a pesar de su flamante auto nuevo había uno más nuevo y 3 o 4 veces más costoso que el de él. Tuvo que aguantar la mirada humillante y el solo sonrió sin que el otro chofer le devolviera más que una mueca burlona. El semáforo se puso en verde y el otro carro salió disparado tan rápido que nuestro ex bípedo le perdió de vista a las dos cuadras. Le echaría más ganas, doblaría el turno de ser necesario pero el algún día tendría aquel carro y ahora sí… sería feliz.

cafe con sesos.


Ojala y no sea nadie conocido, Ojalá no sea otro conocido. Ojala y … ¡gracias Dios! ¡Qué asco!!Puta acá hay otro! ¿Cuál le disparó a cual? Valió madres, ya se me ensució la suela de mis converse, edición especial de Jim Douglas Morrison alias el rey lagarto. This is the end, beautifull strangeeeeee. ¿Para que los compraba blancos? Aparte converse blancos pintan a cholo. - ¡Soy de la prensa señor! Permisito- ¿Cómo le iré a poner a esta?: Café con sesos, si, está chido a ver si me dan portada. Vale vergas ya ahora si me ensucie los putos tennis, ni con cloro sale la mancha. Sonríe cabrón. Ya está y una llena de sesos… para el metro. -Con permiso, con permiso-. Prensa ¡ que se me va el camióooon. ¡Suben! Putas a ver a que horas pasa el ostro. Hola Morena de fire. ¿Quieres ser famosa? jajaja muy apretada pinche vieja guanga. No trajera un lamborgini porque hasta en marcha se suben. ¡Que la verga y ahora qué? 15 descuartizados  bajo el puente de Lázaro Cárdenas. Puta estos cabrones no descansan ¿o cuantos serán? A ver… en el barrio hay como 20 y ha de haber unas 400 personas ósea que es el……... 5 % de la gente es chacal. Bueno en el barrio, porque en puerta de hierro han de ser el 40 % y en Sinaloa solo el 5 % que no son ¡pinches culiches! Y se sienten muy vergas con su pinche música de banda vete yaaaaa si no encuentras motivoooooo pinche vato cantaba más feo que un perro de la tercera edad, ¡hay si pero con mucho sentimiento! Sentimeinto el Toncho, ese cabrón si era la ñonga. Lástima que se lo llevo la idem. Debería de organizar el DÍA DE TONCHO PILATOS en el barrio, que el barucas ponga el estéreo e invito al tuti que se arme el tokim y cerramos el privadón jajaj como en los viejos tiempos auquellos. Aunque el barrio siempre ha estado de la verga, pero qué tiempos cuando solo eran putazos. ¡Ah que buenas putizas contra los de Abasolo. ¡Nos la pelaban los putos! Y los de Medrano también. Y los de la penal.Los putos reyes de oblatos. WARRIORS 30 jajajaj ¡Los pinches chalecos mamones que nos cosió doña marina! Jajaja pues a lo mejor no éramos los mas cornetas pero si los mejores vestidos y todas las viejas querían una tirita de mi chaleco. -¡íralo! ¿Qué me ves pendejo?!Chingas a tu puta madre!- Ay si, ya cualquier cabrón se siente “jefe de jefes” pinches morros pendejos y esos son los fresas…. oyendo al vale jajajjajajajajajajajajajjaa como de verdad la lana no quita lo pendejo. Lana mal habida. Aunque las viejas están re buenas. Pero pinches nacas borrachas y adictas. No si tengo una hija y empieza a cantar vete yaaaaaaa la agarro a fajazos y la meto a un internado del Rock materias: AC DC 1 historia de la invasión inglesa 1, 2 y 3 y que el himno sea PAINT IN BLACK en los honores a la bandera de satán. A huevo debería de ser secretario de educación y en putiza cuando viera un morro botudo y que hable Culichi lo metería al calabozo hasta que se eduque y recite escalera al celo. A ver vuelva a decir quién es el padre del rock? ¿A qué edad se muere la gente decente? A los 27 ¿Cómo el vale? ¡No! no sea pendejo 3 semanas más castigado ¿y que llegara su jefa bien botudo? Comandante de la resistencia de cartel de los chingones. ¡Ay puto! ¿Cuánto ganaran esos cabrones? ¿Y si hago mi cartel? ¿Cómo le llamaría? La flota loca, los mata Norteños, Los pela muertos. Sexo drogas & desmadre; Cuernos de chivo. Hay que estar loco. ahí venden, un toquesito Morrison Hotel y a dormir.. This is the eeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeend.

sábado, 24 de julio de 2010

SOPHIA IS IN THE CHAT ROOM


Shopia era su nick, se conectaba desde las 10 de la mañana que llegaba a su oficina y hasta las 6 de la tarde, rara vez tenía una conversación interesante, pero cualquier cosa era mejor que su rutinario trabajo de secretaria. A su anciano jefe (y tío) poco le importaba que se la pasara pegada al monitor –te vas a fregar la espalda- solo le decía y se volvía a meter a su despacho. El sueldo no era esplendido pero le alcanzaba para darle algún regalito a Dieguito su hijo y para comer bien. Estaba cansada de los miles de adolescentes calenturientos que solo se metían al chat a la par de que veían paginas porno o de los vejetes rabo verdes todavía más estúpidos. Ella ya no creía en el amor, el amor la había dejado hace tiempo y ella también había dejado al amor, buscaba pasar el tiempo, buscaba algo que la sacara del aburrimiento, de la vieja oficina.
En su ventana del Messenger especial (el que solo usaba cuando conocía a alguien que valía la pena) no estaba su foto, sino la de una gordita poco agraciada que había hecho solicitud hace poco para el puesto de moza. Y es que Sofía a sus treinta no estaba nada mal, era muy guapa, tenía una gran sonrisa y ojos con luz propia, pero ella no buscaba una relación, asi que ¿porqué quemarse? Porqué podría pasar que sin saberlo se encontrara con un vecino, con un amigo de la escuela ó ¡con su tío! quién discretamente también se metía de vez en cuando al chat.
A Mario lo conoció una tarde en que estaba a punto de salir, le llamó la atención su nick “Mario Rodríguez Oropesa” le sorprendió que alguien en su sano juicio pusiera nombre y apellidos ya que parte del encanto de los chats es jugar a ser otros, aparentar ser lo que nunca se podrá ser. Estaba a punto de apagar su computadora cuando recibió un mensaje privado de él; Hola Sophia ¿podría robarle algún tiempecito? Y ella decidió quedarse un rato más, ¡total! Era viernes y Dieguito se quedaba con Roberto su Papá. Mario resulto ser un tipo agradable, sumamente educado, y que seguramente no se metía mucho al chat, ya que escribía con perfecta ortografía y no se comía las palabras ni las abreviaba absurdamente.
Aquella tarde Sophia habló largo y tendido, se sintió muy a gusto con Mario, como si en medio de las palabras que iban brotando en la pantalla pudiera percibir un hombre entre mil, con valores con integridad. Las 8 de la noche dieron y el vigilante le pidió que se retirara. Sofía se despidió de Mario y dejo abierta la posibilidad de verse otro día en el chat. Se despidieron cordialmente y se dijeron adiós.
Esa noche Sofía durmió abrazada de su almohada, no se sintió sola como todos los viernes y se arrepintió de no haberlo invitado a cenar o a salir.
El lunes llego como llegan todos los inicios de semana, algo extraño paso; ese día si tuvo trabajo, hacer escritos, revisar informes etc. De vez en cuando Sophia revisaba su msn para ver si Mario estaba conectado pero nada. A las 6 de la tarde y apunto de irse, apareció Mario en línea. Ya era hora de irse y Dieguito la esperaba, pero Mario había puesto su fotografía y era muy apuesto, tanto que Sofía dudaba si de verdad la foto era suya o de un actor de algún país remoto.
Se saludaron, élse disculpo, pero dijo que se le cargo el trabajo y tuvo que recoger unos papeles en el ayuntamiento. Las horas pasaron rápidas, Sofía pronto olvido que hablaba con un extraño y se deshago largo y tendido, el no solo la leía sino que aportaba temas que le interesaban a Sofía y sobre todo; No le pedía que pusiera su web cam ni le preguntaba que qué traía puesto.
Pasaron varias semana y como nunca Sofía iba encantada al trabajo, se le veía de buen humor, terminaba los pendientes muy temprano y vigilaba su ventana en busca de Mario. Ella adrede dejo la foto que tenía de la muchacha gordita poco agraciada, Mario nunca dijo nada, le decía que se sentía solo, que solamente cuando conversaba con ella sentía que había alguien más que lo escuchaba, Sofía sentía lo mismo. Y un viernes después de contarse los pormenores de sus vidas Mario la invito a tomar un café en persona, Sofía con emoción acepto, se quedaron de ver en un café de Chapultepec a las 7:00. Sofía había esperado este momento durante varios meses, pidió salir temprano para arreglarse y ponerse guapa. Escogió aquel vestido comprado en fábricas que nunca había estrenado, estaba dispuesta a todo, a fin de cuentas no está todo perdido, se decía. Quizás el amor la estaba todavía esperando. Y cantaba frente al espejo mientras se peinaba e imaginaba a Mario sorprendido ante su verdadero rostro y cuerpo.
Eran las 6:50 y Sophia camino toda la avenida con el estomago hecho nudos y a la hora acordada se asomó por entre las plantas que delimitaban el café con la acera y ahí estaba Mario, con un traje claro que resaltaba lo moreno de su rostro, elegante camisa reloj y zapatos, se veía que de verdad tenía dinero. Tomaba un vaso de agua (ya que no bebía y fumaba,) y ansioso también de ver a esa mujer de tan bellos sentimientos y con un ramo grandísimo de rosas en la mesa. Sophia se imagino enamorada, plena, amándolo todas las noches, volviéndose a casar, quizás podría tener otro niño pero, ¿Qué no había sido así con Roberto? ¿No se había vuelto loca con él y se habían jurado no separarse nunca? Esta vez no se equivocaría no estaba dispuesta a que nada terminara con su amor; suspiro y con todo el dolor de su corazón se alejo caminando, recorrió la avenida con el llanto en los ojos y abordo un taxi de regreso a casa, mientras Mario pidió otro vaso de agua.

viernes, 23 de julio de 2010

Suerte y destino


Don Ambrosio y Doña Micaela se habían conocido una tarde de invierno, ella trabajaba de costurera para los almacenes Franco en el centro de la ciudad, él, trabajaba en el edificio de enfrente de las telas “parisina”. Ambrosio tenía 17 y ella solo 15, vivían en la misma manzana en el barrio del retiro, pero nunca se habían cruzado ni en la tienda de abarrotes de don chebo ni en las tortillas o en la cenaduría de Coco. La primera vez que él la vio fue un día que su patrón lo puso a ordenar la planta de arriba que se usaba de bodega, Ambrosio cansado de oler el polvo que desprendían las telas guardadas, se acerco a una ventana llena de hollín a fumar uno de sus “inseparables faros”. Nunca había reparado en las ventanas del edificio de enfrente y estuvo espiando un rato mientras comía su torta de frijoles que su madre diario le ponía de almuerzo. Decenas de muchachas trabajaban en aquel piso, todas con sus trajes a la moda que llegaba en las revistas que se conseguían solo en las tiendas más distinguidas. Bocho (como le decían en aquel entonces) No pensaba mucho en muchachas, había tantas cosas que hacer a su edad, trabajar disfrutar  de la palomilla e ir a nadar ó al campo los fines de semana,  en su mente rara vez pasaba el de andar cortejando a nadie. Ese día cuando le daba la última mordida a su lonche miro en la última ventana como una joven miraba desde arriba la ciudad y Bocho pudo percatarse que ella era diferente, Mica (así le decían sus amigas) miraba asombrada la modernidad, los carros que empezaban a ser comunes en la ciudad de Guadalajara y que remplazaban de apoco a las calandrias, ella tampoco era noviera, de su trabajo a su casa y de ahí a ayudar en los quehaceres de la casa y a veces a escuchar, las radionovelas tan populares en esos días y despuésa  cantar las canciones de los panchos, los dandis y las rancheras de los galanes del cine. Mica de pronto miro a un joven que la observaba en la ventana, su primera reacción fue de molestia y le hice un gesto de reprobación, Bocho se quiso acercar a la ventana para gritarle algo y estrello el vidrio cosa que causo mucha gracia a Mica que echo a reír ante la mirada extrañada de sus compañeras. Bocho también sonrió y algo paso esa tarde, sus miradas ya nunca se desengancharían.

Aquella tarde Ambrosio no salió a jugar rayuela en la esquina, algo estaba cambiando en su interior, se sentía distraído, febril. No dejaba de pensar en aquella muchachita, en su cara y su mirada tan especial. Así pasaron algunos días y Ambrosio no dejaba de ofrecerse para ir a arreglar la tan repudiada planta superior. Y la buscaba por entre las ventanas todos los días , poco a poco también Mica lo encontraba con la mirada y le sonreía, y entre sonrisas y los 40 metros que separaban sus ventanas se fue filtrando un amor sincero  que se reflejo a los tres años cuando decidieron casarse.  No conocieron a más personas pero tampoco echaron eso nunca de menos.  -Quiero vivir siempre a tu lado- le dijo Mica una tarde en que miraba jugar a Ambrosio con su primogénito, - quiero morir poquito antes que tu- le contesto Ambrosio enamorado.
El tiempo pasó como una tela desenrollandose, los hijos vinieron y se fueron y de repente sin que nadie les avisara sus rostros estaban llenos de arrugas y sus cabellos canos, pero, su amor parecía estar intacto.  Don Ambrosio tenía una pensión de las parisinas que servía para ir saliendo, para vivir con decencia pero modestamente y doña Mica cosía de vez en cuando y por su cuenta.
Todas las mañanas, Don Ambrosio iba por el periódico mientras Micaela preparaba el desayuno a  alguno de sus nietos o hijos llegaban periódicamente a comer. Mica tejía suetercitos para los más pequeños, Ambrosio arreglaba la casa y ayudaba a trapear y a mantenerla impecable. En las tardes salían a recorrer las calles que en sus borrosos recuerdos fueron escenario de sus más bellos recuerdos.  Siempre iban tomados de la mano,   hasta el fatídico día en que una enfermedad terminó con los paseos de la tarde y los llevó con un deambular de doctores en la habitación de mica. Pronto Don Ambrosio dejo de ir al billar con sus amigos en la noche y empezó a visitar el hospital donde estaba internada Mica, la pensión no abarcaba el costo y sus hijos tenían ya sus obligaciones, mica estaba apenada, no quería ser un problema para sus hijos que si bien eran gentes de provecho, tampoco vivían holgadamente.  El doctor le decía que con un buen tratamiento podrían alargar su vida algunos años más sin embargo era demasiado caro. Doña Mica le ponía buen ánimo a las cosas y fingía cuando veía su viejito (como a veces le decía) pero su resistencia iba mermando. Una Noche don Ambrosio tuvo un sueño, qué en un suéter de lana Mica tejía 6 números, y sonreía y se levantaba como cuando joven y ambos volvían a pasear por paradisiacos edificios con calles peatonales o de adoquín, como antes.
Don Ambrosio se levanto emocionado había leído en el periódico de los sueños premonitorios y fue a contárselo a Mica, ella solo sonrió y le tomó de la mano, le dijo que ayer había visto a su difunta madre, Ambrosio no pudo contener las lagrimas, le recordó su promesa – yo me voy a morir antes que tu, ya te dije, y yo todavía no me voy, así que te aguantas-. Le dijo Ambrosio. Y salió al parque de enfrente al puesto del melate. Había apuntado los números que soñó en su pañuelo, en el puesto de la lotería, ahí, una jovencita inexperta era capacitada para manejar la máquina de los pronósticos. Don Ambrosio llego de buen ánimo, confiado en que ese sueño le iba a dar a Mica la posibilidad de algunos años más de buena vida, tendría dinero para el transplante, tan buen corazón que tiene…
Simpático y vacilador como siempre le pidió a Sofía la encargada que le diera una papeleta para hacerse rico. –Anoche tuve un sueño niña y yo casi nunca sueño- decía Ambrosio mientras apuntaba con emoción los 6 números. Sofía le recordaba a Mica de joven, tan dulce, tan elegantemente discreta. – es bueno hacerle caso a los sueños- dijo Sofía que con dificultades introducía la boleta y sacaba el comprobante. – Mi sueño es estudiar diseño de modas, pero tengo que ahorrar mucho- dijo Sofía- Si me das suerte y nos sacamos los 30 millones le compro un corazón nuevo a mi señora y a ti pago la carrera, en París si quieres. Sofía le agradeció y lo tomó a broma –Aquí le espero mañana eh, ya voy a ir haciendo mi equipaje- decía la niña, Don Ambrosio dijo adiós y camino hacia la panadería, compro varias conchitas de las que más le gustaban a Mica y fue por un ramo de rosas, ¡el más grande! .

Mica dormía, tenía que descansar ya que cualquier esfuerzo la ponía mal . Don Ambrosio beso su frente y adorno el cuarto con flores, abrió la ventana y miro la ciudad desde lo alto, tan diferente a sus tiempos, con tantas gente desconocidas y corriendo con tanta prisa, tan solitarias encerradas en sus casas mirando televisión o lamentándose donde habían acabado y confirmo que había sido afortunado de tener a Mica de compañera.
Ella despertó y Ambrosio la tomó de la mano, no era muy cariñoso y pocas veces le decía palabras bonitas, como en las telenovelas, pero esa noche estuvo muy cortés recordándole sus aventuras, fragmentos de su vida que desde la distancia aunque simples, se convertían en mágicos. Mica se durmió oyéndolo y con una sonrisa en su rostro.
La mañana llego y Don Ambrosio emocionado tomó su comprobante del melate, desayuno con Mica las conchitas con cafecito y muy emocionado le prometió a Mica conseguir ese mismo día el dinero para su transplante de corazón, -Ayer vi a mi papá le decía Mica- resignada. – Cual papá ni que ocho cuartos, te vas a poner bién viejilla terca ¡ahí vengo!- dijo Don Ambrosio sonriendo. Tomo su sueter de lana y cuello en V que Mica le cosió y bajo los 6 pisos de la torre de cardiología del centro medico. Llego al puesto de pronósticos faltando 5 minutos para que abriera y vio venir a Sofía que descendía del camión y lo reconoció enseguida -¿ya empacaste le pregunto?- ya solo me falta avisarles a mis papás- decía Sofía mientras abría el puesto con ayuda de don Ambrosio – sabe, yo ayer me soñé en París, que veía la ciudad desde la torre Eiffel, ya me puso a dudar don- le dijo Sofía, - Ya ves, nos vamos a sacar el premio gordo mija- le dijo don Ambrosio que le paso su boleto para que viera en la máquina el resultado del sorteo. Sofía con trabajos pudo sacar el resultado y con tristeza le dijo a Don Ambrosio que solo le había atinado a uno, que no se preocupara que siguiera intentándolo. La cara de don Ambrosio se desfiguro, la tristeza invadió su sangre y le golpeo el alma. Camino como un autómata y se sintió culpable de haber sido solo un dependiente de la parisina y no haber podido ajustar para el transplante de Mica. Ya hasta había imaginado recorrer el país cuando se recuperara Mica y visitar a su hermana en Morelia -¡que perra suerte!- se decía y caminaba la larga cuadra hacia el centro médico. En el puesto de pronósticos Sofía acomodaba las cosas y apenada veía el boleto de don Ambrosio, de repente se dio cuentas de que había revisado con el sorteo de un día anterior y busco de nuevo en el más reciente, su rostro se iluminó; ¡Don Ambrosio le había atinado a todos! Sofía busco con la mirada a don ambrosio que caminaba cabizbajo por la calle y salió corriendo hacia el -¡Señor, señor! Le gritaba corriendo emocionado por la calle. Do Ambrosio que cruzaba la calle al oír su nombre voltio a verla y al ver el rostro emocionado de la joven, comprendió al instante todo, bajo de nuevo la calle sin percatarse que un camión ruta 604 venía vertiginoso dispuesto a dar la vuelta a la derecha con el semáforo en rojo. El chofer piso hasta el fondo el freno sin embargo no pudo evitar impactar a Don Ambrosio . La noticia fue demasiado para doña Mica que ya no tuvo corazón para aguantar tanta tristeza, esa misma tarde acompaño a Don Ambrosio a pasear por calles celestiales y tomarse un cafecito con canela con sus antepasados. En el velorio, Sofía que veía todo de lejos dejo una corona de rosas y valija en mano se alejó rumbo al aeropuerto.

lunes, 19 de julio de 2010

Hubo una vez… o mejor dicho una de tantas veces.


Que Dios quiso ser consciente de cada partícula que lo constituía y se hizo de materia un traje de alma, espíritu, carne y hueso. Y recitó con su inmaculada lira, las vidas que le gustaría vivir. Millones de eones pasaron hasta que todas  las posibilidades fueron calculadas, todos los nombres, todos los sentimientos, todas las acciones posibles, fueron grabadas con fuego en el manto estelar para aquel que supiera leerlas.
Y  Dios se sintió lleno de todo y por eras incalculables para el razonamiento humano, cantaba aquello que había escrito, pero era tal su afán y su pasión por aquello creado que cómo todo artista quizo ser indivisible entre su ser y su obra y sigue aún viviendo cada vida, amándose a sí mismo, matándose, violándose, perdonándose, levantándose y cayendo de nuevo, viviendo en cada ser humano y en cada instante, como una inmensa partida de damas chinas donde quita para poner y viceversa, hasta el punto de que se ha olvidado de sí.
Hasta que un día y al mismo tiempo todos los habitantes de la tierra incluidos los animales, las plantas, los mares, las montañas sean consientes de lo que son a y todo esto acabe, hasta que llegue otro loco Dios briago de pasiones que quiera construir algún otro juego estúpido.

domingo, 18 de julio de 2010

Volver a mi hogar (r)


Desde que aspiré la primer bocanada de oxigeno  he sentido el impulso de regresar, si no, estoy seguro de que no hubiera llorado.
En la cuna, mientras mi madre se reponía de los dolores causados por mi inmenso cráneo, seguramente, anhelaba aquél lugar tibio que acababa de dejar para siempre y que he busqué en todas las mujeres que amé .
Cuando exiliado traspasé las puertas del jardín de niños,  caminando como expulsado del edén hacia el inóspito interior del salón, sabía en el fondo que pronto todo tendría nombre y medida y ya nunca habría lugar para la fantasía y lo inconmensurable.
Conocí la nostalgia a los 10 años, cuando dejamos mi antiguo barrio, donde todos a 2 cuadras a la redonda, eran conocidos y poseía quizás más de 20 amigos, y un poco más de parientes.  La nueva casa era tierra de nadie y con escasos 3 o 4 vecinitos (¡todos más pequeños que yo!) Anhelé el volver a ser el más pequeño de la pandilla y no aquél que tendría que ser el primero en ponerse en la madre con los chavos de otras cuadras. sobra decirlo, nuestra cuadra nunca ganó una pelea…
A los 12 llegó la necesidad de dejar la televisión arrumbada y de la total irresponsabilidad; tenía que ganar el pan de cada día... bueno, no hay porqué exagerar, la verdad quería unos tennis de marca que mi padre se negaba a comprarme, así que tuve que trabajar jornadas larguísimas, de 4 horas al día, mientras los demás chicos solo se preocupaban por patear la pelota y por un juego nuevo que pronto sería el favorito de todos...  .I. jeje
A los 14,  seguramente por abusar de aquél juego, llegó un serio problema de acné en mi rostro; en el espejo cada mañana me saludaba un monstruo con cara de pizza. Anhelé aquellos días en que mi terso cutis me valía madres y no tenía que esconderme en un rincón de mi cuarto, mientras los genéticamente afortunados disfrutaban de las tardeadas y 15 años de las compañeras, dando sus primeros besos e invitándolas al cine, a tomar nieve y mamadas así. Me decía a mi mismo -seguramente cuando tengas ya 18 no tendrás estas marcas. (Aún las tengo)
A los 16  volvimos a cambiar de casa; quizás solo a 2 kilómetros , pero ahí si, ya no conocí a nadie; el único atisbo de amistad fue con una vecina unos 10 años más grande que yo  que vivía enfrente de mi ventana; ella,  me espiaba mientras yo ensayaba en mi cuarto con mi  malograda banda de rock punk-independiente-experimental-garage-progresiva-alusiva-pop, que nunca dio para nada. Mientras yo la espiaba a ella vendiendo droga a todos los adictos del rumbo. La casa era grande, con un gran patio  trasero que llené de perros de todas las razas, en mi tercer plan para volverme millonario en menos de un año,  junto con Cesar mi  amigo de la infancia (a quién también en muy raras veces ya veo).  Cruzaba calenturientos canes que mi madre, por una comisión del 25 por ciento tenía que asear y alimentar… comisión que nunca llegamos a sacar  porqué no leímos padre rico padre pobre, o quizas el patio era tan deprimente que los perros se negaban a aparearse.
Desde los 24 empezó a existir una fuga masiva de conocidos, todos corriendo con prisa, con tantas ganas por vivir, con tanta fe en la vida, en el futuro del mundo, en la gente y en sí mismos. Con prisa por casarse y derramar su savia, por comprar casas a plazos e hipotecar sus vidas, por mejorar sus carros, hacer carrera, reputación, poder, divorciarse y volverse a casar otra vez... Y yo de nuevo con la nostalgia que lo nubla ó que quizás también lo aclara todo, preguntándome a cada paso el valor y el significado de tanto sinsentido, cansado de querer salir de una fiesta  en la que nunca he sabido que tanto se celebra.
Tengo 31 y aún no sé lo que de verdad anhelo.

viernes, 16 de julio de 2010

Cortinas de manta (R)



Ya sé, es una reverenda chingadera que un hombre macho Méxicano como yo, salga de compras por unas cortinas  perfectas. Pero si no se desea terminar con una habitación llena de colores incombinables o con telas con detalles femeninamente cursis, la propia habitación la tiene que arreglar uno ¿no?
Y ahí iba yo, solo, entre tanta gente, mujeres en su mayoría que no entienden que uno debe de caminar por su derecha y avisar cuando se va a parar de repente a riesgo de llevarse un buen repegón en la retaguardia. El nombre de las cosas se inventó hace mucho tiempo, pero pareciera que estas mujeres van rehaciendo el mundo a acada paso -!mira jarritos!. -!mira la macetita! -!mira los cuadritos. El hecho de arrastrarme como asquil en fila india me surra, el llevar el ritmo de la señora petacona, que carga hasta con el perro y que va adelante, parándose cada 2 puestos y empujando una carriola que no deja espacio alguno para el rebase, me hace pensar que no hay una gran diferencia, entre nosotros y un rebaño de vacas... incluyendo al buey que les habla. Ahí iba yo con paso de res, por el tiangüis del jueves en Tonalá, con mis 500 pesos (canjeables por unas 20 caguamas heldas)  para comprar un par de cortinas de manta que pondría en mi mal llamado departamento. Y es que, un par de gruesas tablas bloqueaban las ventanas y aunque a mí, a mí la verdad me vale madres, había que renovar para que el cuarto-estudio estuviera un poco más presentable. Después de mirar cerca de 347 changarros, 53 vendedores caminantes con chucherías y mucha gente sin nada que hacer, por fin encontré el ansiado puesto; cual gloriosas velas sobre tubos de marfil colgaban decenas de cortinas de manta; con sus pliegues arrugadillos y su pálido color similar a al pulque. Entre mí y esas cortinas estaban una decena de señoras fumigadas con similar perfume, con sus caras arrugadas como la manta y sus agudas voces regateando una rebaja.
Instantáneamente vi el par de telas que me iba a llevar y me imaginé mi cuarto-estudio-oficina, engalanado con un sutil estilo de elegancia chichimeca-noveu- post modernista y con un toque, si, un toque de mota en mis manos. Las señoras seguían regateando, manoseando cada cortina que se les ponía en frente (como nosotros con sus hijas antes de que se arrugaran de igual forma)  y sosteniéndolas frente a ellas, para examinarlas microscópicamente en busca de algún defecto que justificara una rebaja; Para hacer tiempo, me compré un tejuino con nieve que no estaba mal, pero que nunca iba a saber como el que vendían afuera del kínder de "los trojes". Mientras absorbía el maíz fermentado por la pajita me enteré, que la vecina de cierta señora estaba enferma de cáncer, que a su cuñado le gustaba quebrar pistaches con los codos, que Ninel conde si se había operado sus tetas... y que aquellos tenis con suela ridícula no les habían bajado un solo kilo a sus esculturales cuerpos.  Harto ya de tanta espera, decidí imponer mi hombría, y comprar mis cortinas sin regatear, para enseñarles a las ñoras que hasta en el tiangüis se puede derrochar clase... Mis palabras salieron solo como un quejido lastimoso que nadie oyó, las señoras cerraron filas como vacas que alinean sus patas traseras para que no entre el que las va a ordeñar y subieron el tono de sus chillantes voces; alcancé a oír que una de ellas preguntaba por mis cortinas -350 el par. decía la vendedora que enfrascada también en la polémica sobre si las Mexicanas si estaban bigotonas o no  y si Paty Chapoy junto con la mamá de Lucerdito, se habían cogido a Sergio Andrade (de quien por cierto pienso que deberían de ponerlo a dar seminarios de cómo hacer sequitos de viejas re buenas que lo mantengan a uno) Se termino mi tejuino, y absorbí los últimos granos de sal que seguramente hincharían mi hinchado y cervecero estomago. Posteriormente y cuando al fin las mujeres se retiraron (sin comprar nada por supuesto) y a punto de desembolsar los 350 pesos para tapar las ventanas de mi cuarto-estudio-oficina donde nunca se ha escuchado el traquetear de una máquina, sentí un dedo frio en la espalda, como si la muerte me hubiera dado un arrimón. Voltee y mire a una anciana tan vieja que parecería la abuelita de mi abuelita Teresa (Que era la más petatiada del INSEN) Con esos ojos tan hundidos y balbuceando algunas frases que no escuché pero que seguramente narraban las peores desgracias sufridas por un ser humano. Con gusto le di un billete de 50 que iluminó un poco sus ojos, y diciendo las mejores bendiciones del mundo (que tampoco alcancé a oír) se alejo lentamente entre la multitud de gente ansiosa por gastar dinero en cosas innecesarias (no como mis cortinas de manta) Frente a mi había una mujer despampanante, de unos 25 años atendiendo un puesto de pinturas que me sonrío con una mirada tierna. Yo simulé una sonrisa que fue borrada por la horrible voz de la vendedora que despectivamente y pensando que un varón no es cliente potencial para comprar cortinas, me preguntó ¿Entonces? Dejando de lado al ángel, pedí ver de cerca ese hermoso par de cortinas tejidas por mujeres de morenas manos vestidas como Frida en algún taller pintoresco con tucanes y changos en el patio, de algún jacal en un puerto paradisiaco, donde la gente come cocos y toma cheve todo el día. No pude no imaginar mi cuarto-estudio-oficina-Cuartel iluminado con esa luz difusa que proporcionan las mantas y que le dan un aspecto a todo de pintura del periodo renacentista, y que tienen la virtúd de engalanar cualquier desnudo... (hasta mi panza chelera se ve culta) -que no se diga más Carlitos. me dije (así me digo de cariño, aunque cuando estoy desnudo en el baño me llamo Don Carlos... programación neurolingüistica jejeje) Lleve mi mano al bolsillo y en eso atrás de un vendedor de cachorritos emergió una mirada silenciosa que me escudriñaba con ansiedad; una mujer con el rostro seriamente desfigurado y con una osamenta afectada por la polio tenía más de dos minutos mirándome, me sentí apenado, cuantos días había yo pasado postrado en cama o mirando la televisión pudiendo caminar o mejor aún, correr por el campo  entre la lluvía, mientras esta mujer nunca sabría del vértigo de bajar por una pendiente empinada y de la risa que brota sola cuando uno siente que se va a dar en la madre. Pero mis fondos para caridad ya se habían ido con la viejecilla que seguramente hoy podía sobrevivir un día más. Sin embargo la hermosa del puesto de pinturas me miraba expectante, y automáticamente transferí otro billete de 50 de mi bolsillo a la maltrecha mano de la afectada que simuló un saludo y que me dio la espalda en segundos alejándose torcida entre la gente normal que nunca ha dado gracias por la ventura de caminar erguida. La vendedora impaciente por seguir mirando la barandilla en su pequeño televisor, me apuraba a comprar - se las dejo en 300. me dijo. creo que con un poco más de duda y timing me las hubiera bajado hasta 100 pesos.  Pero abrumado por los olores de carnitas mezcladas con sudor me apuré a comprar mis  fatídicas cortinas y cuando la bigotona vendedora me regresaba mis últimos 100 pesos de cambio algo horrible se apareció a mi vista: un anciano sin piernas qué se arrastraba por medio de una avalancha como las que regalaba lagrimita y Lalo (Ese Lalo, ¿A cuantas hurracas parlanchinas no se habrá ajusticiado?) llorando patéticamente ante el terror de unos niños, que imaginaban quizás , que mal habría cometido  para que Dios lo castigara de tan artera forma. el anciano se planto frente a mí, me miró de arriba a abajo y no me dijo nada; sabía que no me tenía que decir nada. Inclusive su mirada no era lastimosa sino retadora. En verdad no me causaba simpatía quizás un poco de lástima, pero eran mis últimos 100 pesos y sí, la hermosa vendedora me observaba sonriente y ya no solo ella, sino un par de muchachas que supongo serían sus hermanas. Obligado por la circunstancias y no por la moral, y un poco enfadado vi como se iba mi último billete de 100 pesos (me dio pena pedirle cambio) 4 caguamas de litro aproximadamente que nunca llegarían a mi panza. Vi con disgusto como el sin piernas se llevó el billete a una bolsa cangurera donde había más lana de la que yo nunca había podido tener junta y saco un tarro donde seguramente traía Buchanas 50. Un poco encabronado salí del tiangüis , sin un cinco para el regreso y resignado a caminar un trayecto de unos 10 kilómetros, alejándome cada vez mas de la muchedumbre hambrienta de gastar su dinero en cosas insulsas como jarritos, fuentes, adornos, del sol y la luna mas choteados que la chingada y cuadros de frutas e imitaciones de Riedo Divera y no cortinas de manta pre lavadas. A una cuadra de distancia me alcanzó aquel bello ángel que trabajaba de vendedora, - Hola ¿adónde vas?. -Hacía mi cuarto-estudio-oficina-cuartell y cantina en Guadalajara. Le contesté. -¿te puedo acompañar?. me dijo -Dios eres grande- pensé, y camine todavía una cuadra más exaltado de este dharma instantáneo del cual estaba siendo partícipe. sin embargo en la esquina de la cuadra una familia de indígenas se veía en apuros, una niñita desnuda temblaba de frío, el padre angustiado mendigaba un par de pesos. Ya no había salida, aquellas cortinas bordadas por mujeres morenas con los pechos de Salma Hayek rozando sus telas y con los canarios, cotorros y tucanes no verían mi cuarto-estudio-oficina-cuartle-cantina y anexas. Acompañado por el angel y con el gesto de un santo asceta, tendí las telas frente a ellos y con una resignación que ya hubiera querido Don yisus seguí caminando de la mano del bello ángel sin voltear hacía atrás , a fin de cuentas el ángel con cuerpo de diablo caminaba conmigo hacia mi cuarto-y y lo que se les ocurra de más.
Al llegar a la esquina me tomo la mano y quitada de la pena, me preguntó ¿y dónde está tu carro?
Resignado, sobrio, con las manos vacías y los pies ampollados, miro las tablas que tapan las ventanas de mi cuarto-estudio-oficina- motel-cantina- ataúd.