viernes, 23 de julio de 2010

Suerte y destino


Don Ambrosio y Doña Micaela se habían conocido una tarde de invierno, ella trabajaba de costurera para los almacenes Franco en el centro de la ciudad, él, trabajaba en el edificio de enfrente de las telas “parisina”. Ambrosio tenía 17 y ella solo 15, vivían en la misma manzana en el barrio del retiro, pero nunca se habían cruzado ni en la tienda de abarrotes de don chebo ni en las tortillas o en la cenaduría de Coco. La primera vez que él la vio fue un día que su patrón lo puso a ordenar la planta de arriba que se usaba de bodega, Ambrosio cansado de oler el polvo que desprendían las telas guardadas, se acerco a una ventana llena de hollín a fumar uno de sus “inseparables faros”. Nunca había reparado en las ventanas del edificio de enfrente y estuvo espiando un rato mientras comía su torta de frijoles que su madre diario le ponía de almuerzo. Decenas de muchachas trabajaban en aquel piso, todas con sus trajes a la moda que llegaba en las revistas que se conseguían solo en las tiendas más distinguidas. Bocho (como le decían en aquel entonces) No pensaba mucho en muchachas, había tantas cosas que hacer a su edad, trabajar disfrutar  de la palomilla e ir a nadar ó al campo los fines de semana,  en su mente rara vez pasaba el de andar cortejando a nadie. Ese día cuando le daba la última mordida a su lonche miro en la última ventana como una joven miraba desde arriba la ciudad y Bocho pudo percatarse que ella era diferente, Mica (así le decían sus amigas) miraba asombrada la modernidad, los carros que empezaban a ser comunes en la ciudad de Guadalajara y que remplazaban de apoco a las calandrias, ella tampoco era noviera, de su trabajo a su casa y de ahí a ayudar en los quehaceres de la casa y a veces a escuchar, las radionovelas tan populares en esos días y despuésa  cantar las canciones de los panchos, los dandis y las rancheras de los galanes del cine. Mica de pronto miro a un joven que la observaba en la ventana, su primera reacción fue de molestia y le hice un gesto de reprobación, Bocho se quiso acercar a la ventana para gritarle algo y estrello el vidrio cosa que causo mucha gracia a Mica que echo a reír ante la mirada extrañada de sus compañeras. Bocho también sonrió y algo paso esa tarde, sus miradas ya nunca se desengancharían.

Aquella tarde Ambrosio no salió a jugar rayuela en la esquina, algo estaba cambiando en su interior, se sentía distraído, febril. No dejaba de pensar en aquella muchachita, en su cara y su mirada tan especial. Así pasaron algunos días y Ambrosio no dejaba de ofrecerse para ir a arreglar la tan repudiada planta superior. Y la buscaba por entre las ventanas todos los días , poco a poco también Mica lo encontraba con la mirada y le sonreía, y entre sonrisas y los 40 metros que separaban sus ventanas se fue filtrando un amor sincero  que se reflejo a los tres años cuando decidieron casarse.  No conocieron a más personas pero tampoco echaron eso nunca de menos.  -Quiero vivir siempre a tu lado- le dijo Mica una tarde en que miraba jugar a Ambrosio con su primogénito, - quiero morir poquito antes que tu- le contesto Ambrosio enamorado.
El tiempo pasó como una tela desenrollandose, los hijos vinieron y se fueron y de repente sin que nadie les avisara sus rostros estaban llenos de arrugas y sus cabellos canos, pero, su amor parecía estar intacto.  Don Ambrosio tenía una pensión de las parisinas que servía para ir saliendo, para vivir con decencia pero modestamente y doña Mica cosía de vez en cuando y por su cuenta.
Todas las mañanas, Don Ambrosio iba por el periódico mientras Micaela preparaba el desayuno a  alguno de sus nietos o hijos llegaban periódicamente a comer. Mica tejía suetercitos para los más pequeños, Ambrosio arreglaba la casa y ayudaba a trapear y a mantenerla impecable. En las tardes salían a recorrer las calles que en sus borrosos recuerdos fueron escenario de sus más bellos recuerdos.  Siempre iban tomados de la mano,   hasta el fatídico día en que una enfermedad terminó con los paseos de la tarde y los llevó con un deambular de doctores en la habitación de mica. Pronto Don Ambrosio dejo de ir al billar con sus amigos en la noche y empezó a visitar el hospital donde estaba internada Mica, la pensión no abarcaba el costo y sus hijos tenían ya sus obligaciones, mica estaba apenada, no quería ser un problema para sus hijos que si bien eran gentes de provecho, tampoco vivían holgadamente.  El doctor le decía que con un buen tratamiento podrían alargar su vida algunos años más sin embargo era demasiado caro. Doña Mica le ponía buen ánimo a las cosas y fingía cuando veía su viejito (como a veces le decía) pero su resistencia iba mermando. Una Noche don Ambrosio tuvo un sueño, qué en un suéter de lana Mica tejía 6 números, y sonreía y se levantaba como cuando joven y ambos volvían a pasear por paradisiacos edificios con calles peatonales o de adoquín, como antes.
Don Ambrosio se levanto emocionado había leído en el periódico de los sueños premonitorios y fue a contárselo a Mica, ella solo sonrió y le tomó de la mano, le dijo que ayer había visto a su difunta madre, Ambrosio no pudo contener las lagrimas, le recordó su promesa – yo me voy a morir antes que tu, ya te dije, y yo todavía no me voy, así que te aguantas-. Le dijo Ambrosio. Y salió al parque de enfrente al puesto del melate. Había apuntado los números que soñó en su pañuelo, en el puesto de la lotería, ahí, una jovencita inexperta era capacitada para manejar la máquina de los pronósticos. Don Ambrosio llego de buen ánimo, confiado en que ese sueño le iba a dar a Mica la posibilidad de algunos años más de buena vida, tendría dinero para el transplante, tan buen corazón que tiene…
Simpático y vacilador como siempre le pidió a Sofía la encargada que le diera una papeleta para hacerse rico. –Anoche tuve un sueño niña y yo casi nunca sueño- decía Ambrosio mientras apuntaba con emoción los 6 números. Sofía le recordaba a Mica de joven, tan dulce, tan elegantemente discreta. – es bueno hacerle caso a los sueños- dijo Sofía que con dificultades introducía la boleta y sacaba el comprobante. – Mi sueño es estudiar diseño de modas, pero tengo que ahorrar mucho- dijo Sofía- Si me das suerte y nos sacamos los 30 millones le compro un corazón nuevo a mi señora y a ti pago la carrera, en París si quieres. Sofía le agradeció y lo tomó a broma –Aquí le espero mañana eh, ya voy a ir haciendo mi equipaje- decía la niña, Don Ambrosio dijo adiós y camino hacia la panadería, compro varias conchitas de las que más le gustaban a Mica y fue por un ramo de rosas, ¡el más grande! .

Mica dormía, tenía que descansar ya que cualquier esfuerzo la ponía mal . Don Ambrosio beso su frente y adorno el cuarto con flores, abrió la ventana y miro la ciudad desde lo alto, tan diferente a sus tiempos, con tantas gente desconocidas y corriendo con tanta prisa, tan solitarias encerradas en sus casas mirando televisión o lamentándose donde habían acabado y confirmo que había sido afortunado de tener a Mica de compañera.
Ella despertó y Ambrosio la tomó de la mano, no era muy cariñoso y pocas veces le decía palabras bonitas, como en las telenovelas, pero esa noche estuvo muy cortés recordándole sus aventuras, fragmentos de su vida que desde la distancia aunque simples, se convertían en mágicos. Mica se durmió oyéndolo y con una sonrisa en su rostro.
La mañana llego y Don Ambrosio emocionado tomó su comprobante del melate, desayuno con Mica las conchitas con cafecito y muy emocionado le prometió a Mica conseguir ese mismo día el dinero para su transplante de corazón, -Ayer vi a mi papá le decía Mica- resignada. – Cual papá ni que ocho cuartos, te vas a poner bién viejilla terca ¡ahí vengo!- dijo Don Ambrosio sonriendo. Tomo su sueter de lana y cuello en V que Mica le cosió y bajo los 6 pisos de la torre de cardiología del centro medico. Llego al puesto de pronósticos faltando 5 minutos para que abriera y vio venir a Sofía que descendía del camión y lo reconoció enseguida -¿ya empacaste le pregunto?- ya solo me falta avisarles a mis papás- decía Sofía mientras abría el puesto con ayuda de don Ambrosio – sabe, yo ayer me soñé en París, que veía la ciudad desde la torre Eiffel, ya me puso a dudar don- le dijo Sofía, - Ya ves, nos vamos a sacar el premio gordo mija- le dijo don Ambrosio que le paso su boleto para que viera en la máquina el resultado del sorteo. Sofía con trabajos pudo sacar el resultado y con tristeza le dijo a Don Ambrosio que solo le había atinado a uno, que no se preocupara que siguiera intentándolo. La cara de don Ambrosio se desfiguro, la tristeza invadió su sangre y le golpeo el alma. Camino como un autómata y se sintió culpable de haber sido solo un dependiente de la parisina y no haber podido ajustar para el transplante de Mica. Ya hasta había imaginado recorrer el país cuando se recuperara Mica y visitar a su hermana en Morelia -¡que perra suerte!- se decía y caminaba la larga cuadra hacia el centro médico. En el puesto de pronósticos Sofía acomodaba las cosas y apenada veía el boleto de don Ambrosio, de repente se dio cuentas de que había revisado con el sorteo de un día anterior y busco de nuevo en el más reciente, su rostro se iluminó; ¡Don Ambrosio le había atinado a todos! Sofía busco con la mirada a don ambrosio que caminaba cabizbajo por la calle y salió corriendo hacia el -¡Señor, señor! Le gritaba corriendo emocionado por la calle. Do Ambrosio que cruzaba la calle al oír su nombre voltio a verla y al ver el rostro emocionado de la joven, comprendió al instante todo, bajo de nuevo la calle sin percatarse que un camión ruta 604 venía vertiginoso dispuesto a dar la vuelta a la derecha con el semáforo en rojo. El chofer piso hasta el fondo el freno sin embargo no pudo evitar impactar a Don Ambrosio . La noticia fue demasiado para doña Mica que ya no tuvo corazón para aguantar tanta tristeza, esa misma tarde acompaño a Don Ambrosio a pasear por calles celestiales y tomarse un cafecito con canela con sus antepasados. En el velorio, Sofía que veía todo de lejos dejo una corona de rosas y valija en mano se alejó rumbo al aeropuerto.

1 comentario:

Unknown dijo...

Ya me dabaa!!!
me gustó, que puedo decir, tengo una debilidad por las historias de amor..y los finales trágicos...