jueves, 21 de octubre de 2010


Sergio entro chiflando a la cantina, aunque  casi nunca bebía. Pero esa noche era especial y se podía tomar ciertas licencias. En el lugar, no había más que un viejo de miles de años, qué miraba triste su copa vacía y un cantinero canoso con una edad también indescifrable,  que jugaba con sus cartas, un solitario. En la rokola sonaba historia de un amor de los panchos.   Sergio se sentó en la barra y animado, tanto por su júbilo, cómo porqué no había nadie, grito al cantinero ¡tragos para todos! El cantinero lo miró sin expresión y enseguida le acerco un vaso y sirvió un gran contenido de aguardiente.  El anciano aproximó también su vaso y al verlo lleno,  les dio la espalda.  Sergio dio un trago y sintió que se le quemaba la garganta, quiso entablar conversación con el cantinero, pero este siguió muy al pendiente de  su juego de cartas. Entonces se acerco al viejo y le sonrió. -Hoy es un gran día abuelo. El viejo  continuó bebiendo, Sergio con su alegría intacta se acercó más a él. El viejo lo miró con desgano y termino su trago con intenciones de irse. -Me gustaría que me acompañara -dijo Sergio y pidió  al cantinero que le trajera la botella. El viejo decidió entonces quedarse.
-Hoy es el mejor día de mi vida abuelo. decía Sergio mientras le llenaba de alcohol el vaso. -Disculpe las confianzas, pero es que en esta ciudad no tengo un solo amigo, solo a mi amada. Soy de Veracruz y he venido a pedirla como mi esposa. Sergio levanto su copa para brindar: -¡Por la mujer más bella de Guadalajara …y quizás del mundo! dijo Sergio, el viejo levanto su vaso y dijo -¡salud!- Y de un trago vació todo el líquido en su ávida garganta y acercó su vaso a Sergio para que le sirviera más. -Si quiere más, sonría abuelo que esto es una fiesta no un velorio- le dijo Sergio.  El abuelo le arrebato la botella y le dijo- que fiesta va a ser- Bueno a la mera para usted no, pero alégrese entonces por mí, que yo si tengo que celebrar. El anciano movió su cabeza negativamente y más para sí mismo dijo- Ni para ti muchacho. Sergio miro su reloj y pago la cuenta, miró al viejo con lástima y se preparó para salir. Amigo si a usted le fue mal, seguramente algo hizo mal. El viejo pareció enfadarse y lo miró a los ojos, le dijo –yo que tú quitaba esa sonrisa de idiota, - ¿Cómo por qué? Le reclamo Sergio .- Te voy a decir por qué; vas a llegar a su casa, ella te va a recriminar que no le hayas avisado que venías. Entonces estúpidamente vas a sacar el anillo que llevas en el bolsillo  y te vas a hincar enfrente de su madre, de su padre …y de su prometido, que te va a corretear a balazos y te va a sacar fuera de su casa.  Sergio se carcajeo y le palmeó la espalda, pago  y salió sin darle importancia.
Al poco rato, llego Sergio aterrado a la cantina, su sonrisa se había fracturado y se había convertido en un puchero amargo. Se sentó al lado del viejo, que ya había casi terminado la botella. Al viejo al verle se rió y le dijo al cantinero- Sírvale un trago, ese yo lo pago- Sergio tomo el vaso y lo empino, empezó a sollozar y a hablar sólo; -¿Cómo pudo ser posible? Si nos amamos en el carnaval, ya hasta había hecho los arreglos. –Así pasa muchacho- le dijo el viejo divertido.  Sergio lo miró tratando de descifrar su risa y le pregunto- ¿y usted como supo? ¿Es adivino o qué? el viejo rió aún más y Sergio comenzó a llorar en la barra. El anciano lo observó como con lástima y le dijo para consolarlo- No te preocupes vas a encontrar otra- Sergio sin levantar su cara le dijo: como ella ninguna, nunca más me voy a enamorar.  El anciano insistió- claro que sí hombre, vas a encontrar otra, te vas a enamorar de nuevo con lo idiota que eres y le vas a hacer 3 chamacos, después te vas a arrepentir cuando se ponga vieja y solo te reclamé, y vas a andar yéndote con las muchachas hasta que ya no se te pare y solo esperes la muerte.  Sergio algo mareado por el alcohol que estaba bebiendo le dijo-  ¿acaso es usted un profeta? – No. Para nada. Le dijo el anciano. –Lo fui, alguna vez lo fui; Nostradamus, Hipólito, Merlín y muchos otros miles más que no conoces.  Sergio no entendía, el anciano continuó; También fui Carlo Magno, Nerón, Hitler y Napoleón. Sergio sonrió y siguiéndole el juego le pregunto ¿y pelé? ¿También fue pelé? El viejo le dijo- sí también, metí 1255 goles aunque nomás me valieron 1100 y también fui Maradona y Hugo Sánchez.  Sergio ya medio ebrio pidió otro trago y le pregunto ¿y la gorda de mi vecina? – sí también, y la metiche de tu hermana, la famélica de tu madre y el huevón de tu padre. Sergio se molesto y se paró, el viejo le cuestionó ¿o no es un huevón?  Sergio lo pensó un poco y se volvió a sentar. – he sido todos. - ¿todos? ¿también Cristo? Pregunto Sergio ya más interesado.  – No ese no- hay algunos pocos que todavía no.  ¿y cómo es, que si usted es todos, no hace algo, no les dice a los demás ¿o como funciona?- pregunto Sergio ya dudoso. - No lo sé muchacho, sólo me acuerdo el mismo día en que me voy a morir.  Sergio no se la creía  y pensó que estaba delante de un gran artista del engaño,  se levanto y fue a  la ventana, ¿cabía la posibilidad de que fuera cierto? El viejo llego a su lado, y para dejar claro que no mentía le dijo: ahí va a aparecer doña Eustolia, y una señora dio la vuelta a la esquina. – Va a pasar un ruta 100 y se va a pasar el alto. Y el camión paso fugaz sin respetar la luz roja. ¿Le sigo? Pregunto el viejo, Sergio no decía nada estaba al pendiente de la gente de la calle.- Don Eusebio va a tirar las cascaras de sus semillas. Mirna le va a maldecir y las va a juntar. El cartero va casi a derrapar con el aceite de ahí. ¡Mira, mira! Por esa ventana se va a asomar Denise, semidesnuda y desde la calle la va a ver Julián que sonreirá de oreja a oreja. Todo pasó Sergio se sintió mareado y regreso a la barra- el viejo el advirtió ¡Cuidado con el pretil! Pero Sergio ya iba cayendo. El viejo lo tomó de los sobacos y lo sentó en un banco.  No te apures hijo, mañana no te vas a acordar.  ¿Cómo lo sabe usted? Porque yo ya fui tú y no me acorde. Sergio pidió un agua mineral con hielos y mientras se iba tranquilizando inquirió. –Si ya está todo trazado y todos los actos están hechos ¿para qué estamos entonces aquí? -Buena pregunta hijo, ¡sepa la chingada!, a veces, como que intuyo algo, pero no me acuerdo de nada – le contesto el viejo. -Y si por ejemplo yo hiciera en este momento algo que usted no hizo ¿no se podría alterar todo? No podrías,  ya me habías hecho esa misma pregunta y yo a la vez te había respondido lo mismo. No se puede quebrar el destino. Sergio se levanto y patio un banco, el viejo le dijo –yo ya hice eso,  Sergio entonces salto la barra y tomó una botella, el cantinero no hizo nada siguió jugando a las cartas.  Sergio tomó un poco y estrello la botella en un gran vidrio haciéndolo añicos. –yo también hice eso Sergio, vete la mano- Y Sergio Sangraba.  Se envolvió la mano en un pañuelo y salió del bar desconcertado. El viejo entonces, se fue iluminado, a su mente llegaron lugares recónditos que parecían conocer muy bien.  Espirales de nubes, albas y crepúsculos entrelazados en un infinito firmamento de energía. Música inclasificablemente bella, espíritus  sin materia que al integrarse potenciaban un orgasmo infinito de amor. Y por último vio su verdadero rostro y se acordó de todo. Apresurado por alcanzar a Sergio, se levanto del banco y miró al tendero ¿Cuánto le debo? Le pregunto, el tendero le sonrió tiernamente y le dijo su cuenta ya esta pagada, entonces el viejo se fue disolviendo poco a poco así como el mundo en que se encontraba. 

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