jueves, 21 de octubre de 2010

Pokar de sietes


"Todo fluye y refluye, todo asciende y desciende; la oscilación pendular se manifiesta en todas las cosas; la medida del movimiento hacia la derecha es la misma que el de la oscilación a la izquierda; el Ritmo es la compensación."
EL KYBALION.
Fue una noche de 3 lunas,  como cuando nació su madre, que tuvo uno de los partos más espantosos y largos que se recuerden en la vieja Inglaterra; batalló durante interminables horas y sólo se rindió cuando alcanzó a ver los ojos grises de William. Su padre, que sólo deseaba complacer a su difunta esposa, lo crío a regañadientes. William fue un apestado en su casa, comía las sobras, y no tenía derecho a estudios. El dolido padre le cargó las labores de la casa, por señalarlo culpable de la muerte de su madre.
El tallador  mezclo con decisión, las cartas de la última baraja que se usaría. Dos cartas cerradas a cada uno, las de William resplandecían sobre el terciopelo verde, en esas dos pequeñas cartas cabían más deseo y frustración que en toda una vida. Y precisamente, fue una carta la que le cambió la vida a William, que al cumplir los 7 años, fue requerido por su tía Polly, hermana de su madre, para llevárselo a  vivir en la campiña Inglesa, entre el verde de las colinas, la leche calientita de las vacas y toda la felicidad, que se le había robado desde su nacimiento.
El oponente pago los 5, 000. William volteo sus cartas y tomo 5 fichas rojas. Las puso en el centro de la mesa, su mirada no demostraba nada. Sus cartas sumaban 14.  Los mismos 14 que tenía William cuando fue víctima de una enfermedad tan extraña, aún en estos días. Su espalda se en pronto se lleno de  yagas de estar postrada 48 horas al día. En esos años la muerte, era para William, un ángel tan deseado.
Se destaparon las 3 primeras cartas. Un 7, un rey y un As. A los 21 William se fue recuperando, gano fuerza, y pronto absorbió la vida que la enfermedad le había robado. Gracias a que su tía, le leía las lecciones en cama, pudo ser admitido en una de las universidades con mayor renombre, Oxford. Ahí fue uno de los estudiantes más brillantes que se recuerden, salió con honores y entró a una de las firmas más importantes de Londres. Pronto, su reputación creció de forma implacable y llego a ser el abogado mejor pagado de Europa.
El oponente trataba de descifrar la mirada vacía de William, creía ya poder predecirlo; Una partida de póker era más reveladora que un matrimonio de 50 años. Aposto 100 mil con toda la confianza puesta en su par de reyes. Y fue exactamente un Rey el que hundió a William a sus 28 cuando decidió aceptar el caso que involucraba al príncipe en turno en un asunto de corrupción y tráfico de armas. William hizo lo que pudo, pero sabía que no podía defenderse lo indefendible. el Príncipe fue le hazme reír de toda Europa y William fue arrestado secretamente; Pasó 7 largos años en la prisión real, por cargos nunca aclarados.
El oponente puso en la mesa 50 fichas grandes, William miró de nuevo sus cartas y pagó sin dudas; al pagar su deuda con la corona, William de 35 años decidió probar suerte en América, dejo atrás la lluvia y el té y llego a una tierra de Whisky, calor y oportunidades. Abrió primero, un pequeño despacho en la gran manzana y cual gusano se la fue comiendo poco a poco, llegó a hacer de su apellido el nombre más temido, en las cortes Norteamericanas.  Apellido que daba nombre, al edificio más alto, desde donde casi se podía ver el otro lado del océano. Llegó también una mujer especial, una verdadera escalera de color que le llevo a ser el padre más orgulloso. Desde la altura de su despacho, miraba el mundo tan pequeño, tanto, que a veces creía poder tomarlo en la palma de su mano.
El tallador puso la cuarta carta; El rey de espadas. No fue una espada sino una ametralladora la que le mato el espíritu. Un gran capo Italiano solicitó sus servicios para evadir la prisión, no había caso, era a todas luces culpable. William se negó rotundamente a la propuesta que no podía rechazar y al llegar a su mansión para celebrar sus 42 años, no había nadie en la sala, pensó que era parte del plan de sus gemelitas  para darle una gran sorpresa, pero a medida que ingresaba a la sala, un olor a inocencia perdida se le introducía en sus narices.  Las encontró a las 3 con una ramita de olivo en su boca, con tanta vida por delante, vida que nunca llegarían a recorrer. Loco,  ideó un plan para asesinar al capo, cualquier cosa era insuficiente,  nadie en la ciudad quería involucrarse así que lo tuvo que hacer en sus manos, en la corte mientras procesaban al capo, por evasión de impuestos. La gente del gobierno se alegro de que les quitaran ese peso de encima sin embargo fue condenado.
El oponente paso, William que no se jugaba nada más que un millón puso su resto. El oponente creyó ver un engaño en sus ojos y puso todas sus fichas, la gente se acerco a ver el desenlace. Un año antes de que William cumpliera 50, Robert F. Un joven Irlandés que William había ayudado gratis, llego a su celda y lo liberó, ahora Robert era el presidente de los Estados Unidos de América y tenía el poder, de hacer lo que le viniera en gana. Lo nombró el encargado de su gabinete y William fue pieza clave para la recuperación de la economía de ese país, sin embargo en su rostro estaba tatuado su dolor y ni las residencias, las mujeres ni aún un par de hijos más pudieron devolverle eso que se llama normalidad.
Se pidió que se destaparan las cartas; El oponente a falta de una carta tenía tercia de reyes; William tercia de sietes, la gente emocionada, esperaba la última carta, William le dio la espalda, sabía cuál era.
Y así a sus 55 años con 11 meses y 29 días William Roger Barrett daba la última calada a su puro.  Mientras con su pluma mont blanc firmaba los papeles en los que cedía la mitad de sus posesiones a sus dos hijos y la otra mitad a la beneficencia. Solo se quedó con el traje que usaba y con una pesada bolsa de piel con la que salió a caminar las azules calles,  bañadas por la brizna del Támesis.  Vio el cambio de guardia en el palacio de Buckingham y  después subió a lo más alto del Big Ben.  Al dar las 7, William abrió el saco y desde ahí dejo caer el millón de billetes de 1 Euro que había ganado. La muchedumbre paró el tráfico, y de cualquier lugar, cientos de personas salieron despavoridas por alcanzar algunos billetes. Nunca una lluvia había sido tan bien recibida en Londres.  William entonces tomó algo en su mano, descendió hasta el London Brigde y de ahí se aventó a las frías aguas del Támesis.
Después de 7 años, unos jóvenes que acampaban en una isla cercana, encontraron su cuerpo, desmembrado por los peces pero con una carta plastificada de baraja, en su mano.








No hay comentarios: