miércoles, 1 de septiembre de 2010

Mansion

Lupe ha dejado de nuevo la puerta abierta. Seguramente ha salido tras Terry. Espero que no se haya perdido, es un buen perro. Como me gustaría que alguien me estuviera esperando, con un plato caliente de lentejas y un interés sincero sobre la jornada transcurrida. Tanto trabajo despilfarrado en vasijas y candelabros que no dan luz a nadie. Muebles de piel que se rasgan al igual que los de imitación. Tapetes importados del lejano oriente, amantes también del polvo de occidente. Espejos grandes para reflejar el tedio, con marcos dorados para enmarcar los días vacíos. Vajillas de porcelana que nunca estarán en riesgo de quebrarse. Cocina integral donde no se integra ningún sabor. Jardín con un gigante Tule, que nunca ha columpiado a ningún infante. Escaleras de mármol con un brillo que nadie alaba. Retratos de gente desconocida. 5 habitaciones para la soledad. Una biblioteca con libros carcomidos y páginas que se desdibujaran en el olvido. Una caja fuerte tras un Orozco original. 3.6. 9. 3. 7. 8 La única cifra que he aprendido de memoria en mi vida. Títulos heredados. Escrituras invertidas y 2 millones en efectivo que claman ser gastados, ser tocados con avaricia, por cientos de manos ansiosas, que desean desgarrarse cumpliendo su propósito de vida.


Es tarde; escaleras, retratos, alfombras y puerta entre abierta.

Ahí regresa Lupe. Seguro Don Antonio con su carácter la refunde en la cárcel, pero se lo merece; por arguendera me echaron sin liquidación.

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